Médico de Cabecera y Santo Sanador

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sábado, 30 de septiembre de 2023

«¿Qué vamos hacer?»

Por:                             

David Figueroa Díaz  


30/09/2023                     

Los conocedores del tema gramatical y lingüístico consideran que el uso de las preposiciones es el que más dudas e impropiedades genera, y no es para menos, pues la enseñanza que se imparte al respecto es y ha sido muy somera, por lo menos la que yo recibí en mi época de estudiante. Por esa razón muchas personas incurren de manera muy frecuente en mal uso.

Lo lamentable es que en la mayoría de los casos, los autores de esos despropósitos son periodistas, educadores y otros profesionales que de una u otra forma están vinculados a la comunicación social, lo cual les impone la obligación moral y aun legal, de hacer un buen uso del lenguaje que emplean. ¿O no?

En este artículo no voy a referirme de manera muy profunda a las preposiciones, pues para eso necesitaría mayor tiempo y espacio. Solo les hablaré de algunos casos que son frecuentes en los medios de comunicación social, con mayor presencia en las denominadas redes sociales, que a mi juicio, son muy oportunas; pero están plagadas de cosas que hay que evitar.

En tal sentido, es oportuno decirles que las preposiciones son «la parte invariable de la oración que se utiliza para establecer una relación entre dos o más palabras». Las más comunes son, en orden alfabético: a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hasta, hacia, para, por, según, sin, so, sobre, tras.

Una de las preposiciones que más les produce «dolor de cabeza» a los redactores, y los hace incurrir en impropiedades, es la «de», sobre todo cuando se debe expresar el modo de funcionamiento de las cosas o el contenido de las mismas.

El caso más polémico, sin dudas, es el «vaso de agua», frase a la que muchas personas, sin saber de lo que hablan, le niegan legitimidad. En este caso la preposición «de» no alude al material con el que estuviera construido el vaso, sino a la cantidad exacta de agua que cabe en él. Si no fuese correcto decir un vaso de agua, tampoco lo sería en casos como: un vaso de leche, un plato de sopa, un ventilador de techo, una copa de vino, etc.

He perdido la cuenta de las veces que en este espacio de divulgación periodística, en talleres y otras dinámicas de grupo, me he referido al bendito vaso de agua; pero nunca estará demás tocarlo de cuando en cuando, con la finalidad de infundirles confianza a los que de manera seria y responsable se dedican a la redacción y a otras disciplinas relacionadas con la comunicación social.

Se ha vuelto muy frecuente la omisión de la preposición «a» en frases como la que he utilizado de título en este escrito, y es por eso que a cada rato los lectores se topan con: «Voy hacer lo que más me convenga»; «Se dedicó hacer una síntesis del tema»; «Hoy no van hacer cena», etc. La confusión en este caso es inducida por el hecho de que en el lenguaje oral se escucha hacer, y no a hacer. Lo cuestionable es que esa impropiedad se ha trasladado al escrito y se ha arraigado de tal modo, que no ha habido forma ni manera de erradicarlo.

También se da mucho el caso de que en lugar de hacer, aparece ser y viceversa: «Voy a ser una fiesta para mis compañeros de trabajo»; «Ya van hacer las seis». En este caso el motivo de la confusión es el mismo que les he descrito, con el agregado de que es un lenguaje de muy bajo nivel, propio de la gente de escasa preparación, que no sería cuestionable; pero es recomendable que se ocuparan de mejorar su expresión escrita, máxime si son usuarios habituales de las redes sociales. Lo censurable sería que un periodista, un educador o cualquier profesional universitario tenga esa deficiencia, ¡y vaya que los hay en una incuantificable cantidad, lamentablemente!

En resumen, la sugerencia es tener claro que en la perífrasis verbal «ir a más infinitivo», no debe omitirse la preposición «a», aunque el verbo auxiliado empiece por /a/: «Voy a hacer»; «Voy a abrir»; «Voy a acumular puntos»; «Ellos van a aclarar el asunto»; «Nosotros vamos a acaparar la atención», «Qué vamos a hacer», etc.

Es justo señalar que el asunto gramatical y lingüístico es un tanto complicado; pero si le presta la debida atención, podrá sacársele un gran provecho. ¡Manos a los libros!


sábado, 9 de septiembre de 2023

¡Más palabras para memorizar!


Por:                                


David Figueroa Díaz  

09/09/2023

Cuando me dispuse a redactar el artículo de la semana pasada, no pensé en escribir una segunda parte; pero una vez publicado, muchos amigos y conocidos me sugirieron hacer otra entrega, pues aún existen muchas dudas y confusiones, sobre las que vale la pena insistir para que los interesados puedan adquirir solvencia en la redacción de textos, además de persuadirse de la importancia de llamar las cosas por su nombre, como debería ocurrir con todas las personas cuya herramienta básica de trabajo sea el lenguaje escrito y oral. ¡No hubo más remedio; esta es la continuación!

Sobre las palabras mal utilizadas, que en la anterior entrega y en esta las he llamado «…para memorizar», he escrito muchas veces. En cada ocasión he mostrado enfoques diferentes, siempre con el deseo de facilitar la comprensión. Ha habido lectores que han aclarado sus dudas; pero lamentablemente hay otros a los que los aqueja el síndrome del teflón: nada se les pega.

De modo pues que, hoy mostraré otra serie de palabras que son utilizadas de forma incorrecta, tanto en los medios de comunicación social, como en el habla cotidiana. Solo hace falta memorizarlas, además de que es fundamental que cada persona que esté vinculada con la escritura y la expresión oral, valore la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera.

Casi todos los redactores de contenidos publicitarios y locutores de radio y televisión ignoran que el sufijo -triz es de género femenino, y por eso es frecuente leer u oír menciones en las que se anuncia que el establecimiento tal es «el de mayor prestigio en el ramo automotriz» o que tiene una amplia gama de «repuestos automotrices». En ambos ejemplos hay una falta de elemental concordancia, dado que el sustantivo ramo es masculino y por tanto el adjetivo que lo califica debe concordar con él en género y número.

Si alguien no sabe lo que es el género y el número de las palabras, es recomendable que le dé un repaso a lo que le enseñaron en la educación primaria y en secundaria. Lo adecuado es ramo automotor y repuestos automotores. Alguien pudiera decir que por mercadeo u otra razón prefieren usar la terminación femenina. Eso es simplemente ignorancia, frivolidad u otra razón, de las tantas que han motivado el arraigamiento de muchos vicios en el ámbito publicitario, en donde, a la par de grandes creativos, hay muchos disparateros.

Se ha vuelto un vicio casi indesarraigable el uso de la palabra experticia de forma inadecuada. Por lo general se la usa para referirse a la persona que es gran conocedora de un asunto y lo maneja con facilidad: «Fulano de tal tiene gran experticia en el estudio de suelos» o que «su experticia le ha permitido ocupar cargos de gran importancia». Se entiende que la intención es decir experiencia; pero se utiliza el término inadecuado.

Entre los vocablos experiencia y experticia existe un parentesco medianamente cercano. El primero es, entre otras cosas, el cúmulo de conocimientos y sabiduría con el que una persona desempeña un oficio. En tanto que experticia es una revisión pericial, llevada a cabo por expertos, y quizás ahí esté la razón por la que algunos piensan que es sinónimo de experiencia.

La experticia se aplica en casos de accidentes automovilísticos, aéreos, incendios, etc., en los que los peritos deben determinar las causas que los originaron. Si usted es conocedor de un oficio y lo desempeña con gran facilidad, tiene experiencia; experticia es otra cosa, no se le olvide.

Cierro, por esta ocasión, el tema de las palabras para memorizar, con tres que también son utilizadas de forma incorrecta. La primera es «manulio», dicha y escrita así, para referirse al mecanismo que permite conducir una bicicleta o cualquier vehículo de dos ruedas. La adecuada es manubrio. ¡«Memorícela!

Para indicar la poda de árboles, muchas personas, incluidos periodistas y educadores, dicen apodar: «Mañana debo apodar las plantas de mi jardín»; «El vecino apodó el árbol, y las ramas quedaron sobre la acera». Estos ejemplos son ficticios, pero no arbitrarios. Son muy semejantes a los que se oyen y se leen casi a diario en la vida real.

Cortar las ramas de los árboles es podar, no apodar. Apodar es poner apodos. No son vicios muy extendidos, pues son propios del lenguaje bajo que se emplea en algunos lugares de Venezuela y de Hispanoamérica.

Es fundamental que comunicadores sociales y educadores se conviertan en multiplicadores de la forma correcta. ¡Esa es su obligación moral!


sábado, 2 de septiembre de 2023

Por:                               


David Figueroa Díaz  

02/09/2023

En los días más recientes la situación en cuanto al sistema eléctrico de Venezuela se ha vuelto insoportable. Ha habido fuertes fluctuaciones de voltaje y apagones a cada rato en casi todo el país, que son un indicativo de que todo aquello a lo que nunca más se le hizo mantenimiento, se está deteriorando de manera progresiva. Los entendidos en la materia aseguran que habrá cosas peores.

Lo lamentable de todo eso es que la empresa administradora y distribuidora de la electricidad nunca informa sobre las causas de las interrupciones ni responde por los daños ocasionados. Como consecuencia de esa inestabilidad, mi computadora estuvo inoperativa, y es por eso que he faltado en dos ocasiones consecutivas a la acostumbrada cita de los sábados. ¡Les pido disculpas!

He participado en tertulias con amigos y conocidos, aficionados, como yo, del buen decir. El tema central de los debates que han surgido, ha girado en torno de palabras que son usadas con significado muy diferente del que registran los diccionarios. Sobre eso he escrito muchas veces; pero nunca estará demás dar un repaso, con la sana intención de que todas aquellas personas que se esmeran por escribir bien y hablar de mejor manera, puedan disipar sus dudas. Para tal efecto será necesario que las memoricen y las incorporen a su vocabulario.

No sé si en otro país de habla hispana ocurra algo similar; pero en Venezuela «la reina de las palabras mal utilizadas» es sendo, con su correspondiente femenino. Periodistas, educadores, profesionales de diversas áreas y el común de la gente, la utilizan de forma inapropiada: «Senda cachetada le dieron al abusador»; «La reunión terminó en senda pelea»; «En sendo problema se metió el conserje por mal educado e imprudente», etc.

Lo primero que debe tomarse en cuenta es que el mencionado vocablo no admite singular. Lo otro es que no tiene nada que ver con grande, extraordinario, descomunal, asombroso, etc. Sencillamente es: uno de cada o uno para cada cual.

Hay algunos ciudadanos que, por demagogia y populismo, se autocalifican como humanistas, por decir humanitarios. Ignoran que, aunque son parientes muy cercanos, ambas palabras no significan lo mismo. Humanista está relacionado con el humanismo, y el humanismo es un movimiento cultural y artístico. Humanista vendría a ser el seguidor del humanismo. Por otro lado está humanitario, que es sinónimo de humano, solidario, benefactor, caritativo, filantrópico, altruista, compasivo, etc. Si algún ciudadano posee esas características, será humanitario, no humanista; a menos que a la vez sea militante e impulsor del humanismo; pero eso es otra cosa.

Al hecho de dar una interpretación errónea o falsa a algo, por lo general con intenciones no muy buenas, se le llama tergiversar; pero muchos periodistas, educadores, ingenieros, abogados, médicos y otros profesionales dicen «tragiversar». No sé de dónde habrán sacado semejante disparate, que ha hecho metástasis en muchas esferas de la sociedad venezolana. Tergiversar, si se revisan con detenimiento las sílabas que la componen, podrá notarse que significa «cambiar el giro de las versiones».

Hace varios días oí un audio difundido en los grupos de WhatsApp de los que formo parte, y me llamó poderosamente la atención que una persona con varios años en el ejercicio de la docencia haya dicho «eneligencia», por negligencia, que fue lo que sin dudas quiso decir. Debo confesar que en varias ocasiones he oído la mencionada palabreja, de su voz y la de personas con un bajo nivel de instrucción, lo cual sería admisible; pero que lo diga alguien que se ha formado para formar, y que además haya seguido estudios de posgrado, es bastante lamentable. No está demás recordarle que la forma correcta es negligencia, no «eneligencia».

A la larga lista de palabras mal utilizadas se ha sumado diatriba, que muchas personas a las que sería impensable tacharles una impropiedad de esa naturaleza, confunden con disputa, desencuentro, disyuntiva, controversia, desacuerdo, etc. Diatriba no es nada de eso, y si se lee un buen diccionario, podrá entenderse que es: «Discurso escrito u oral en el que se injuria o censura a alguien o algo». Si ese no es el sentido que quiere dársele, entonces no hay diatriba, sino una gran confusión.

Este artículo me fue sugerido por el poeta venezolano Yorman Tovar, quien por vía de WhatsApp me había enviado una lista palabras y frases que son utilizadas de forma incorrecta; pero al momento de elaborar el texto, me di cuenta de que ya no tenía el mensaje.

Sin embargo, recordé que una de esas era humanista. Le pido disculpas a mi amigo y cuasipaisano Yorman Tovar, y al mismo tiempo reitero mi disposición de volver a hablar del tema en otra oportunidad, siempre que la empresa eléctrica de Venezuela no siga dañando mi computadora.


¡A propósito de las elecciones en Venezuela!

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