Médico de Cabecera y Santo Sanador

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domingo, 26 de febrero de 2023

¡Les pido disculpas!

Por: David Figueroa Díaz


25/02/2023

Es encomiable que haya comunicadores sociales, educadores y profesionales de otras disciplinas que se preocupen por hacer un mejor uso del lenguaje que emplean; pero cuando esa preocupación se basa en el desconocimiento, es bastante lamentable, aunque el propósito original pudiera haber sido noble. ¡Deben tener mucho cuidado con eso!

Siempre he insistido en que los periodistas y educadores, por el rol que les corresponde desempeñar ante la sociedad, están en la obligación legal y moral de manejar con relativa facilidad el lenguaje escrito y oral, pues de lo contrario la calidad de su desempeño no sería óptima. No es necesario que se conviertan en eruditos.

No exagero al afirmar que muchos de esos profesionales no han podido disipar las dudas, y por eso de manera muy frecuente demuestran sus carencias que, dicho sea de paso, son muy lamentables. Pero lo peor de todo eso es que se niegan a aceptar que su léxico es limitado y está plagado de impropiedades que son fáciles de erradicar; pero por orgullo u otras razones, no aceptan sugerencias de nadie, menos de un simple «escribidor» de artículos.

Hay quienes se ufanan de su larga trayectoria de veinte, treinta o más años; pero cuando escriben o hablan, es fácil deducir que su experiencia no es tal, sino que es el mismo primer año repetido veinte, treinta o más años. Claro está, existen contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente.

Hago esta salvedad en virtud de que no se piense que lo expresado en este artículo es un ataque al gremio periodístico y al de los docentes, como en muchas ocasiones algunos detractores han pretendido hacer creer. Eso no es cierto; mi intención está desligada de cualquier actitud ruin. Los que hayan seguido y leído con regularidad este trabajo de divulgación periodística, podrán dar fe de lo que les he asegurado.

Esas personas a las que he aludido, andan a la ofensiva y siempre están pendientes de «pescar los errores» de sus semejantes, además de que se desviven por mostrar sus «grandes» conocimientos en materia gramatical y lingüística; pero cuando se les pide que razonen su exposición, entonces comienza su calvario. Uno de los temas que suelen mostrar es el de las disculpas, y aseguran sin más ni más, y con tono altanero, que: «Las disculpas se dan, no se piden».

He perdido la cuenta de las veces que he escrito sobre ese asunto, y hoy vuelvo sobre él, con la finalidad de mantener mi criterio y de poder contribuir con aclarar las dudas, que a juzgar por las polémicas que surgen de manera frecuente, son muchas. ¡Ya verán!

No sé si en otras naciones de la América hispana ocurra algo similar; pero en Venezuela, amparadas en un supuesto criterio de don Andrés Bello, muchas son las personas que afirman que las disculpas se dan, no se piden, «pues si así lo dijo Bello, así deberá ser».

Es prudente señalar que no existe ningún documento que confirme la opinión del ilustre venezolano; pero en caso de que sea cierto, su intención habría sido una muestra de caballerosidad y de generosidad, cualidades que lo distinguían, según algunos historiadores. Bello a lo mejor quiso significar que, cuando alguien es ofendido, calumniado o vilipendiado, etc., no debería esperar a que le pidan disculpas, sino que debería darlas.

Pero sea cual haya sido el deseo de ese insigne humanista, no debe haber dudas de que las disculpas se piden, por lo que nadie en su sano juicio debería sentir temor de ser «corregido» por algún sabidillo del idioma, a menos que su intención sea humorística.

Ahora, ¿las disculpas también podrían darse? ¡Por supuesto que sí! Pero primero alguien tendrá que pedirlas, a menos que quiera imitar el supuesto gesto caballeroso y generoso de Andrés Bello.

Cuando se dice «discúlpame», no se está dando disculpas; se está pidiendo, como lo demuestra el prefijo de negación «dis», que en este caso significa «quítame la culpa». También es necesario que se entienda que las disculpas son un camino de doble circulación, en el que siempre estará uno que las pida y otro que las dé. ¡Y si yo ofendo a alguien, lo lógico, lo cortés y lo valiente, es que pida disculpas; quien deberá dármelas es el ofendido. ¡Si alguien no me entendió, le pido disculpas!


sábado, 18 de febrero de 2023

¡Muy sencillo!

 

Por:

David Figueroa Diaz

18/02/2023

La semana pasada no me fue posible escribir ni aun enviar el artículo acostumbrado sabatino, por lo que una vez más pido disculpas al equipo editor de este importante medio de comunicación ya las personas que de manera regular siguen este trabajo de divulgación periodística.

Mi intención no es fallar a la acostumbrada cita; pero a veces las dificultades son mayores que el deseo de hacer una de las cosas que más me gusta. Contra la inestabilidad en el servicio eléctrico de Venezuela, que afecta directamente a las comunicaciones, no es mucho lo que un simple escribidor de artículos puede hacer.

Recientemente concluí una serie de cuatro artículos a manera de repaso, en los que volví sobre casos tratados en varias oportunidades, con el deseo de que los interesados ​​pudieran disipar dudas. Me agrada saber que el resultado ha sido positivo, a juzgar por los comentarios e inquietudes que ha recibido por diversas vías, lo cual es una demostración de que el esfuerzo no ha sido ni será en vano.

Una enumeración de las impropiedades más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana, podría resultar incompleta; pero de lo que no tengo dudas, es de que siempre son las mismas, y de que son simples y facilmente disipables, para lo cual sera indispensable tomar conciencia de la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera. En tal sentido, muchos de mis comentarios en este y en otros medios, han estado dirigidos a diaristas y educadores especialmente, pues son ellos los que, por el rol que desempeñaron ante la sociedad, están en la obligación moral de dar buenos ejemplos.

En tiempos estos de modernidad, lo más sobresaliente y que inquieta a los que escriben sobre temas de gramática y lingüística, es el desconocimiento de las palabras por la naturaleza de la entonación (agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas) y de los signos de puntación . A eso se aúna el uso de las letras mayúsculas y minúsculas. Es lamentable, lo digo una vez más, que un periodista o educador no sepa distinguir entre esto y está; entre este y esté o que se mantenga en el necio empeño de colocarle mayúscula a todo lo que encuentre a su paso, o que la omita cuando sea necesario.

El uso indiscriminado de mayúsculas y minúsculas en la publicidad, especialmente en la de Venezuela, es una verdadera calamidad. No tengo ningún temor en afirmar que, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, muchas empresas del ramo, que se autodenominan «agencias de publicidad», son unas verdaderas fábricas de dispares.

Pero como todo no es ni debe ser malo, ha habido mejoras significativas en personas que utilizan la redacción de textos como herramienta básica de trabajo, que han utilizado como guía estos comentarios semanales, y han adquirido soltura y confianza en sí mismos, lo cual les ha permitido comenzar a sobresalir de entre el grupo social al que pertenecen. Ese hecho, lejos de «masajearme el ego», me satisface y me impone la obligación de seguir aportando, «aunque tenga mil problemas».

La simplificación ortográfica es un tema del que muy poco habló en este y en otros medios en los que tuvo la oportunidad de exponer sobre lenguaje escrito y oral. Es breve, sencillo y muy simple; pero no menos interesante. Consiste en hacer las cosas más sencillas, en virtud de que la escritura se parece a la pronunciación. Creo que hoy día a nadie se le ocurriría escribir oscuridad o sustancia, por oscuridad y sustancia, a menos que la intención sea literaria. Se debe tener presente que con «b» es correcta. ¡Usted escoge!

Así sucede con otros vocablos que desde hace varios años fueron simplificados. Recuerdo que en una ocasión escribí setiembre por septiembre, y un amigo mío, con quien suelo hablar sobre temas del lenguaje, se «escandalizó» e inmediatamente me hizo la observación, no sin haber regocijado por haberme «pescado» en un error. Le di mi argumento con base en lo que al respecto establece la RAE. En las primeras modificaciones no se convenció; pero al cabo de poco tiempo supo entender que no hay error al escribir setiembre. Yo uso setiembre, y en más de una ocasión me lo han cambiado por septiembre.

Pero de la simplificación ortográfica lo que más preocupa son las palabras que tienen vocales dobles, como reestructurar, reemplazar, reeditar, sobreentender, sobreesdrújula, etc. Escríbalas de la forma que prefiere (con una «e» o con las dos); pero entienda que con una sola «e» no hay error ¡Así de simple!

 

domingo, 12 de febrero de 2023

Récords ‘imbatibles’ en la NBA: Curry, Chamberlain... y Calderón

 

El español, en un histórico ránking que ha elaborado 'The Athletic' y del que salen los puntos de Kareem: por orden, los récords más difíciles de batir.

Por Juanma Rubio


Febrero de 2023 

Kareem Abdul Jabbar ya no es el el máximo anotador de la historia de la NBA: LeBron James ha dejado atrás los 38.387 puntos del pívot, una marca que, hasta hace no tanto, parecía imposible para todos los demás. Cuando se puso al frente de esa marca legendaria, hace casi cuatro décadas, el primero era Wilt Chamberlain (31.419). Fue el 5 de abril de 1984 y fue, cómo no, con un sky hook (su gancho indefendible) y ante Mark Eaton, el gigantesco pívot de Utah Jazz. Durante años, se pensó que nadie batiría a Chamberlain. Pero este es ahora séptimo. Entre LeBron, Kareem y él están Karl Malone, Kobe Bryant, Michael Jordan y Dirk Nowitzki.

Si LeBron, que lleva desde 2003 en una NBA a la que llegó con 18 años y nunca baja de 25 puntos de media (solo de rookie no llegó a esa cifra) no lo conseguía, parecía que nadie lo fuera a conseguir. Pero ese debate, cuando LeBron daba zancadas y las cuentas empezaban a salir, hizo que el periodista Josh Robbins se preguntara en The Athletic qué récords son imposibles o casi imposibles de batir de los mucho que adornan la historia de la Liga. Y para ello reunió a un panel de expertos que elaboraron ese curioso ránking: Jim Chones (campeón con los Lakers en 1980 y analista de radio de los Cavaliers), Curtis M. Harris (director de ProHoopsHistory), Mike Lynch (una de las mentes pensantes de Basketball Reference), Jalen Rose (exjugador y analista de ESPN), Ben Taylor (analista y locutor) y Matt Winer (analista y presentador).

La lista incluía solo marcas de Regular Season. No aparecían, por lo tanto, hitos legendarios como los once anillos de campeón de Bill Russell. Y de los montones que acumula Wilt Chamberlain se han dejado fuera dos que se consideran literalmente fuera de cualquier clasificación: sus 55 rebotes en un solo partido y los 48,5 minutos que promedió (los partidos duran 48... pero hay prórrogas) en la temporada 1961-62. La lista tenía 15 marcas, pero hay que borrar la de anotación Kareem porque LeBron ha hecho lo imposible. Así que estos son los 14 más difíciles de batir en orden de menor a mayor, del más accesible (dentro de la dificultad histórica) al número 1, el que se considera totalmente inalcanzable:

14. MÁS TRIPLES EN UNA REGULAR SEASON: 402, STEPHEN CURRY. En la histórica temporada 2015-16, la de las 73 victorias de los Warriors, Curry ganó el MVP de forma unánime (nadie más lo había logrado) con un despliegue legendario: 30,1 puntos y 60,7 asistencias con un 50% en tiros de campo, un 90% en tiros libres y un 45% en triples a pesar de que lanzó 11,2 por noche. Metió 5,1 de media en 79 partidos. En total: 402. El segundo es James Harden, que metió 378 en la 2018-19. Y siguen otras dos marcas de Curry: 354 y 324. Solo ellos dos han pasado de 300 (tres veces Curry, una Harden).

13. MÁS PARTIDOS DE REGULAR SEASON: 1.611, ROBERT PARISH. El mítico Chief, el doble cero que ganó tres anillos con los Celtics de Larry Bird y el de 1997 con los Bulls de Jordan, jugó en la NBA desde 1976 aquel 1997. Mucho tiempo. Pero la gran clave es que casi no se lesionaba: en 16 de sus 21 temporadas jugó al menos 76 partidos. El segundo es Kareem Abdul-Jabbar con 1.560 partidos. Y Vince Carter se ha retirado tercero: 1.541.

12. MÁS ASISTENCIAS EN UN PARTIDO: 30, SCOTT SKILES. El 30 de diciembre de 1990, Skiles (con la camiseta de Orlando Magic) repartió 30 asistencias en un 155-116 de su equipo contra Denver Nuggets, un equipo sin defensa que permitió esa temporada más de 130 puntos en contra por noche con un 51% de acierto de los rivales. El anterior récord, 29, era de Kevin Porter (24 de febrero de 1978). Bob Cousy llegó a 28.

11. MÁS PUNTOS EN UN CUARTO: 37, KLAY THOMPSON. Fue inolvidable: el 23 de enero de 2015 Klay Thompson jugó un tercer cuarto perfecto en un Warriors-Kings que su equipo ganó 126-101. Anotó 37 puntos con un 13/13 en tiros y un 9/9 en triples (también un 2/2 en tiros libres). El récord lo tenía George Gervin desde 1978 y Carmelo desde 2008: 33 puntos. Después, en 2016, Kevin Love se puso segundo con 34 puntos en un cuarto (23 de noviembre).

10. MÁS ASISTENCIAS TOTALES EN REGULAR SEASON: 15.806, JOHN STOCKTON. Como dice Robbins, este récord parece todavía más imbatible que lo que indica un décimo puesto. Chris Paul, uno de los mejores de la historia, es séptimo en el ranking total y líder en activo... y está en 9.607. No puedo alcanzar al mítico Stockton. LeBron es octavo en la lista (9.298). Lynch lo explica bien: “Para batir este récord no solo tienes que ser un increíble pasador. También tienes que jugar para siempre y tener al lado a un tío que meta 35.000 puntos”. En el histórico, Jason Kidd es segundo con 12.091 y Steve Nash tercero con 10.335. Mark Jackson y Magic Johnson también superaron las 10.000. Solo esos cinco lo han conseguido.

9. MÁS PUNTOS EN MEDIA PARTE: 107, PHOENIX SUNS. Fue el 10 de noviembre de 1990 y los Suns ganaron a los Nuggets 173-143. Poco más de un mes después llegó el récord de Skiles ante los mismos Nuggets. Los Suns anotaron 107 puntos en media parte... con un 0/2 en triples. Las siguientes mejores marcas son de los Hawks (97 en 1970) y Sixers (95 en 1967).

8. MÁS PARTIDOS SEGUIDOS CON AL MENOS 30 PUNTOS: 65, WILT CHAMBERLAIN. El gigante Chamberlain logró este hito entre el 4 de noviembre de 1961 y el 22 de febrero de 1962. Fue la temporada en la que anotó 100 puntos en un partido y promedió 50,4. Otro récord que parece que debería ir más arriba: James Harden es segundo con 32 partidos (13 de diciembre de 2018-21 de febrero de 2019). La siguiente marca, 31, también es de Chamberlain.

7. MEJOR PORCENTAJE DE TIROS LIBRES: 98,1%, JOSÉ MANUEL CALDERÓN. La efectividad del base español desde la línea de personal es considerada una de las marcas más difíciles de alcanzar. Calde tuvo un 87,3% en su carrera NBA y seis temporadas por encima del 90%. En la temporada 2008-09, con Toronto Raptors, Calderón se fue a un 98,1%: 151 de 154. Este récord solo mide a jugadores que lanzan al menos 125 tiros libres en la temporada. Chones alaba al español: “Para batir eso tienes que meter 99 de cada 100. No sé cómo pudo hacer algo así Calderón”. Segundo es Calvin Murphy con un 95,8% (1980-81).

6. MÁS PARTIDOS SEGUIDOS DE REGULAR SEASON: 1.192 AC GREEN. Un récord increíble de AC Green, que fue tres veces campeón con lo Lakers, dos con el Showtime de Magic Johnson (1987 y 1988) y otra ya antes de retirarse, en 2000. La durabilidad de Green, que se mantuvo virgen durante esos años de carrera entre las bromas de sus compañeros de los Lakers, es legendaria: no se perdió ni un partido entre 1987 y 1997.

5. MÁS VICTORIAS EN UNA REGULAR SEASON: 73, GOLDEN STATE WARRIORS. La mítica temporada 2015-16 de los Warriors... cerrada con derrota en las Finales, donde fueron el primer equipo que perdió una ventaja de 3-1 a favor (ante los Cavaliers de Kyrie Irving y un LeBron James colosal). Sigue el 72-10 de los Bulls 1995-96 y las 69 victorias de los Lakers 1971-72 y los Bulls 1996-97.

4. MÁS VICTORIAS SEGUIDAS: 33, LOS ANGELES LAKERS. Esos Lakers recién citados de la temporada 1971-72, cuando rompieron la maldición y ganaron el primer anillo desde el traslado a Los Ángeles, el único que tiene Jerry West... También estaba Wilt Chamberlain y un Elgin Baylor que se retiró nada más comenzar la temporada. Sin él, curiosamente, comenzó una racha de 33 triunfos: del 5 de noviembre de 1971 al 7 de enero de 1972. El entrenador era Bill Sharman, que había sido campeón como jugador con los Celtics de Red Auerbach y que luego fue general manager de los angelinos durante los años 80. La siguiente marca son 28 de los Warriors, pero a caballo entre dos temporadas (del 9 de abril al 11 de diciembre de 2015). Los Heat de LeBron James ganaron 27 seguidos (3 de febrero-25 de marzo de 2013).

3. MÁS PUNTOS EN UN PARTIDO: 100, WILT CHAMBERLAIN. Uno de los récords más famosos de la historia de la NBA. Wilt sumó 100 puntos el 2 de marzo de 1962 en un partido de sus Philadelphia Warriors contra los Knicks. Parece imposible de batir, pero en la era de la revolución del triple hay que coger ese imposible con alfileres. La segunda marca son los 81 puntos de Kobe Bryant ante Toronto Raptors en 2006. Las tres siguientes vuelven a ser de Chamberlian: 78 y dos veces los 73 que también metió David Thompson.

2. MÁS REBOTES EN REGULAR SEASON: 23.924, WILT CHAMBERLAIN. Para entender lo difícil que es batir este récord basta este dato: Dwight Howard es el máximo reboteador en activo. Lleva en la NBA desde 2004, tiene 34 años y lleva...13.641 rebotes. Segundo es Bill Russell (21.620) y tercero Kareem Abdul-Jabbar (17.440).

1. LA MEDIA DE PUNTOS MÁS ALTA EN UNA TEMPORADA: 50,3, WILT CHAMBERLAIN. Otra vez Chamberlain y otra vez esa temporada 1961-62 que no ha parado de salir en este artículo: un partido de 100 puntos, 65 seguidos con al menos 30... el panel de expertos cree que una súper estrella podría (aunque sea improbable) meter más de 100 puntos en una noche iluminada en niveles de leyenda. Pero meter 50 de media durante una temporada completa... eso parece literalmente imposible. La cosa no acaba ahí: de las seis mejores marcas, cinco son de Chamberlain. 50,3, 44,8, 38,3, 37,6 y 36,8. Solo se cuela, en quinto lugar, Michael Jordan (37). Y en séptimo está James Harden (36,1). Lo dicen los expertos: si hay un récord imposible de batir en la NBA, es este.

sábado, 4 de febrero de 2023

¡Siempre es bueno dar un repaso! (y 4)

Por

David Figueroa Díaz

02/04/2023

Concluye esta serie de cuatro artículos sobre temas mostrados en varias ocasiones, siempre con diferentes enfoques, con la finalidad de disipar las dudas que hayan quedado, como siempre con intención de divulgación periodística.

Para muchas personas que utilizan la redacción de textos como herramienta básica de trabajo, estos aportes les han sido de gran utilidad. Es satisfactorio saber que a la luz de las observaciones y sugerencias, han adquirido soltura en eso de escribir relativamente bien.

Cuando hablo de relativamente bien, lo hago porque en estos menesteres nunca se termina de aprender; pero con el debido interés se puede obtener un manejo sobresaliente, que debe ser la preocupación fundamental de todo aquel que escriba de manera frecuente, en comunicados especiales sociales y educadores.

No exagero al decir que muchos profesionales, como los nombres, incurren en faltas de ortografía elemental, lo cual es lamentable, pues el rol que desempeñan ante la sociedad, les impone un buen uso del lenguaje escrito y oral, además de otros conocimientos que les poder alcanzar los objetivos.

La semana pasada les anuncié que les hablaría de a, ha, he, halla, haya, aya y allá, y de manera involuntaria excluí ha, que es de la misma gama. También les hablaré de eso.

Las dudas y confusiones son muy frecuentes. Lo lamentable de todo esto es que quienes incurren en mal uso de esas formas, por lo general son personas a las que sería impensable tacharles una impropiedad de esa naturaleza.

La solución es sencilla; solo es necesario un poquito de interés, y el resultado llegaría por añadidura.

La a es una preposición que indica movimiento, finalidad, lugar, tiempo, manera, etc.: «Voy a estudiar»; «Te atreves a aseverar»; «¿Qué le vamos a hacer?»; «Voy a Caracas el fin de semana».

En cuanto a ha, por definición, es la forma de tercera persona del singular del presente del verbo haber, usada en frases compuestas: «Ha aprendido la lección»; «Ha confirmado su asistencia»; «Le ha tocado hacer de todo para subsistir»; «Se conformado con un cargo de bajo nivel».

Una forma práctica de reconocer el uso de a, ha, y que no es creación mía, es tener presente que cuando ese sonido va acompañado de un verbo en infinitivo, deberá ir sin hache: «Voy a descansar un rato»; «Estoy convencido de que no va a volver»; «Y ahora vamos a celebrar».

Entiéndase por verbo en infinitivo aquel que no está conjugado en ninguna persona gramatical: aguantar, agarrar, administrar, brindar, bautizar, brillar, colgar, contar, controlar, dividir, distribuir, divertir, etc.

Cuando sigue una palabra terminada en ado o en ido, deberá escribirse ha: «Se ha consagrado como un gran conocedor de lingüística»; «Nos ha revelado todos sus secretos»; «Ha conservado su buen humor; «Nos ha divertido con sus ocurrencias»; «Se ha producido un gran problema»; «El maestro de ceremonia se ha dirigido al público con gran elocuencia».

En cuanto a ah, solo basta saber que es una interjección que indica admiración, sorpresa o pena: «¡Ah, ya entendí!»; ¡Ah, qué bien!»; «¡Ah, entonces tú no estabas!»; ¡Ah, qué lástima!

He es una «forma defectiva verbal que va unida a los adverbios aquí, ahí o allí; se utiliza para señalar o mostrar algo a una segunda persona»: «He aquí el problema». Es incorrecto escribir, por ejemplo: «Yo no e sido quien más te ha querido»; «No e podido comunicarme con el director»; «No la e convencí de que volvería», etc.

De la misma familia son halla, haya, aya, allá; ahí, hay y ay.

Halla es del verbo hallar (encontrar-se): «No halla cómo convencer al jurado»; «Se encuentra en una situación difícil»; «No halla a quién echarle la culpa».

Haya es una forma del verbo haber: «Espero que Luis haya aprobado el examen»; «Creo que no hay problemas»; «Mientras no haya una respuesta positiva, los educadores mantendrán la protesta».

Aya es la persona (masculina o femenina) encargada del cuidado de los niños: «Dejé los niños con la aya».

Allá es un adverbio de lugar: «Allá en el camino real…».

Ahí es también un adverbio de lugar, además de poder usar «para referirse a un momento o tiempo pasado del cual se está hablando; a menudo precedido de preposición»: «Quédate ahí y no te muevas»; «Ahí fue cuando vino la confusión».

Hay es una forma impersonal de verbo haber, usada para expresar existencia: «Hay muchas razones para romper el acuerdo».

En tanto, ay es una interjección que se emplea para expresar estados de ánimo: «¡Ay, pobre de él»; «Ay, no sé cómo se las arreglará para enmendar el error»; «¡Ay, señora, yo no tuve la culpa!».


¡A propósito de las elecciones en Venezuela!

 Por: David Figueroa Díaz   30/03/2024 Hay situaciones que de pronto desaparecen; pero basta con que haya un elemento vinculante para que re...