Por
David Figueroa Díaz
09/07/2022
En los días más recientes he intervenido en tertulias en las que la conversación ha girado en torno de las impropiedades lingüísticas, sobre todo aquellas que son frecuentes en los medios de comunicación, especialmente en las denominadas redes sociales.
He tenido ocasión de compartir con personas a las que les apasiona el tema, y en razón de lo cual, siempre se preocupan por disipar sus dudas, pues además de gustarles, la escritura es su herramienta básica de trabajo.
Las veces que he podido, he hecho un balance sobre la amplia gama de las situaciones viciadas, sus causas, consecuencias, además de que he mostrado ejemplos prácticos con los que, si se les presta la debida atención, pudieran ser utilísimos para adquirir madurez en el asunto y evitar esos casos que ajan y envilecen el lenguaje escrito y oral.
En la lista figuran falta de tilde, colocación inadecuada de ese y otros signos de puntuación; uso inadecuado del gerundio, verbos con significado diferente del que registran los diccionarios, falta de sintaxis, así como el desconocimiento del uso de mayúsculas y minúsculas.
He perdido la cuenta de las veces que me he referido a cada uno de ellos, pues ha sido necesario volver a abordarlos en infinidad de ocasiones, en función de satisfacer inquietudes de personas que de manera regular y por demás amigable, solicitan que se les aclaren sus dudas.
Hoy, una vez más, hablaré de las mayúsculas y minúsculas, y para tal efecto mostraré algunos ejemplos tomados del día a día, complementados con otros de autores que muestran formas sencillas para la captación del mensaje. El mal empleo de mayúsculas y minúsculas estriba en el hecho de usarlas cuando no se debe, y omitirlas cuando sí son necesarias.
Se debe usar mayúscula al comienzo de un escrito; de igual forma en la palabra que va después de punto, bien sea aparte o seguido; en la que sigue a un signo de interrogación o de exclamación, siempre que no estén seguidos de coma, punto y coma o dos puntos, como por ejemplo: «¡Qué sorprendente! Nunca se me hubiera ocurrido»; «¡Qué sorprendente!, nunca se me hubiera ocurrido». La palabra que va después de dos puntos, cuando encabeza una carta o una cita textual, debe llevar inicial mayúscula: «Estimado amigo: Te escribo para recordarte…»; «El Libertador Simón Bolívar dijo: Moral y luces son nuestras primeras necesidades».
¿Con mayúscula o minúscula?
Por
David Figueroa Díaz
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09/07/2022
En los días más recientes he intervenido en tertulias en las que la conversación ha girado en torno de las impropiedades lingüísticas, sobre todo aquellas que son frecuentes en los medios de comunicación, especialmente en las denominadas redes sociales.
He tenido ocasión de compartir con personas a las que les apasiona el tema, y en razón de lo cual, siempre se preocupan por disipar sus dudas, pues además de gustarles, la escritura es su herramienta básica de trabajo.
Las veces que he podido, he hecho un balance sobre la amplia gama de las situaciones viciadas, sus causas, consecuencias, además de que he mostrado ejemplos prácticos con los que, si se les presta la debida atención, pudieran ser utilísimos para adquirir madurez en el asunto y evitar esos casos que ajan y envilecen el lenguaje escrito y oral.
En la lista figuran falta de tilde, colocación inadecuada de ese y otros signos de puntuación; uso inadecuado del gerundio, verbos con significado diferente del que registran los diccionarios, falta de sintaxis, así como el desconocimiento del uso de mayúsculas y minúsculas.
He perdido la cuenta de las veces que me he referido a cada uno de ellos, pues ha sido necesario volver a abordarlos en infinidad de ocasiones, en función de satisfacer inquietudes de personas que de manera regular y por demás amigable, solicitan que se les aclaren sus dudas.
Hoy, una vez más, hablaré de las mayúsculas y minúsculas, y para tal efecto mostraré algunos ejemplos tomados del día a día, complementados con otros de autores que muestran formas sencillas para la captación del mensaje. El mal empleo de mayúsculas y minúsculas estriba en el hecho de usarlas cuando no se debe, y omitirlas cuando sí son necesarias.
Se debe usar mayúscula al comienzo de un escrito; de igual forma en la palabra que va después de punto, bien sea aparte o seguido; en la que sigue a un signo de interrogación o de exclamación, siempre que no estén seguidos de coma, punto y coma o dos puntos, como por ejemplo: «¡Qué sorprendente! Nunca se me hubiera ocurrido»; «¡Qué sorprendente!, nunca se me hubiera ocurrido». La palabra que va después de dos puntos, cuando encabeza una carta o una cita textual, debe llevar inicial mayúscula: «Estimado amigo: Te escribo para recordarte…»; «El Libertador Simón Bolívar dijo: Moral y luces son nuestras primeras necesidades».
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