Médico de Cabecera y Santo Sanador

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sábado, 11 de mayo de 2024

¡Hasta cuándo habrá comicios electorales!

 

Por:

David Figueroa Díaz  


11/05/2024

Nadie está exento de incurrir en impropiedades, máxime si esas ocurren a la hora de escribir o de hablar. Por más cuidado que pueda tenerse, siempre habrá cosas indeseadas. Unas son producto del descuido y otras del desconocimiento; pero a fin de cuentas deben evitarse. No tendría sentido una publicación con la que se pretenda aclarar dudas, si las dudas son de quien pretende enseñar.

En ese aspecto es recomendable tener mucho cuidado, pues abundan los «espontáneos del lenguaje» a los que les gusta hablar de lo que no saben, y por lo general, lejos de aclarar, lo que hacen es confundir a los que desean adquirir soltura en la redacción de textos, que dicho sea de paso, día a día aumentan. Hay personas que, aun cuando manejan el asunto con relativa facilidad, su criterio es excesivamente purista, lo cual los convierte en «cazadores de gazapos» y por lo general nunca «atrapan la presa».

No me creo dueño de la verdad; pero los años que llevo en estos menesteres me han permitido forjarme un amplio criterio, sin pretensiones de catedrático, pues solo soy un aficionado del buen decir, que también incurre en errores. El purismo no es malo; pero todo en exceso puede causar daño.

Entre las impropiedades que pueden ocurrir por descuido están la omisión de partes de la oración, como el artículo, las preposiciones, las conjunciones y otros elementos sin los cuales la escritura no tendría sentido, que solo por adivinación un lector cuidadoso podría entender. En esa gama está también la repetición de palabras.

Admito que muy a menudo incurro en ambas situaciones, pues por lo general escribo bajo la presión de que en cualquier momento pueda producirse una interrupción en el fluido eléctrico, y el tiempo del que dispongo para revisar es relativamente corto. Los que conocen la situación de Venezuela saben que el servicio eléctrico está cada día peor.

Cuento con la colaboración de mi amigo Rafael Ángel Parra, quien además de articulista de varios portales digitales, maneja con relativa facilidad el tema gramatical y lingüístico, y tiene la paciencia y la sapiencia suficientes para captar cualquier gazapo. No significa que no pueda escapársele alguno; pero la posibilidad es muy poca.

De lo que sí estoy seguro, es de que en este trabajo de divulgación periodística difícilmente aparezca un error ortográfico u otra situación que pueda atribuirse a desconocimiento. No lo digo por vanidad ni porque me crea infalible, sino porque no acostumbro hablar de lo que no sé. Cuando no estoy seguro del significado de una palabra o no sé cómo se escribe, apelo al diccionario. O en el mejor de los casos, la sustituyo por un sinónimo.

En cuanto a las palabras con igual significado, se debe tener en cuenta que la sinonimia de las lenguas no es perfecta, lo cual conlleva la particularidad de que dos palabras parecidas no deban emplearse en el mismo contexto, como iniciar y comenzar, que de buenas a primeras son la misma cosa; pero no se construyen de igual manera. He ahí la diferencia: una diferencia que muy pocos comunicadores sociales, educadores y otros profesionales cuya herramienta básica de trabajo es la redacción, lamentablemente no han podido encontrarla. Por eso ahora nadie comienza, pues prefieren iniciar. «Así son las cosas», solía decir el periodista venezolano (+) Oscar Yánez.

Y si de descuido y desconocimiento se trata, el domingo 5 de los corrientes, mientras esperaba para ver por televisión un partido del actual torneo de la primera división del balompié rentado venezolano en su etapa semifinal, me dediqué a seguir, también por televisión, el desarrollo de las elecciones de Panamá, y pude darme de cuenta de las similitudes y las diferencias en relación con Venezuela.

Son muchas las diferencias del proceso eleccionario de ese país que, como se sabe, es pequeño, tiene pocos habitantes y por ende menos votantes, amén de otros rasgos que en ese sentido no permiten que se parezca a otro de los de esta parte del mundo, por muchísimas más razones.

Me fijé detenidamente en las palabras y expresiones de los reporteros destacados en las provincias que componen el país del istmo. Pude notar que también allá, de acuerdo con lo que vi, algunos periodistas no se han percatado de que la frase «comicios electorales» es inadecuada, dado que todo comicio es electoral.

No sé si en otros países de habla hispana ocurra lo mismo; pero no tengo dudas de que la frase en cuestión es un mal que ha hecho metástasis en otras áreas. ¡Es lamentable que eso ocurra en momentos en los que existe un marcado interés por mejorar la expresión escrita y oral.


sábado, 4 de mayo de 2024

¡Que alguien se lo diga!

Por:

David Figueroa Díaz  

04/05/2024                   

Diversos factores, entre esos múltiples ocupaciones, fallas en la energía eléctrica y quebrantos de salud, han sido el motivo por el que estuve ausente durante cuatro sábados; pero aquí estoy una vez más, con la finalidad de seguir aportando elementos para un mejor uso del idioma español, como ha sido desde que me publicaron el primer comentario sobre temas gramaticales y lingüísticos, el 12 de noviembre de 1994, lo que significa que en este se cumplirán treinta años, siempre convencido de que soy un aficionado del buen decir. ¡Una vez más pido disculpas!

Durante ese tiempo he aprendido muchas cosas, pues cada entrega implica una investigación, para aclarar un asunto de interés colectivo o responder las inquietudes que de manera regular recibo de parte de muchas personas cuya ocupación habitual es la redacción, como periodistas, locutores, educadores u otros profesionales que han entendido la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera, pues así se los exige el rol que desempeñan.

He adquirido la suficiente madurez para decir, sin temor a equivocarme, que las impropiedades más frecuentes son las más sencillas de resolver, como la falta de tilde, de la coma, o lo que es peor, la colocación en casos en los que no son necesarias. De ambos aspectos he escrito en infinidad de veces, y a Dios gracias, muchos son los que le han sacado provecho; pero hay otros que le siguen echando la culpa al teléfono y a la falta de tiempo por sus faltas de ortografía.

No tengo ningún temor en afirmar que, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, en la narración y el comentario deportivos hay muchos disparateros que no han valorado la importancia de su rol ante el ámbito en el que se desenvuelven.

Algunos narradores y comentaristas se preocupan más por mostrar «erudición» en materia de reglamento, que por utilizar las palabras adecuadas, pues por más habilidad que tengan para describir o comentar una actividad deportiva en ejecución, es necesario que llamen las cosas por su nombre, y para eso deben leer o consultar a alguien que sepa.

He perdido la cuenta de las veces que me he referido al lenguaje deportivo, y hasta muchas personas han llegado a creer que las críticas, muy fuertes a veces, tienen un destinatario directo; pero no ha sido así. Cada vez que lo he hecho, ha sido de manera general, aunque es justo y necesario reconocer que a la par de los disparateros, hay excelentes narradores, excelentes comentaristas, a los que provoca oír, pues casi siempre aclaran dudas y enseñan algo.

El artículo de hoy está relacionado va dirigido a aquellos que aun cuando son merecedores de la más alta estima, tienen algunas fallas que deberían corregir.

Durante el Campeonato Mundial de Fútbol Rusia 2018, Arley Londoño, conocido narrador y comentarista colombiano, quien estuvo al servicio de DIRECTV, cada vez que le tocó actuar, habló siempre del costado lateral, para referirse al caso de la pelota cuando esta sale por una de las bandas del rectángulo de juego.

No hubo nadie que le dijera que incurría en redundancia, dado que costado y lateral es la misma situación, hasta donde yo sé, es la misma cosa. Además, el reglamento de fútbol señala que el terreno de juego, al ser un rectángulo, debe tener líneas laterales (o bandas) y dos de fondo (meta). ¿Es muy difícil entender eso? ¡No lo creo!

En Venezuela está el caso de Jaime Ricardo Gómez, otro experimentado y elocuente narrador, quien desafortunadamente también tiene el mismo problema de su colega Londoño. Desde hace dos años me he dedicado a seguir las transmisiones televisivas del fútbol venezolano, y a decir verdad, al único que le he oído el mencionado despropósito, es al compatriota Jaime Ricardo, que narra de una manera muy agradable; pero al parecer no ha leído o no recuerda la regla sobre las dimensiones y formas del terreno de juego.

Lo que sí es común y muy frecuente en Sudamérica, es la imprecisión sobre el tiempo que se juega después del reglamentario y la función del cuarto árbitro. En cuanto a lo primero, muchos hablan de descuento, lo cual es incorrecto, toda vez que en el fútbol no se descuenta, se añade.

Respecto de la función del cuarto árbitro, una considerable cantidad de narradores y comentaristas ignora la función de este, y por eso se les oye expresiones como: «Vamos a esperar a ver cuánto tiempo va a añadir el cuarto árbitro». Por un lado están conscientes de que en el fútbol no se descuenta tiempo; pero no saben que eso tiempo adicional lo concede el árbitro principal nadie más. Es por eso que es indispensable que alguien se lo diga.

¡Hasta cuándo habrá comicios electorales!

  Por: David Figueroa Díaz   11/05/2024 Nadie está exento de incurrir en impropiedades, máxime si esas ocurren a la hora de escribir o de ha...