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domingo, 18 de febrero de 2024

¡Esta es mi opinión!

Sobre la enseñanza de los signos de puntuación en escuelas y universidades de Venezuela

Por                                 

David Figueroa Díaz    

17/02/2024                     

Hace pocos días, el lunes 12 de febrero, para ser preciso, recibí por vía de WhatsApp, un mensaje de mi amigo y colega periodista Rubén Darío Gutiérrez, en el que me hizo llegar unas inquietudes de una amiga suya de nacionalidad rusa, de nombre Svieta Nikíforova, que trabaja en una universidad de Moscú, y que en los actuales momentos está desarrollando un trabajo de investigación.

La inquietud se derivaba de una encuesta entre hispanoamericanos, sobre la enseñanza de los signos de puntuación en escuelas y universidades, específicamente los puntos, la coma y cómo fue la enseñanza en esa área, en la época en que los encuestados fueron estudiantes, con hincapié en saber si hubo insistencia en que se aprendiera y si aplazaban alumnos por incurrir en errores de puntuación, aunque fuese uno. ¡Un poco enrevesada la cosa!

Luego de agradecerle la deferencia que tuvo para conmigo el nombrado compañero en el quehacer de la palabra, elaboré un breve texto contentivo de mi opinión, con base en mi experiencia de varios años en esto de escribir, sobre todo de las impropiedades más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana, que hoy voy a ampliar, con el deseo de que otras personas con las mismas inquietudes de la amiga de mi amigo, puedan tener una idea clara del origen del problema, sin la pretensión de dictar cátedra, pues solo soy un aficionado del buen decir.

Rubén Darío, aparte de periodista, es analista de temas internacionales, habla con gran fluidez el idioma ruso (traductor), se preocupa por escribir y hablar bien el español; pero lo que más estimo de él, es que es fiel cultivador de la amistad popular.

Sin más ni más le hice saber a Svieta, a través de Rubén Darío, que la enseñanza que se imparte en las escuelas, liceos y universidades de Venezuela, es muy deficiente en cuanto al tema que a ella le preocupa, y eso se debe a que quienes la imparten han recibido una enseñanza igualmente deficiente.

Se enseña de una manera muy superficial, lo cual hace que el alumno solo memorice una que otra regla con la que podrá aprobar un examen; pero le queda muy poco de lo que recibió. Eso ha hecho que hoy haya excelentes ingenieros, sobresalientes abogados, brillantes médicos; pero con graves defectos de ortografía elemental. Pero como no todo debe ser necesariamente malo, hay contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente.

Le recalqué que debería haber una modificación en el sistema educativo, que permita que el alumno demuestre lo que aprendió, lo cual le proporcionaría herramientas sólidas que le permitirían una escritura y una expresión oral medianamente aceptables.

Le dije que el uso de los signos de puntuación, de los que sobresale la coma, es el dolor de cabeza de muchos profesionales, porque quizás no han valorado la importancia de su rol ante la sociedad. No se han preocupado por escribir bien y hablar de mejor manera.

La ausencia de la coma y su uso cuando no es necesaria, aunada al desconocimiento de las palabras por la índole de la entonación, son los defectos más frecuentes en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana, se lo hice saber.

En cuanto a que si en mi época de estudiante la enseñanza fue muy superficial, no dudé en decirle que sí, como hasta ahora lo es, al punto de que hoy día en algunas universidades ya no imparten lenguaje, que es lamentable, pues es fundamental en todas las carreras.

Le comenté que nunca aplazaban alumnos por errores de ortografía, pues si los docentes no la manejaban con facilidad, era muy difícil que los notaran. En este punto hice hincapié en que no todos los docentes tenían dificultades con la ortografía; pero una gran mayoría sí.

También le expresé que la gramática y la ortografía siempre han sido vistas con temor, por lo que deberían implementarse mecanismos que permitan romper esa barrera, para erradicar esos vicios que se han arraigado y que no son difíciles de vencer.

Hubo algo que no le dije, y que siempre recalco en mis publicaciones sobre asuntos gramaticales y lingüísticos, a manera de recordatorio y exhortación. Lo diré una vez más: para escribir bien y hablar de mejor manera, no es necesario tener estudios avanzados sobre el tema lingüístico ni menos aun ser individuo de número de la Real Academia Española.

Solo basta con poner en práctica los fundamentos que se adquirieron en todas las etapas de la educación formal. ¡Así de sencillo! 

Tata...


sábado, 10 de febrero de 2024

Con hache y sin ella

Por                                 


David Figueroa Díaz   

10/02/2024                    

Hay casos y cosas que, aun cuando son muy sencillas, siempre conllevan una dificultad, y esa dificultad conduce a despropósitos.  En el caso de la escritura de textos, sobre todo en los medios de comunicación social y redes, es muy común que aparezcan situaciones viciadas, que fácilmente podrían ser erradicadas, siempre que sus autores se persuadan de la importancia del rol que les toca desempañar ante. . la sociedad.

Cada vez que me expreso en esos términos, debo necesariamente aludir a educadores y periodistas, que tienen la obligación moral y aun legal, de hacer un buen uso de la expresión escrita y oral. También se repite hasta la saciedad que, para alcanzar ese nivel, no es necesario hacer profundos estudios de lingüística y gramática, sino poner en práctica las enseñanzas básicas en esa materia que se imparte en todas las etapas de la educación formal.

Lo lamentable de eso es que quienes por lo general más incurren en impropiedades de lenguaje, son personas que siempre hacen alarde de su supuesta «impecable» ortografía.  ¡Y ni se le ocurre al común de los mortales hacerles una observación, porque se ofenden y hasta se atreven a «dictar cátedra» sobre cómo escribir bien!

Es justo reconocer que hay un marcado interés por deshacerse de esas situaciones que ajan y envilecen la escritura, lo cual demuestra que el trabajo de aquellas personas que se dedican a aportar elementos para escribir bien y hablar de mejor manera, no ha sido en vano.  Pero no es menos cierto que hay vicios que se han arraigado, y no ha habido forma de extinguirlos.  No es fácil;  pero es prudente que de cuando en cuando se hable del asunto, con el deseo de que los interesados ​​puedan acostumbrarse a llamar las cosas por su nombre.

En los días más recientes he leído textos en los que aparecen ejemplos que se pueden emplear para explicar el uso de ay ha, los cuales me han dado pie para volver a tocar ese tema, del que he perdido la cuenta de las veces que lo he expuesto.  De hecho, cuando en 1994 comencé a escribir sobre estos asuntos, en mi primera entrega hablé, de manera muy volandera, de casos en los que ay se ha tornan impertinentes.

Es frecuente leer que, por ejemplo: «La aplicación del nuevo método a dado mejores resultados», «Aún no a logrado convencer con su trabajo», «El supervisor nos a visitado varias veces en este año», etc. ha: «La aplicación del nuevo método ha dado mejores resultados», «Aún no ha logrado convencer con su trabajo», «El supervisor nos ha visitado varias veces en este año».

También aparecen frases como: «Voy ha descansar», «Al parecer este año las lluvias van ha entrar más temprano que de costumbre», «Con esa simple reparación, la planta generadora auxiliar no va ha funcionar», etc. descansar», «Al parecer este año las lluvias van a entrar más temprano que de costumbre», «Con esa simple reparación, la planta generadora auxiliar no va a funcionar».

Ahora, ¿cuándo debe ir ay cuándo ha?  ¡Muy fácil!

Sin complicaciones gramaticales, les digo que debe usar «a» cuando está antes de un verbo en infinitivo: descansar, entrar, funcionar, como lo son los que he usado en los ejemplos mostrados.  Entiéndase por un verbo en infinitivo aquel que no está conjugado en ninguna persona gramatical: bailar, reír, gozar, cantar, estudiar, investigar, comer, toser, averiguar, encontrar, etc.

Se escribe «ha» cuando esa partícula aparece antes de palabras terminadas en ado o en ido: «Aún no ha enviado el mensaje», «El día ha estado nublado», «La empresa ha contratado un nuevo asesor jurídico»;  «El trabajo no ha sido fácil;  pero lograremos la meta», «El pueblo ha sido testigo de nuestros esfuerzos», «Esa ha sido la constante», etc.

En mi opinión, esa es la forma más sencilla de saber cuándo usar una forma y cuándo la otra.  Además, si alguien escribe, por ejemplo, «A pasado mucho tiempo» o «Voy ha estar aquí hasta que me atiendan», por muy anticuada que sea la computadora u obsoleto el teléfono, ambos subrayarán en rojo el evidente error, o en el mejor de los casos, lo eliminará automáticamente.  De modo pues que, es conveniente que se sepa que ese subrayado en rojo no es un efecto especial, sino una advertencia porque algo no anda bien. 


sábado, 3 de febrero de 2024

¡Entre tilde y coma! (y 2)

Por:

David Figueroa Díaz


27/01/2024

Tal como lo había anunciado, culminaré esta serie de dos artículos en los que, a manera de repaso, he vuelto sobre el uso de la tilde, que complementaré con algunos ejemplos de la coma.

Es un asunto sumamente sencillo; pero a muchas personas, entre ellas profesionales de la comunicación social y de la docencia, se les dificulta distinguir las palabras por la índole de la entonación (agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas). Esa deficiencia les lleva a no usar la tilde cuando es necesario y, peor aun, a colocarla cuando no debe usarse.

Eso es lamentable, toda vez que un periodista o educador debe manejar con relativa facilidad el lenguaje que emplea. No debe tener errores ortográficos, y para⁹ eso no es necesario tener avanzados estudios de gramática y lingüística, pues como he dicho en reiteradas ocasiones, bastará con memorizar los conocimientos que en esa materia fueron recibidos en todos los niveles de la educación formal, para lo cual es indispensable el sentido común, que en esos menesteres es el mejor aliado.

A diario tropiezo con escritos cuyos autores son periodistas o docentes, que solo por adivinación o por lingüística forense podrán ser entendidos. Lo cumbre es que ellos se ufanan de no tener errores ortográficos. Es posible que crean que un error de esa naturaleza es solo escribir baca por vaca, kasa por casa, vicicleta por bicicleta o behículo por vehículo.

Alguien podría decir que exagero con esos ejemplos, lo cual no es cierto, toda vez que son muy frecuentes en redes sociales y en grupos de WhatsApp, de la autoría de personas que habitualmente se hacen llamar políticos, que opinan, critican; pero no se han dado cuenta de que el subrayado en rojo, tanto del procesador de palabras de las computadoras o de los teléfonos que hoy día llaman inteligentes, no es un efecto especial ni un adorno, sino una advertencia por dos razones fundamentales: hay vocablos incorrectos o no están en el diccionario invisible de esos equipos.

Si usted escribe «canbur» en vez de cambur, que es lo correcto, la computadora se lo subrayará o, en el mejor de los casos, se lo corregirá inmediatamente. En los teléfonos ocurre igual, y hay algunos que muestran varias opciones, en las que por supuesto está la correcta, como para que no les eche la culpa a esos equipos, que son de altísima utilidad en este mundo moderno.

Entonces, como esta serie también contempla a la coma, les mostraré algunos usos, con la finalidad y el deseo de que puedan manejarla con facilidad, que es una obligación moral de los que tienen la escritura como herramienta básica de trabajo. Espero que esta exposición les permita usarla de manera adecuada.

La coma tiene muchos usos, y es por eso que en diversas publicaciones se habla de los cinco, los siete, los diez, los doce y aun más aplicaciones de este importante signo de puntuación. Haré una síntesis sobre algunos usos, copiados textualmente de una publicación de Google, de los que modifique varios para facilitar la comprensión.

Se usa para separar elementos: «Es un joven muy educado, estudioso y de buena familia»; «Necesitamos agua, comida y refrescos».

Para hacer una aclaración: «María, la recepcionista del hotel, es una gran trabajadora»; «Juliana, cansada de correr todo el día, prefirió quedarse en casa»; «Tres de tus amigos, afectados por la COVID-19, no pudieron asistir a la fiesta».

Para aislar sustantivos que funcionan como vocativos. Es la que se conoce como coma vocativa o coma del vocativo: «Marcela, llámame»; «Buenos días, compañeros de grupo»; «Hola, Carmen», etc.

Se emplea en oraciones con adverbios correlativos: «Organizaremos la reunión, ya sea en tu casa, ya sea en la mía»; «A partir de cierta edad, o bien tienes los síntomas, o algo peor».

Antes de palabras como excepto, salvo y menos: «Todo me gustó, excepto la música»; «El profesor siempre llegaba temprano, salvo que tuviera una urgencia»; «Podría perdonar cualquier cosqa, menos la infidelidad».

Deberá usarse después de palabras de transición: «es decir»; «Ahora bien»; «Por otra parte»; «Sin embargo»; «No obstante»; «Por el contrario»; generalmente»; «Por último»; «Además», etc.

Les recalco que estos no son todos los usos de la coma; solo que seleccioné los que, a mi juicio, son los que más se ignoran e inducen a confusiones. Lo curioso es que son los más sencillos.

Si un periodista o un educador ignoran estos usos de la coma, lo mejor sería que le dieran un repaso y se preocuparan por aprenderse otros, pues su rol ante la sociedad los obliga.

¡A propósito de las elecciones en Venezuela!

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