Por David Figueroa Díaz
01/11/2025
De cuando en
cuando acudo a la Iglesia cristiana; soy cristiano porque creo en Cristo y en
lo que está plasmado en ese compendio sagrado llamado Biblia, inspirado por
Dios. Creo en la oración eficaz, creo en el diezmo y no tengo dudas de que todo
lo que está escrito habrá de cumplirse. No temo a lo que pueda decirse de mí;
no estoy facultado ni autorizado para dictar patrones de cómo deberá conducirse
la vida de nadie; pero nadie, excepto Dios, podrá hacer lo propio conmigo.
Leo la Biblia,
oro, ayuno y procuro abstenerme de pensar e incurrir en actitudes y acciones
que al Creador no le agradan; pero como ser humano, no estoy exento de pecar.
Soy de los que piensan que no tiene ningún valor memorizar versículos si no se
aplica la fe y la solidaridad en la vida diaria; la verdadera fe implica vivir
de acuerdo con los principios que se aprenden, no solo reconocerlos
intelectualmente. El que se precie de cristiano debe nutrirse del alimento
espiritual para poder diferenciar la fe de simples deseos, como les ocurre a
algunas personas. La fe, en mis supinos conocimientos doctrinarios, no es solo
saber o memorizar, sino también actuar.
En una de esas
visitas dominicales a la congregación, me llamó la atención algo que hoy les
comentaré, sin intención de zaherir a nadie y con el deseo de que puedan
sacarle el mayor provecho. El predicador, haciendo uso de una gran facilidad de
expresión, logró que su exposición de la palabra de Dios fuese captada que,
como se describe en Hebreos 4:12, es dinámica, poderosa y con capacidad de
penetrar profundamente en la vida de una persona; solo comparable con «una
espada de doble filo», que puede discernir los pensamientos e intenciones del
corazón; transformar y guiar a quien la recibe.
Me agradó el
rico léxico que empleó y la convincente explicación sobre lo que es casa y lo
que es hogar. Aunque muchos piensan que son lo mismo, hay en ambos vocablos una
sutil diferencia, que conviene conocer en virtud de usarlos de forma adecuada;
pero incurrió en el uso incorrecto la forma hubieron, tema del que he perdido
la cuenta de las veces que lo he abordado en este espacio, en talleres de
lenguaje y en conversaciones informales.
Trataré ser lo
más explícito posible, con el deseo de que sea asimilado fácilmente.
Esa forma
verbal es un mal que ha hecho metástasis en varias áreas del saber, y por eso,
muchos periodistas, educadores, locutores, los llamados influencers, abogados,
ingenieros, médicos, consultores políticos y otros profesionales cuya
herramienta básica de trabajo es la expresión escrita y oral, utilizan frases
como la que sirve de título a este artículo.
¡Ahora! ¿La
palabra hubieron es per se incorrecta? ¡No necesariamente!
Es incorrecta
cuando está seguida de un sujeto, como el caso de «hubieron muchas enseñanzas»,
«hubieron disturbios», «hubieron detonaciones en la madrugada», «hubieron
varias fluctuaciones después del mediodía», etc.
La forma
correcta es «hubo muchas enseñanzas», «hubo disturbios», hubo detonaciones en
la madrugada», «hubo varias fluctuaciones (bajones) de voltaje después del
mediodía». ¿Por qué? ¡Porque cuando el verbo haber acompaña a un sujeto, debe
aparecer en singular, sin importar la cantidad que se aluda en el mismo! Es
indispensable saber el sujeto de la frase.
Igual criterio
se aplica a había y habrá: «Había (no habían) muchos carros en la vía»; «Había
unos quinientos policías para dispersar la manifestación de estudiantes» ¡Y una
muy usada!: «Cuando sea millonario habrá (no habrán) señales».
¡Entonces!
¿Cuándo se usa la forma hubieron? ¡Se usa en la construcción gramatical
pretérito pluscuamperfecto, que no es otra que en el caso de que haya dos
acciones, y una depende de la otra!: «Cuando los alumnos hubieron terminado el
examen, el profesor los dejó salir». En este caso no debe haber preocupación, pues
esa forma de hubieron se usa mayormente en el lenguaje literario, y por tal
razón es poco común en el habla cotidiana.
