¡Buenos días,
discúlpame!
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Hablar de lo
que no se sabe tiene sus riesgos, y por eso nunca acostumbro ejercer el oficio
de «toero», calificativo que se les da a las personas que hacen esfuerzos por
mostrar su sabiduría y conocimientos en muchas áreas, a veces sin éxito.
Cuando alguien me
pide la opinión sobre un tema, especialmente lingüístico, que es lo que manejo
con relativa facilidad, trato de dar una respuesta que satisfaga la inquietud del
peticionario. Si no conozco el tema, investigo e indago, para no incurrir en el
feo pecado de hablar de lo que no sé.
A muchos ciudadanos,
con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, les gusta
opinar sobre asuntos de los que no tienen ni siquiera nociones elementales. En
materia de lenguaje oral y escrito hay una considerable cantidad de los que se
preocupan por el buen decir, y de manera regular se esmeran por aclarar sus
dudas y apercibirse de los elementos necesarios para una buena expresión oral y
una excelente escritura; pero hay otros que, lamentablemente, su intención es
aparentar erudición, y en virtud de lo cual son protagonistas de discusiones
estériles que denuncian su incultura y desconocimiento. Actúan solo por llevar
la contraria.
Están los que dicen
que no se puede hablar de buenos días (en
plural), dado que es uno solo a la vez. Cuando se les inquiere sobre el porqué,
sus alegatos están basados en caprichos y en otros elementos que no ofrecen
ninguna solución. De esa misma gama son los que aseguran que las disculpas no se piden, sino se dan.
Ambas expresiones son parte de una polémica que considero innecesaria, pues los
estudiosos de idioma español lo han aclarado suficientemente. ¡Solo basta leer!
En primer término es prudente recalcar que buenos
días y buen día son
correctas y significan lo mismo. Ahora, una teoría señala que la forma buenos días puede deberse a la analogía
con los plurales de otras salutaciones: saludos, recuerdos, gracias,
felicidades, etc. Otra estima que el origen de ese fenómeno, exclusivo del
español, está relacionado con la forma de división del tiempo en la Edad Media
para señalar los lapsos de los rezos: maitines, laudes o vísperas (todas en
plural).
Una tercera teoría lo
atribuye a una forma expresiva que no denota cantidad, sino intensidad, por su
parentesco con gracias, condolencias, saludos, felicidades, etc.
La Real Academia
Española, para curarse en salud, admite que ambas formas son aplicables; pero
advierte que es mejor usar la plural, «por ser más tradicional y la que
prevalece». Yo acoto que es una cuestión de gusto. Si alguien da los buenos
días, está en lo correcto; pero si prefiere la forma singular, también habrá
usado una expresión adecuada.
Es menester señalar
que buen día quizás sea un calco de otros idiomas, en los que el saludo
matutino se expresa en singular: buongiorno, good morning, bonjuor, bom día,
guten morgen (italiano, inglés, francés, portugués, alemán). El mismo criterio
se aplica a buenas tardes y buenas noches, aunque las expresiones buena tarde o buena
noche no son comunes y suenan un tanto afectadas, melindrosas. Pero
también es cuestión de gusto, y como «entre gustos y colores no han escrito los
autores», ustedes podrán formarse su propio criterio.
Algo parecido sucede
con las disculpas, que también son objeto de discusiones, muchas veces
acaloradas. En el común de la gente se dice que las disculpas se dan, se piden;
pero no hay ningún argumento que lo convalide. Quizás los que se inclinan por
dar disculpas hayan oído o leído que hace algo más de doscientos años,
supuestamente, el ilustre venezolano Andrés Bello dijo que las
disculpas, al igual que los besos, no se piden, se dan.
De eso no hay nada
que lo confirme, y de allí el calificativo de supuesto. Si en verdad lo dijo,
es posible que lo hiciera por caballerosidad, galantería, picardía o buen
humor, esto último a lo que era muy dado. Bello era muy preciso en el uso del
lenguaje, de lo cual sí hay evidencias irrefutables.
Cuando alguien dice, por ejemplo, discúlpame, está pidiendo, no dando ni
ofreciendo. Pide que le quiten la culpa, de acuerdo con el significado del
prefijo de negación dis.
Si yo ofendo a una persona, lo cortés y lo valiente sería que le pidiera disculpas. En todo caso, quien debería dármelas es el ofendido. Ahora, las disculpas, viéndolo bien, son un camino de doble circulación en el que hay uno que las pide y otro que las da. ¡Así de sencillo