Por
David Figueroa Díaz
05/04/2025
Una de las fuentes inagotables de dudas y despropósitos, aparte de las que siempre menciono en este trabajo de divulgación periodística, es el desconocimiento de la función que cada palabra cumple dentro de la oración, y eso ocurre porque en la primaria y en la secundaria, por lo menos en mi época de estudiante, la forma de abordar el análisis gramatical hacía que el alumno se lo aprendiese al caletre para presentar un examen o participar en cualquier otra evaluación. No sé pecado en los actuales momentos que haya cambiado; lo dudo.
La gramática es un asunto un tanto complicado, sobre todo cuando quienes la enseñan no tienen la pedagogía y el conocimiento necesarios. Puedo dar fe de ello, pues aunque siempre obtuve regulares y buenas calificaciones en Castellano y Literatura, me iba mejor en inglés. Luego del bachillerato me apercibí de un manejo relativo del asunto gramatical y lingüístico, siempre bajo la orientación del profesor Reinaldo Martínez (+), quien guió mis pininos (pinitos) en esto de escribir para la prensa. Siempre quise ser articulista, columnista y periodista, para lo que era necesario manejar con relativa facilidad el aspecto gramatical y lingüístico. ¡Ese es mi caso; lo logré, y heme aquí!
Martínez fue mi maestro fuera del salón de clases, y se esmeró por brindarme parte de sus conocimientos, los cuales me permitieron convertirme en articulista y más tarde en columnista y en periodista, convencido de la responsabilidad que se debe tener ante el público lector, y persuadido de la obligación de procurar la preservación de la unidad lingüística del idioma español. Eso último es una obligación de todo aquel que se precie de comunicador social o educador.
Muchos de los que estudiaron en la siempre recordada Escuela Técnica Industrial de Acarigua entre 1960 y 1970 (yo estudié en los ochenta), pueden dar fe de los grandes conocimientos y de la forma de enseñar del «Viejo Martínez», como le decían sus amigos cercanos.
Hoy volveré a hablarles del artículo como parte de la oración, habida cuenta de las dudas y despropósitos relacionados con su uso que aún subsisten, sobre todo cuando debe acompañar al nombre.
Agradezco la receptividad que han tenido los más recientes y otros artículos de mi autoría, publicados los sábados en este importante medio de comunicación social. Varios educadores y colegas periodistas que se dedican a la docencia, así me lo han hecho saber, y los han tomado para aplicarlos en sus actividades de enseñanza, además de que los comparten en grupos de WhatsApp y en sus redes sociales. ¡Eso me agrada y se lo agradezco de gran manera!
El artículo es «la parte de la oración que se coloca delante del nombre o sustantivo para señalar su género, su número e indicar si es nombre conocido o no»: «El vehículo, un vehículo; la casa, una casa».
Está dividido en dos: determinado e indeterminado.
El determinado es el que se coloca delante de un nombre o sustantivo que es conocido. Sus formas son el, la, lo, los, las: «El compañero (masculino singular), la iglesia (femenino singular), lo ideal (neutro singular), los vehículos (masculino plural), las calles (femenino plural)».
El artículo indeterminado es el que aparece delante de un sustantivo que no es conocido: un, uno, unos, unas. Ejemplos. «En casa tengo un escritorio (masculino singular)»; «Al salir de casa me encontré con una vecina (femenino singular)»; «Vimos llegar unos ciclistas (masculino plural)»; «Las participantes eran unas niñas (femenino plural)».
Con la breve y sencilla explicación anterior no debe haber problemas para identificar las diferentes formas del artículo. Lo que sí causa dudas e induce a equívocos, es el artículo contrato, que surge de la unión del artículo «el» con las preposiciones «a» y «de», que se transforman en «al» y «del»: «Voy a el colegio»; «Salió del liceo en horas de la tarde»; «Voy al gimnasio». Ese uso es incorrecto; ¡evítelo!
Con relación al artículo determinado masculino «el» y el sustantivo al que acompaña, se presentan complicaciones, pues muchos redactores, educadores y locutores dudan si debe ser «de» o «del».
En el caso concreto de Venezuela, existen dos agrupaciones musicales famosas, del estado Lara y de Mérida: una es folclórica y la otra de música popular. Para referirse a ellas y nombrar su lugar de origen, se debe decir «Los Golperos de El Tocuyo» y «Los Originales de El Vigía». ¿Por qué? ¡Porque el artículo forma parte del nombre! De la misma clase son: El Baúl, El Pao, El Playón, El Llanito, El Sombrero, El Cairo, El Manteco, El Salvador, etc.
Se debe tener cuidado cuando el artículo no forma parte del nombre, como el Perú, el Ecuador, el Uruguay, el Brasil, etc. Ante la duda sobre si el artículo acompaña o no acompaña al nombre, pronúncielo o escríbalo, y notará que el sentido común le dará la forma correcta.