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domingo, 19 de octubre de 2025

Las dudas de Liliana

 

Por

David Figueroa Díaz  


18/10/2025

He estado ausente por varios sábados; pero no me he desconectado del ámbito comunicacional: redes sociales y grupos de WhatsApp, en donde me mantengo de manera regular, aunque más como espectador que como autor; pero a veces publico uno que otro contenido.

Había estado imposibilitado de darle continuidad a mi publicación semanal, relacionada con el tema gramatical y lingüístico. La retomo con el deseo de que por lo menos pueda sostenerla hasta que finalice 2025, para lo que ya falta muy poco.

A la computadora en la que transcribía mis textos, se le dañó la fuente de poder, por las frecuentes fluctuaciones (bajones) de voltaje, derivadas del deterioro e inestabilidad del sistema eléctrico de Venezuela, que cada día se torna más angustiante.

Pude conseguir prestado un equipo que, aunque no es tan rendidor como el que se dañó, por ahora me permitirá reanudar este trabajo de divulgación periodística. Si alguien sabe dónde podrá haber una fuente para una computadora Optiplex 790, sabrá agradecerle la información.

Siempre he dicho que muchos de mis artículos en este importante medio de comunicación, surgen de inquietudes de personas que siguen de manera regular esta publicación, e incluso la han adoptado como una guía de consulta. Por eso último, hice un gran esfuerzo para reaparecer.

Les mostraré unos casos que muy gentilmente me hizo llegar Liliana Gudiño, educadora a quien no conozco personalmente; pero gracias a las bondades de la tecnología, hemos establecido una relación que nos permite compartir impresiones acerca de las impropiedades más frecuentes en los medios de comunicación, redes sociales y en el habla cotidiana. Liliana es una de las pocas docentes que hace un excelente uso del lenguaje que emplea, no tengo dudas de eso.

Me contó Liliana, que hace unos días en una tertulia con un grupo de amigos pronunció la frase «es mucha azúcar», e inmediatamente le dijeron que lo correcto es «mucho azúcar». La persona que la corrigió, ignora que la más elemental de las reglas para la igualdad de los accidentes gramaticales, sugiere que esta debe establecerse en género y número. El sustantivo azúcar es femenino y, por tanto, el elemento modificado debe serlo también.

La confusión surge porque algunos piensan que el azúcar es masculino, toda vez que por lo general aparece la frase «el azúcar» y no “la azúcar”. Se escribe de esa manera para evitar la cacofonía que produce el choque de las dos aes: «laazúcar» Igual ocurre con «el agua», «el águila» y «el área».

La otra inquietud de la profesora Liliana Gudiño es la polémica que existe sobre cuándo debe usarse el verbo poner y cuándo colocar. Las discusiones en torno a este caso son muy frecuentes y fuertes, que a veces terminan en desencuentros. Por lo general, los protagonistas de esos encontronazos verbales son personas que el único argumento que esgrimen, es que «las únicas que ponen son las gallinas», lo cual no es del todo cierto, si se toma en cuenta que ese no es el único uso del verbo poner.

Para adquirir facilidad en el manejo de este caso, se debe tener en cuenta que poner y colocar son sinónimos, y solo el contexto determinará el uso de uno u otro, para lo cual es fundamental el sentido común, que es un gran aliado en estas lides.

En muchísimas ocasiones, el verbo poner es sustituto de colocar. Por el contrario, colocar muy pocas veces puede sustituir a poner. Si quiere comprobarlo, haga una lista y verifique cada uso. Eso le permitirá disipar sus dudas, y si no lo logra, entonces, siga escudriñando, para que no busque errores en donde no los hay.


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