Por
David Figueroa Díaz
18/11/2023
Durante los veintinueve años en los que me he dedicado a escribir sobre el tema lingüístico, cumplidos recientemente, he procurado hacerlo de la manera más amena, sencilla y desprovista del rigor gramatical, bajo la óptica de alguien que no es catedrático del idioma español, sino un apasionado del buen decir.
No me sonrojo al expresar que a la luz de las observaciones y recomendaciones que de manera regular hago a través de este medio y por otras vías, muchas han sido las personas que han adquirido soltura y madurez cuando de redactar se trata.
Muchas también han sido las que, de manera cordial, se han autocalificado como asiduas seguidoras de este trabajo de divulgación periodística, lo cual valoro grandemente, pues es una demostración de que el esfuerzo no ha sido en vano. Entre esas hay diaristas, educadores y otros profesionales cuya ocupación habitual les impone el buen uso del lenguaje escrito y oral.
A veces ha sido necesario tocar un tema una y otra vez, con el deseo de disipar las dudas que hayan quedado. En cada una procuro mostrar ejemplos fáciles de asimilar, adaptados a la realidad actual, y por eso algunos de los lectores han adoptado este aporte como una guía práctica para resolver sus asuntos en esta materia. ¡Eso me honra!
El tema de hoy lo he mostrado en varias ocasiones, bien porque me lo han pedido, o porque he estimado prudente hacerlo en vista de la alta frecuencia con la que aparecen impropiedades en las que el meollo es el verbo.
Mucho he hablado del gerundio, del uso de verbos con significado diferente del que registran los diccionarios o como de la palabra tergiversar, que algunos periodistas y educadores han deformado y dicen tragiversar. No ha habido ni forma ni manera de persuadirlos de la ridiculez en la que incurren.
Los verbos son la parte de la oración que expresa la acción que hace el sujeto: comer, cantar, vivir, hacer, pensar, soñar, escribir, etc. Los hay de diferentes tipos: intransitivos, transitivos, ditransitivos y otras clasificaciones que por ahora no voy a mencionar, pues esta entrega está orientada al mal uso de algunos, una vez más.
Iniciar es un verbo que, por ser sinónimo de comenzar, se utiliza de manera inadecuada e indiscriminada. Aunque parezca una exageración, ya a casi nadie le gusta comenzar, sino iniciar, pues a lo mejor piensan que de esa forma es más elegante, lo cual no tendría nada de criticable (la elegancia); solo que lo usan como no debe ser.
En notas informativas de prestigiosos medios de comunicación se lee y se escucha que, por ejemplo: «Hoy inicia la Campaña de Vacunación de las Américas»; «Mañana inicia una huelga de educadores en reclamo de un salario justo»; «Ayer inició el juicio civil contra Donald Trump», etc.
Para evitar despropósitos, es necesario tener claro que iniciar y comenzar, aunque sean sinónimos, no se construyen de la misma manera. Los eventos no inician, se inician, por lo que, lo correcto es no omitir el pronombre personal «se»: «Hoy se inicia la Campaña de Vacunación de las Américas»; «Mañana se inicia una huelga de educadores en reclamo de un salario justo»; mencionado «Ayer se inició el juicio civil contra Trump Donald ».
Y como iniciar es sinónimo de comenzar, este último pudiera usarse sin ningún riesgo, dado que no necesita el pronombre: «Mañana comienza el Censo Nacional de Población y Vivienda». No pretendo imponer el uso de uno sobre el otro, sino, que a iniciar se lo use de forma adecuada.
De esa misma gama son estrenar e incrementar. El primero se lo usa de forma incorrecta, muy frecuente en los canales de estadounidenses para habla hispana, cuyas promociones comerciales y de otra índole, son de empresas chilenas, como por ejemplo Universal TV. He oído anuncios en los que se dice que la producción cinematográfica tal, «estrena el sábado 25 de noviembre». Lo prudente, lo normal y lo correcto, es se estrena o el estreno será…
En cuanto a incrementar, lo he leído y escuchado de contenidos informativos de portales de Venezuela y de otros países de Sudamérica, sobre todo en sucesos y notas de economía. Se dice que, por ejemplo: «La cantidad de fallecidos por el terremoto incrementó en…». O que «las ganancias incrementaron» en diez pr ciento.
Se aplica el mismo criterio, pues en ambos casos la lógica sugiere el uso del pronombre personal «se»: «La cantidad de fallecidos (…) se incrementó»; «Se incrementaron las ganancias». En el primero podrá decirse aumentó; y en el segundo, aumentaron. ¡Y sanseacabó!
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