Médico de Cabecera y Santo Sanador

Médico de Cabecera y Santo Sanador
ES DURO, PERO TU PUEDES...QUITA LA PANDEMIA

sábado, 8 de marzo de 2025

¡La lista no es tan larga!

Por

David Figueroa Díaz 

08/03/2025

Desde que me dedicó a escribir sobre temas gramaticales y lingüísticos, muy pocas han sido las veces que he hablado de errores, pues prefiero referirme a impropiedades, dado que es una forma más sutil de lograr que sean admitidas las equivocaciones y que puedan ser disipadas las dudas.

A quien se le diga que tiene errores ortográficos, es como soltarle una fuerte expresiva (explosiva, por demás) que puede ser más dañina que provechosa, por lo que es indispensable saberlo hacer, para que ese alguien no se ofenda y entienda que nadie está exento de incurrir, como en el caso del lenguaje escrito y oral, en situaciones viciadas. Para eso se debe tener presente que la forma más apropiada y prudente es corregir en privado, pues eso produce ánimo, confianza y firmeza.

Hago esta acotación en vista de que en varias ocasiones han pretendido señalarme por haberme burlado públicamente de personas que han incurrido en impropiedades. He hecho alusiones personales, mostró situaciones y aun ficticias sobre la persistencia en vicios arraigados en los medios de comunicación y en el común del hablante; pero de ahí a que me haya burlado de alguien, hay un abismo.

Quienes me leen de manera regular, saben que no tengo la mala costumbre de burlarme de mis semejantes, y que quienes me acusan, lo hacen por maldad, por una maldad que no ha tenido el efecto que mis abogados quisieran, como lo muestra el hecho de haber permanecido treinta años dedicado a estos menesteres.

Ha habido casos en los que he sido muy duro en mis cuestionamientos; pero al final esa supuesta dureza ha servido para que muchos se hayan zafado de las dudas y las incorrecciones, que a la larga es lo que importa.

He dicho y lo digo una vez más, que los vicios que copan la escena, sobre todo en las redes sociales, son la omisión de los signos de puntuación, entre esos la coma; la falta de tilde, el uso inadecuado del verbo en gerundio, mayúsculas y minúsculas mal utilizadas; empleo de palabras con significado diferente del que tienen, entre otras, que en mayor o menor cantidad, son «las impropiedades nuestras de cada día».

A esa gama se han sumado las palabras homógrafas y homófonas, convertidas en el resbaladero de muchas personas que escriben con regularidad en redes sociales y en medios impresos en los que, con contadas y honrosas excepciones, desde hace bastante tiempo desapareció la figura de la persona que se encargaba de leer los textos, corregir las palabras o frases inadecuadas, para la publicación. Eso lo digo con propiedad, dado que en más de una ocasión he enviado textos en los que se han colado gazapos, y así han sido publicados.

Es asombroso ver cómo hoy día los homógrafas y homófonas aparecen en los medios de difusión masiva, y lo lamentable es que quienes incurren en esos dislates son personas a las que se las estima como poseedoras de un considerable nivel de preparación, por lo que sería impensable tacharles una pifia de esa naturaleza; pero se las he tachado, especialmente a periodistas y educadores, contra quienes no tengo nada en contra; pero su rol ante la sociedad les impone la obligación moral de ser ejemplos del buen decir, bien sea escrito u oral.

Es por eso que estos escritos tienen como destinatarios directos a comunicadores sociales y docentes, con la finalidad de que tomen conciencia de que no basta con decir que se es periodista o educador; hay que demostrarlo, y para demostrarlo hay que tener los conocimientos necesarios.

Es lamentable que a muchos de esos profesionales, que de paso se ufanan de tener una larga trayectoria, se les dificulte distinguir entre a ver y haber; esta y esta; este y este; tiene y haz; ves y vez; haya, aya, allá o halla; porque y por qué; eco y hecho; vaya y balla, hueso yo sea; eco y hecho. Hay más casos, aunque la lista no es muy larga, ya lo saben.

Convendría entonces que los periodistas, educadores y demás profesionales que pudieran ver retratados en este artículo, se ocuparán de revisar los casos mostrados, en función de que pueden deslastrarse de esas situaciones que no les permiten ir más allá de lo que recibieron en la educación formal.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡La lista no es tan larga!

Por David Figueroa Díaz  08/03/2025 Desde que me dedicó a escribir sobre temas gramaticales y lingüísticos, muy pocas han sido las veces que...