El evento del momento, próximo a entrar en cuartos de final, sin dudas es el Mundial de Fútbol, que en mi opinión, no ha generado el entusiasmo de otras ediciones; aunque sí grandes sorpresas. El tema musical que lo identifica, la ausencia de algunas selecciones que tradicionalmente han participado, a lo que se suman otros factores, han sido determinantes para que la “fiebre del mundial” no haya alcanzado la temperatura que siempre lo ha caracterizado. Sin embargo, el día a día de los amantes del balompié transcurre entre sus ocupaciones habituales y fútbol. La eliminación Alemania, de España, de Portugal, de Argentina, de México, amén de otros episodios bastante comentados, ha sido lo más sobresaliente. La selección azteca impresionó en la fase eliminatoria e hizo pensar que llegaría muy lejos; pero se topó con Brasil que, aún cuando no ha brillado como en otrora, hizo lo necesario para dejarla en el camino y avanzar. Me ha llamado la atención el hecho de que algunos narradores y comentaristas incurren reiteradamente en impropiedades lingüísticas, que merecen ser comentadas, en aras de evitar que el mal haga metástasis.
Es impensable que un connotado narrador y comentarista, como lo ha sido Arley Londoño, incurra siempre en la misma falta. Durante lo que va de competencia, junto con su compatriota Luis Fernando Restrepo, cada vez que el balón sale por las bandas, dice en clara y diáfana voz: “Habrá saque de banda lateral”. En principio creí que se trababa de un lapsus liguae, del que nadie está exento; pero durante los noventa minutos y el tiempo agregado de cada partido, Londoño y Restrepo nadan en el mar de la redundancia. No se necesita ser árbitro colegiado para saber que el rectángulo de juego está compuesto por líneas laterales y líneas de fondo. Si la pelota sale por la derecha o la izquierda, habrá saque de banda o lateral; pero no saque de banda lateral, como lo dicen estos experimentados narradores y comentaristas neogranadinos. Y si sale por una de las que están en el área de las porterías, se dirá que el juego se reanudará con un saque de meta, saque de arco u otra expresión análoga.
Ante esto hay que tener cuidado, pues hay muchas personas que se dedican a la narración y al comentario deportivo, y en vez de crear, lo que hacen es imitar expresiones y hasta la forma de hablar de algunos narradores y comentaristas a los que se los ha ponderado como los más experimentados y cotizados, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente.
Arley Londoño es conocido por la afición futbolística del estado Portuguesa, toda vez que en 1975 conformó el equipo de transmisión, junto con Pedro Zárraga y Oscar David Flores, del Portuguesa FC, a través de la siempre recordada Radio Portuguesa. Su calidad profesional le permitió ocupar otros espacios, pues fue jefe de la sección de deportes de la cadena CNN en español, así como de otras no menos importantes de habla hispana. Hoy día está en Directv Sport.
Los narradores y comentaristas que no saben que el Portuguesa FC fue el equipo que internacionalizó al balompié venezolano, deberían actualizarse, pues si desconocen la historia del primer pentacampeón de Venezuela, podrán ser otra cosa, menos narradores y comentaristas. Muchos ignoran que cuando Pelé se retiró de las canchas, lo hizo en un partido entre el Cosmos de Nueva York (su equipo) y el Rojinegro de Acarigua-Araure.
Aparte de la redundancia antes mencionada, el tiempo de descuento también está en boca de casi todos narradores y comentaristas, especialmente argentinos y uruguayos. No han entendido que en el fútbol no se descuenta tiempo, sino se añade para compensar el que se pierde por algunas situaciones del juego: sustituciones, faltas u otros incidentes que conlleven la paralización. El Diccionario de la Real Academia Española define el término descuento como el que se juega después del tiempo reglamentario en un partido de fútbol, y quizás allí se apoyen algunos para hablar de descuento; pero ocurre que no es una cuestión de definición académica ni de una imposición de la Fifa, sino de sentido práctico. La docta institución, por el bien del fútbol, deberá rectificar.
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