Por: David Figueroa Díaz
24/12/2022
Hoy, 24 de diciembre de 2022, me complace anunciar que este es el artículo número doscientos en este importante medio de comunicación, que me dio la oportunidad de aportar elementos para el mejor uso del idioma español. Siempre he hecho hincapié en que solo soy un aficionado del buen decir; pero con la suficiente madurez para opinar y ofrecer soluciones. La cantidad de publicaciones hasta hoy, pudo haber sido mayor; pero por diversas razones, ajenas a mi voluntad, muchas han sido las ausencias.
Valoro el hecho de que Periodistas-es.com haya entendido cuáles han sido y son las causas por las que en muchas ocasiones no he podido escribir, ni menos aun enviar el material, para cumplir el compromiso que asumí al convertirme en colaborador habitual (autor) de este medio. Me complace saber que los que hacen posible este portal informativo, están conscientes de los esfuerzos que hago para no fallar a la cita sabatina. Esa confianza es uno de los factores que me impulsan a hacer lo que esté a mi alcance para vencer los obstáculos.
Venezuela y España; pero aun así, el equipo editor ha hecho todo lo posible para cumplirles a los lectores, muchos de los cuales son seguidores habituales. ¡Gracias!
En los doscientos artículos publicados hasta hoy, he abordado diversos casos de impropiedades, comunes en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana. Por petición de los lectores y por otras razones, a veces ha sido necesario volver sobre temas ya tratados, con el deseo de disipar las dudas que hayan quedado de exposiciones anteriores.
Siempre trato de dar en cada caso un enfoque diferente, pero con la misma finalidad, en función de facilitar la comprensión. A la luz de las observaciones vertidas en este trabajo de divulgación periodística, muchos han sido los redactores profesionales y no profesionales que han disipado sus dudas y han adquirido soltura, lo cual es una evidencia de que este trabajo no ha sido en vano, y eso, por supuesto, me satisface.
He perdido la cuenta de las veces que he escrito sobre el uso de la coma, y en cada ocasión he recalcado que es uno de los signos más difíciles de usar con propiedad; pero también he advertido que, si le presta la debida atención, podrá manejarse con relativa facilidad. Sirve, entre otras cosas, para separar elementos en serie: arroz, cacao, harina de trigo; para separar las frases u oraciones de construcción semejante: «Comió fresas con crema, peras con azúcar, manzanas bañadas en miel y uvas sin nada».
Esos son los usos más elementales; sin embargo, muchas personas los desconocen. Algunos redactores, en lugar de coma utilizan el guión: martillo- yunque-estribo, ¡vaya usted a saber por qué. Hay otros que simplemente no usan coma, pues a lo mejor pensarán que no hace falta. Hay más usos; pero solo me he referido a dos para darle entrada a otro que es, a mi entender y el de una considerable cantidad de estudiosos de gramática, el más olvidado, y por ende, el menos usado. Me refiero a la coma del vocativo.
Para entender el asunto, es indispensable saber que el vocativo es la persona o cosa personificada a la que se nombra o se alude. Puede estar al principio, en medio de la frase o al final de esta: «Carlos, ocúpate del asunto»; «Ocúpate, Carlos, del asunto»; «Ocúpate del asunto, Carlos». Los ejemplos de este uso de la coma son muchos, y no sería necesario mostrar una gran cantidad para que pueda ser asimilado. Lo indispensable es poder reconocer y ubicar al vocativo. El vocativo está en las diferentes formas de saludos y en llamados de atención: «¡Buenos días, muchachos», «Hola, Rafael», «Bienvenido, profesor»; «Presten atención, señores»; «Estoy con ustedes, amigos». Si se invierte el orden, podrá notarse que el vocativo cambia de lugar, pero no altera el significado.
Se debe tener presente que la coma le da sentido a lo que se escribe, y por eso es fundamental manejarla con facilidad. Para tal propósito no es necesario ser experto en gramática y lingüística, ni menos aun miembro de la Real Academia Española. Solo basta con un poco de sentido común, sustentado en el hecho de que cuando se escribe en un medio de comunicación, se debe tener presente que todo lo que se diga, mal o bien, se arraigará en el vocabulario del común de las personas. Por eso les recomiendo que no olviden usar la coma del vocativo.
¡Feliz Navidad!
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