Por Marcoa David Figueroa
El presente artículo fue publicado el sábado 18 de los corrientes en Periodistas.es de España, medio digital del que formo parte desde febrero de este año, y hoy he querido, con una nueva introducción y una ligera modificación en este párrafo y el séptimo, quise compartirlo con los lectores de Última Hora, habida cuenta de la importancia del tema y porque sé que entre los lectores de esta columna hay quienes estaban esperando que volviera a referirme al asunto de la frecuencia con que muchos redactores y otros profesionales incurren en situaciones viciadas. El título también es el mismo.
Las redes sociales, no obstante de ser grandes aliadas de la comunicación social y de otras áreas del saber, están plagadas de impropiedades ante las que se debe estar siempre alerta para evitar que se propaguen. La mayoría de las veces, mis observaciones ha sido recibidas con agrado, pues las personas a las que les he mostrado y demostrado las deficiencias en su escritura, lo han tomado con agradecimiento, pues estiman que si aceptan sus fallas, tendrán oportunidad de mejorar; pero ha habido casos en los que los responsables han asumido una actitud soberbia, propia de aquellos que piensan que se las saben todas. Es necesario que sepan que nunca se termina de aprender.
Hace pocos días le hice una observación a una colega periodista, compañera de estudios en la siempre recordada Universidad Católica Cecilio Acosta, que escribió en Facebook algo inadecuado, relacionado con su estado natal, lo cual me dio pie para escribir este artículo en el que me referiré a varias situaciones anómalas que son frecuentes en las denominadas redes sociales.
Aun cuando en la educación primaria se enseña que al iniciar un escrito se debe colocar mayúscula, o que los nombres propios de personas, animales o cosas deben escribirse con inicial mayúscula, abundan los escritos en los que son evidentes tales faltas, lo cual muestra que sus autores no manejan muy bien el lenguaje que emplean. Lo cuestionable es que son personas a las que siempre se las ha ponderado como poseedoras de un alto nivel de conocimientos. No es aceptable que un educador o periodista, por ejemplo, no sepa distinguir entre el sí afirmativo y el si conjunción; entre el sé de saber y el se pronombre personal; entre él (pronombre personal) y el (artículo determinativo masculino), así como el tú y el tu; el más y el mas; el aún y el aun y otros monosílabos. Lo de la colocación de la tilde se aprende en la educación primaria, se refuerza en la secundaria y se repasa en la universidad. Por esas razones, alguien que haya estudiado está obligado a manejarlo con facilidad, máxime si es docente o licenciado en Comunicación Social. Insisto en que si un periodista no está convencido de que su rol en la sociedad es el de maestro a distancia, es bastante lamentable, y debería dedicarse a otra cosa.
En cuanto a los signos de puntuación la situación es igualmente preocupante, dado que muchos ignoran que las frases interrogativas o exclamativas deben ir entre dos signos: uno de apertura y otro de cierre (¿?, ¡!). Pero hay casos, quizás los más frecuentes, en los que solo por adivinación podrá saberse si son preguntas o afirmaciones, pues no aparece ninguno.
En relación con guao y wow la cosa es casi viral, dado que muchos redactores, por desconocimiento o colonialismo mental, usan la forma inglesa. Guau en español tiene dos usos: uno como onomatopeya del ladrido del perro, y el otro como interjección coloquial que indica admiración ante algo muy grande, muy bueno o muy bonito. Generalmente, quienes incurren en ese desliz son personas que se precian de ser nacionalistas y de valorar lo auténtico, lo autóctono y todo lo que los identifica con su país natal, al que dicen amarlo por encima de de todas las cosas (¿?).
Mención especial merece la expresión naguará o na guará, a tribuida a los nacidos en el estado Lara, usada para expresar asombro, alegría, resignación, enfado, tristeza, admiración y otras sensaciones. La han deformado en nawara, y ni siquiera se han percatado de que es una palabra de entonación aguda.
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