Médico de Cabecera y Santo Sanador

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sábado, 10 de abril de 2021

La RAE y «autosecuestro»

 

 

Es encomiable que muchas personas, sobre todo aquellas cuya ocupación habitual es la escritura, se preocupen por mejorar el lenguaje que emplean; pero cuando ese propósito tiene su origen en cuestiones incorrectas o en caprichos personales, es bastante lamentable.

Casi a diario aparecen en las redes sociales opiniones de personas que sin el debido conocimiento, se atreven a dar recomendaciones, que generalmente carecen de un fundamento sólido. 

El caso de presidente o presidenta para nombrar a una dama que presida un organismo, institución o cuerpo colegiado, etc., es quizás uno de los más sobresalientes dentro de la amplia gama. Sobre este asunto he escrito infinidad de veces, y siempre mi criterio ha estado basado en que el cargo debe concordar con el sexo de la persona que lo ocupa, lo cual implica que, si ejerce un juzgado, deberá ser jueza; si es integrante de un concejo municipal, será concejala, si es la figura principal en un ministerio, deberá llamársele ministra; y si está al frente de una presidencia, indudablemente será presidenta, por esa y por otras razones que por ahora no es necesario mencionarlas.

Madrid Real Academia Española
Madrid, sede de la Real Academia Española

También ocurre que algunos piensan que las palabras son creación de un organismo que periódicamente convoca a sus miembros para producirlas, y es allí de donde proviene la supuesta autoridad de la Real Academia Española (RAE). La docta institución, cuya autoridad moral no está en discusión, no es un tribunal que está facultado para aceptar o rechazar palabras, pues su función es meramente de registro. Ante eso, es prudente acotar que las palabras nacen y se desarrollan por las necesidades expresivas del pueblo hablante. Luego de que el uso de los vocablos se extiende y traspone fronteras, físicas o imaginarias, se consagran en el diccionario de la referida institución, lo cual es muy diferente a decir que fueron aceptados.

Quizás existan términos que nunca hagan su entrada triunfal en el registro lexical de la RAE; pero eso no es impedimento para que puedan usarse, dado que no hay ninguna persona ni institución que esté facultada para impedir su uso.

Hace algo más de diez años sostuve una discusión, que a la larga se tornó ácida, con un abogado, sobre la palabra autosecuestro, muy usada en la redacción de sucesos del periodismo venezolano, para referir el caso de personas que, en complicidad con otras, fingen estar secuestradas, para luego extorsionar a la familia. El aludido jurista, que además es o fue profesor de Derecho, me recalcó que hablar de autosecuestro es un exabrupto, una aberración y una muestra de desconocimiento, impropia de alguien como yo, que  me dedico a hablar de asuntos lingüísticos. Convencido de sus «grandes» conocimientos del ordenamiento jurídico, me señaló que lo correcto es «simulación de un hecho punible», ante lo cual le di mi argumento, desde el punto de vista lingüístico, que por supuesto no aceptó.

Es cierto que lo mencionado en el párrafo anterior es sin dudas la simulación de un hecho condenable; pero a ningún periodista, por muy ingenuo que sea, se la va a ocurrir titular una nota informativa en la que se diga, por ejemplo: «Fulano de tal cometió un hecho punible para extorsionar a la familia», pues sería algo incompleto, confuso e indeterminado, dado que, no solo fingir que se está secuestrado, es un hecho punible.

No sé si en otro país de habla hispana suceda algo parecido; pero en Venezuela la mayoría de los redactores de sucesos, ante la necesidad de emplear un término que describa de manera sencilla el hecho, apelan a autosecuestro, pues aunque no aparezca en el diccionario de la Real Academia Española, es el que mejor lo describe. No es un exabrupto, ni una aberración, ni una falta de conocimiento, como quiso hacer creer el aludido jurisconsulto, sino un término surgido de la necesidad expresiva de los periodistas, en aras de informar con claridad, aunque desde el punto de vista jurídico tenga otras implicaciones, que en lo informativo no son vinculantes.

Es probable que la palabra autosecuestro nunca sea registrada por la RAE; pero por las razones expresadas en los párrafos anteriores, podrá ser utilizada, sin incurrir en impropiedad, para lo cual, si es necesario, podrá resaltarse entre comillas o con cursivas, como indicativo de que aún no ha recibido el sacramento de la consagración.

No tengo ningún temor en recomendar su uso, pues estoy seguro de que en mucho tiempo no habrá otro vocablo que describa fielmente el hecho de fingir ser víctima de un secuestro con fines extorsivos. ¡Así de sencillo!

sábado, 3 de abril de 2021

Los dos usos fundamentales de las comillas

 


 

A mi modo de entender, el signo más complicado es, sin dudas, la coma, pese a que existen reglas básicas para su uso. Este signo es el que le da sentido a la escritura, pues facilita la comprensión.

Algunos autores lo califican como el que más se usa de forma arbitraria, y de allí que muchos redactores, de entre los que me cuento, lo comparen con la posición adelantada en el fútbol, dado que en muchas ocasiones se coloca la coma en donde no debe ir, y se omite donde sí es necesaria. Lo mismo sucede con la posición adelantada: muchas veces se la señala cuando no la hay, y pasa inadvertida cuando sí es necesario que el árbitro principal la sancione.

El resto de los signos de puntuación son fáciles de manejar, para lo cual es necesario poner en práctica las reglas de uso y el sentido común, que es fundamental para lograr el objetivo de entretener, educar e informar.

En la actualidad existe una tendencia a usar los signos de interrogación y exclamación como si estos fuesen simples adornos, y por eso, es común leer escritos en los que aparecen multiplicados, al comienzo de los párrafos y al final de los mismos. También ocurre que muchos redactores escriben frases para preguntar o para exclamar; pero no utilizan los respectivos signos, y solo por adivinación, el lector podrá saber cuál es la intención. 

Sobre los signos de puntuación he escrito en infinidades de veces; por lo que, luego de estos párrafos introductorios, hoy solo voy a referirme a las comillas, en virtud de que, aun cuando su uso no ofrece mayores complicaciones, se ha ido formando una especie de anarquía, que conviene señalar, en función de usarlas adecuadamente.

Existen tratados y manuales en los que se enumeran los dos usos fundamentales de las comillas: para señalar que una cita es textual directa, y para darle sentido irónico a una frase o palabra.

El primer uso es importante tenerlo presente cuando sea necesario plasmar pensamientos ajenos, pues la omisión podría acarrear problemas judiciales por plagio.

En cuanto al segundo uso, no será difícil advertir la intención de alguien cuando escriba, por ejemplo: El «doctor» llegó temprano a casa.

No sé cuál es el criterio de la Real Academia Española ni el de la Fundéu (Fundación del Español Urgente); pero estimo que lo demás es cuestión de tipografía, de uso y de gustos que responden a intereses muy particulares.

Pudiera admitirse un tercer uso, como el de resaltar palabras o frases; pero puede confundirse con el sentido irónico que algunos redactores suelen darle a algunos sustantivos y adjetivos, además de que quedaría desvirtuado con las letras cursivas y las negritas, que hoy día son las formas modernas más usadas para tal fin.

En cuanto a comillas inglesas y comillas latinas, insisto en que es un asunto de estilo, pues mi computador marca comillas inglesas (» «), y cuando mis artículos son publicados en Periodistas-es.com, mis entrecomillados aparecen en latinas (« »). No estoy seguro de cuál podría ser el motivo de la preferencia en ese tipo de comillas; pero intuyo que pudiera tratarse de destacar la afinidad con el origen de la lengua española.

Pero sea cual sea la razón, sostengo que es una  cuestión de gusto, pues de no ser así, los teclados marcarían las comillas latinas en lugar de las inglesas, o en el mejor de los casos: las dos opciones.

Ahora bien, hay entrecomillados dentro de entrecomillados, y es aquí donde la cosa podría complicarse si no se presta la debida atención. Algunos manuales dan como uso imperativo las comillas latinas, y si por la naturaleza del escrito es necesario usar un entrecomillado dentro de otro entrecomillado, apelan al uso de las inglesas como segunda opción. Eso indica que las comillas latinas son las que deben usarse a todo trance.

Opino que eso constituye un exceso de signos que ajan y envilecen la escritura. Cuando ese sea el caso, podría usarse comillas (latinas o inglesas, según la preferencia de quien escriba) para la cita textual principal, que de requerir otro entrecomillado, se enmarque en comillas simples (‘ ’). Esto no es invento mío, sino que lo he leído en algunos textos de ortografía, en los que el asunto aparece simplificado.

Por lo general, en mi opinión, los entrecomillados dentro de otros son innecesarios, cuanto más impertinentes, y en función de facilitar la comprensión del texto, deberían evitarse.   Con saber usar las comillas para las citas textuales y para ironizar frases y palabras, bastaría.

Advierto que uso comillas inglesas, porque esas son las que marca el teclado de mi computador (ordenador); pero si hay una forma de conseguirlas, os ruego que me lo hagáis saber.

jueves, 1 de abril de 2021

Ante la ausencia de amistosos, José Peseiro ya piensa en la Copa América

 


El seleccionador nacional de la Vinotinto, José Peseiro, anunció via twitter este 31 de marzo. Explicó que la pandemia, sigue causando problemas en la preparación de las selecciones y Venezuela no escapa de ello impidiendo el juego amistoso con el combinado de Uzbekistán.

Recordemos que, recientemente, la Conmebol suspendió las jornadas de Eliminatorias Sudamericanas para Qatar 2022 motivado, entre otras cosas, a la presión que ejercieron diversos clubes en Europa. Por lo tanto, Venezuela no tendrá acción durante el presente mes de marzo, donde tampoco se pudo pautar encuentros amistosos de preparación. El mandamás nacional también confirmó que hubo un acuerdo para jugar contra Uzbekistán pero que por razones ligadas a la pandemia no se concretó. 

Aunque previo a esto, el portugués José Peseiro realizó un módulo con jugadores ubicados en el país, que dejó sensaciones positivas. “Ha sido muy bueno. La dedicación y forma como los muchachos tuvieron los entrenamientos. Fueron fuertes porque queríamos evaluar la cualidad de cada uno en la competencia técnica, táctica y de comportamiento”, no solo con mira a las eliminatorias del mundial de Qatar 2022; sino también a la Copa América, por lo que el seleccionador portugués manifestó que se siente preparado para dirigir en el magno evento del continente americano y que buscará hacer lo mejor posible e informó que podría incluir a 4 porteros, encabezados por Fariñes, Graterol, Baroja y Contreras en dicha convocatoria. 

¡Rubio, el «hispano» del momento!

Por: David Figueroa Díaz   16/11/2024 La comidilla del momento en muchos estratos del ámbito...