Luego de dos sábados ausente por razones ajenas a mi voluntad, una vez más pido disculpas a los lectores, al equipo redaccional y al selecto grupo de autores de este importante medio digital, al tiempo que ratifico mi compromiso de continuar la labor de escribir sobre asuntos lingüísticos, tanto de los medios de comunicación, como del común del hablante.
La crisis que vive Venezuela, reconocida por “tirios y troyanos”, ha hecho que todo se haya puesto muy difícil, inclusive algo tan sencillo como redactar dos cuartillas y enviarlas por correo electrónico. Por muy previsivo que se quiera ser, siempre hay algún obstáculo insalvable.
El impulso y la importancia que periodistas-es.com le ha dado a mi trabajo, ha hecho que aumenten el número de lectores y el compromiso de seguir aportando para un mejor uso del lenguaje oral y escrito. Por eso y por mucho más, vale la pena el sacrificio. ¡Gracias!
Este artículo lo motivaron la nueva Carta Mundial de Ética para Periodistas, del que Paco Audije publicó algo recientemente en este medio, y la celebración del Día Nacional del Periodista en Venezuela, que como se sabe, es cada 27 de junio, en homenaje a la aparición de El Correo del Orinoco. Me ha parecido prudente decir algo sobre el oficio y la herramienta básica de cada comunicador, habida cuenta de la considerable cantidad de periodistas que siguen estos escritos.
Para lo primero he extraído unos párrafos de un discurso aún no leído en público, con unas muy sutiles modificaciones, en el que doy mi punto de vista sobre lo que es y ha sido el diarismo venezolano y de otros países con los que estamos hermanados por la geografía, la cultura y la historia.
Del periodismo como profesión universitaria se han dicho muchas cosas. Algunas personas, sin saber de lo que hablan, la etiquetan como una profesión sumamente fácil, de ahí que, supuestamente, cualquiera puede ser licenciado en Comunicación Social. Quienes piensan de esa manera, se imaginan que el trabajo del periodista consiste en simplemente recopilar datos, seleccionar fotos, producir videos (vídeos) o audios y enviarlos a la redacción de un medio de comunicación.
Eso es parte de las funciones; pero un periodista es mucho más que eso; es un profesional capacitado para educar, entretener e informar. Es además un personaje cuya formación y condición de ciudadano le imponen la obligación moral de participar activamente en la consecución de reivindicaciones para su entorno.
En algunos países de gobiernos totalitarios, los periodistas, lejos de comunicar, cumplen funciones de informantes, de policías, y en el peor de los casos, de soplones o de sapos, como popularmente se dice en Venezuela. Dios nos libre de tanta indignidad y no permita que algo similar ocurra en este país, en donde el periodismo es sinónimo de libertad, de valentía, de lealtad, de democracia.
Nuestra profesión es digna, y por si fuera poco, el gran Gabo, que de eso sabía algo, dijo hace unos cuantos años, cuando aún no se había vuelto célebre con Cien años de Soledad: “Aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo”. Si el nativo de Aracataca lo dijo, por algo sería.
¡Claro que es fácil ser periodista; pero hay que tener vocación, y hoy día hay que acudir a la academia! Lo demás es piratería. El periodismo, en mi opinión, y no me sonrojo al decirlo, es una apasionante actividad intelectual, de muy pocos.
De la herramienta básica de un periodista, se sabe que es el lenguaje, que debe manejar con relativa facilidad, en virtud de desempeñar cabalmente su rol ante la sociedad. Un periodista, muchos no han querido admitirlo, es un educador a distancia, y para tal propósito debe tener una visión más amplia que la del común de los ciudadanos, sin pretender ser un sabelotodo.
Debe manejar con relativa facilidad el lenguaje que emplea, con conocimientos elementales de ortografía, que incluye las palabras por la índole de la entonación, signos de puntuación, mayúsculas, minúsculas y otras nociones sobre aspectos fundamentales para una escritura medianamente aceptable. Hay periodistas que no saben escribir, y menos aun hablar. Eso es lamentable, pues su herramienta básica es el lenguaje escrito y oral. Si un periodista no sabe escribir ni leer, que los hay bastante, podrá ser cualquier cosa, menos periodista, aunque tenga título.