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martes, 29 de diciembre de 2020

Gustavo «Patón» Martínez: El alma del béisbol en Tinaquillo


Ángel Torres

Posted On29 Diciembre, 2020

 

Sol recio, bravío, de ese que solo conocemos los que somos de esta tierra. Debajo de esa incandescencia todo parecía quemarse en aquellos lejanos días perdidos, ubicados seis décadas atrás. Los jardines estaban hechos de un césped que perfectamente podría ser considerado monte recién cortado y el infield cubierto de una áspera arena, que parecía arder bajo los rayos del “catire”. Quizá no eran las mejores condiciones ¿Pero qué le vamos a hacer? Así es nuestra pelota y así la disfrutamos.

Camina hacia el home un bateador particular. Nunca ha sido el más talentoso, pero le sobra algo que a muchos les falta: amor por este juego. Es el noveno inning, su equipo Camoruco tiene la carrera de ganar en la antesala y él tiene la tarea de impulsarla para dejar en el terreno a Asamblea Legislativa (sus rivales). Viene el lanzamiento y la bola sale desde su bate rumbo a la tercera base, el jugador la domina y saca el tiro a primera, todo apuntaba que sería un out fácil, pero el inicialista se salió de la almohadilla a último momento. El corredor llegó quieto y su equipo ganó… “¡Pero cómo no voy a sacar el pie si este patón me pisó!”, gritó el inicialista enfurecido. Ese error involuntario marcó un antes y un después para Tinaquillo, pues de allí nació el apodo más significativo de su béisbol.

Todo comenzó el 10 de noviembre de 1948. Nieves Martínez y Rafael Farfán esperaban a su cuarto hijo. No sabían que el paso de los años les regalaría otros cuatro más, pero ese día solo estaban centrados en quien estaba a punto de llegar al mundo. Aquel miércoles nació Gustavo bajo la atenta mirada de una familia trabajadora y humilde que le daría apoyo y por sobre todas las cosas, un hogar.

Su vida en casa fue muy tranquila. Creció en el sector Camoruco con una infancia como la de cualquier niño normal del momento, hasta que más adelante tuvo que hacerle frente a alguna que otra dura realidad. El mundo era una cosa totalmente distinta a como lo es actualmente. Existir consistía en estudiar, trabajar y si quedaba tiempo, jugar.

Bajo el mismo sol abrasador que nos ha arropado durante toda nuestra existencia, forjó su personalidad. Ayudaba en casa, iba a la escuela y hacía algunos trabajos para poder apoyar a su familia. Ya entrado en la adolescencia se enamoró de la pelota por completo y comenzó a jugar en el estadio de Apamates. Podría decirse que su vida irónicamente era muy parecida a la de otro “patón”: Alejandro Carrasquel (salvando las distancias temporales); experimentaron una cotidianidad humilde fuertemente marcada por las ocupaciones y por el amor hacia el béisbol.



Con el tiempo ha convertido la escuela en una auténtica familia

Una visión clara

A diferencia del patón de los Senadores de Washington, Gustavo siempre supo que lo suyo no era jugar. No tenía reparo en admitir que no era un pelotero sumamente talentoso y las oportunidades de llegar al profesional en la época no eran para nada factibles. Sin embargo, esto nunca lo alejó del deporte, sino todo lo contrario. Comenzó a soñar con impartir clases, con crear escuelas más eficientes y hacer del juego algo universal en la población tinaquillera. La idea era que todos pudiesen tomar un guante si así querían, especialmente los niños.

Comenzó de esta manera, con poco más de 20 años su andadura como entrenador. Pero lo más relevante de esta época no era su labor dando rollings o elevados, sino lo que le ocurrió como persona. Su mejor turno al bate no tuvo lugar en ningún terreno, sino fuera de ellos. Ese turno en el que Dios le concedió la oportunidad de unirse a una persona que lo apoyara incondicionalmente, y Gustavo como buen pelotero entendió la seña perfectamente. Con 22 años se casó con Carmen Noguera.

Carmen no era solamente “su mujer” o “su esposa”, era mucho más que eso. Ella fue esa persona que sirvió como soporte en los momentos más difíciles para él; era la manifestación de la complicidad que tiene un pitcher con su receptor antes de lanzar una curva en la esquina de afuera. Fue la madre de sus hijos, pero por sobre todas las cosas, “la patona” y él por sí solos formaban un equipo. Un equipo que pasó por momentos duros pero que mantuvo su esencia hasta el final.

Patón intentó expandir la pelota y crear estadios en el pueblo un poco más céntricos, pero era una tarea complicada. Sin embargo, nunca perdió el ánimo y jamás abandonó su labor en los campos. En la década de los setenta comenzó a formalizar su estatus de entrenador en un viaje a la ciudad de Guanare. Justamente durante estos días estuvo a punto de perder la vida. El 5 de marzo de 1975 el estado Portuguesa fue sacudido por un temblor. Ese día él se había quedado en el terreno más tiempo de lo acostumbrado después de las actividades. Increíblemente el sismo hizo que parte de la estructura colapsara encima de su cama, por lo que, de haber llegado unos minutos más temprano hubiese fallecido.!



Lo más importante siempre ha sido que los niños aprendan las cosas buenas de la pelota

Durante esa misma etapa, consigue traer al pueblo el programa de Criollitos de Venezuela; lo que representaría un gran paso para el béisbol en la localidad. No perdió ninguna oportunidad de formalizar o buscar avances para que los más pequeños pudieran jugar con mejores condiciones. Además, Gustavo Martínez es un hombre de acciones, de pisar el terreno, así que en ningún momento cambió por completo el infield por las oficinas. En 1983 se inaugura el Estadio Luis Herrera Campíns. Poco a poco se iba progresando para que los torneos locales crecieran.

Veintiocho años pasaron desde aquel día, para que en 2011 las autoridades locales aprobaran el cambio de nombre y el recinto pasó a llamarse “Gustavo Patón Martínez”. Este es un hecho interesante y honroso, pues es una manera de agradecer en vida a alguien que ha dedicado toda su existencia al desarrollo de un deporte en un solo pueblo.

Podríamos pasar horas, días y hasta semanas enumerando los logros que se han dado gracias al incansable esfuerzo de Gustavo. Pero solamente hay uno que importa, o al menos así lo expresa él mismo: Que cada uno de los niños que han pasado por la escuela sean buenos hombres, ciudadanos correctos y que más adelante, cuando miren hacia su pasado, recuerden el béisbol como una etapa de crecimiento y diversión. El objetivo nunca ha sido crear grandesligas, sino algo mucho más profundo e importante. Aunque no está demás recordar que un pelotero salido de acá ha lanzado en la LVBP.

Un roble, o eso es lo que uno puede pensar que es Gustavo. Actualmente el estadio se encuentra en condiciones deplorables y aun así, él mismo se dedica a limpiarlo para evitar que muera el béisbol allí. Pero su mayor fortaleza viene de sus momentos más duros. Ha tenido que vivir la partida de su madre, su esposa y uno de sus hijos. Con ellos se fue un pedacito de él, pero en el fondo no ha perdido su alegría porque siente su mirada desde allá arriba, en las tribunas del cielo, al lado del manager más importante de todos, animando a ese muchacho patón que pisó accidentalmente al primera base, en aquella calurosa tarde de 1969.

En honor a Nieves Martínez, Carmén Noguera y Julio César Martínez. Por haber sido tan importantes en la vida de Gustavo y ser su motor en el día a día. Sé que están muy orgullosos de ti y te miran desde arriba con amor

 

1 comentario:

  1. Gustavo "Patón" Martínez nuestro Compañero de trabajo en el Instituto Nacional de Deportes excelente ícono del Beisbol en los diferentes Campos de la Pelota estamos orgullosos de sus grandes hazañas. Sus Compañeros del Estado Cojedes le seguimos su huella. Bendiciones. 🙏

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