Médico de Cabecera y Santo Sanador

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domingo, 6 de febrero de 2022

Para narrar y comentar el deporte



Por

 David Figueroa Díaz

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05/02/2022


Hace varios años, no recuerdo cuántos, publiqué un comentario en Facebook en el que hice una fuerte crítica sobre los narradores y comentaristas deportivos, especialmente los de Venezuela que, con contadas y honrosas excepciones, son unos verdaderos campeones del disparate.

 Francisco José «Pancho Pepe» Cróquer

Por supuesto que las respuestas no se hicieron esperar, y se formó una especie de polémica. Incluso, un supuesto gremio de narradores y comentaristas del estado Portuguesa quiso emprender una acción legal, o cuando menos lograr una declaración de persona non grata, pues se sintieron ofendidos, dado que era inaceptable que «alguien sin conocimientos sobre la materia haya tenido el atrevimiento de atentar contra los especialistas en la narración y el comentario deportivos».

Me quedé a la espera de poder esgrimir mis argumentos sobre los que basé mi criterio, cuando me citaran, supongo que ante un tribunal civil o un comité de disciplina; pero se impuso la sensatez de muchas personas que entendieron cuál fue mi intención, y mediaron para que «la sangre no llegara al río».

He dicho y lo sostengo, que a la par de los disparateros existe un grupo de verdaderos maestros en el arte de narrar y comentar el deporte, a los que provoca oír, además de que siempre dejan una enseñanza; pero hay otros que producen grima, y fue a ellos a los que aludí en mi supuesta afrenta al gremio. Poco tiempo después ellos también entendieron que nunca se termina de aprender.

El origen de las impropiedades en el lenguaje deportivo está en el hecho de que muchos de los que hacen vida en el ámbito de la descripción y comentario no tienen la debida formación. No son locutores, no son periodistas ni menos aun tienen conocimientos sobre la disciplina de la que ellos son supuestamente grandes conocedores. Hay otros que, no obstante de poseer el certificado de locutor, de ser licenciados en Comunicación Social y conocer algo de deporte, no aciertan, pues carecen del talento necesario. El talento es innato; pero su carencia se puede compensar en la medida en que haya esfuerzos por mejorar.

Los narradores y comentaristas enmarcados en esos dos grupos se distinguen por un pésimo lenguaje, plagado de impropiedades y hasta de idioteces, pues se empecinan en tratar de imponer su criterio sobre la base de situaciones que solo existen en su imaginación. Les encanta colocar apodos a los deportistas, so pretexto de ser creativos, y dictar cátedra de reglamentos deportivos. Aparte de lo anterior, son imitadores, y como tal, nunca dejarán de ser segundones.

En Venezuela, muchos narradores de ciclismo y de fútbol suelen imitar a los colombianos; a los de beisbol les gusta engolar para que su voz se parezca a la Delio Amado León o a la de Carlos Tovar Bracho; los de coleo se desviven por parecerse a Nicolás «Pelón» Espinoza. No hay originalidad, y al no ser originales, su actuación siempre va a estar marcada por el poco gusto. Y ni hablar de los de hipismo, pues se creen una versión mejorada del maestro Virgilio Cristian Decán, conocido como Aly Khan.

Como este medio informativo tiene cabida en más de cien países, es menester acotar que coleo (o toros coleados) es una actividad típica de Venezuela y también se practica en otros países de América, que se ejecuta a caballo, y consiste en agarrar por la cola a un toro y derribarlo en plena carrera. En Venezuela lo llaman «deporte nacional», denominación con la que no estoy de acuerdo, pues no se debería llamar deporte a una actividad en la que se maltrata a un animal.

Pero como todo no es ni debe ser necesariamente malo, es justo y necesario reconocer que hay una importante cantidad de narradores y comentaristas que en cada actuación demuestran su calidad y profesionalismo, además de que siempre muestran algo nuevo, como Héctor González Burgos, Franklin Guitten y Jonathan Sánchez. Ellos se distinguen y se perfilan como excelentes manejadores del oficio.

Aunado a lo anterior, debe haber respeto por sí mismos y por la audiencia. Un ejemplo fue Francisco José «Pancho Pepe» Cróquer, a quien los aficionados al beisbol admiraron por su particular manera de narrar. No lo conocí; pero conservo unos audios en los que el famoso venezolano, en clara e inteligible voz dice: «Les habla Francisco José Cróquer», y para nada apela a los hipocorísticos con los que se dio a conocer en su país y en el ámbito internacional


sábado, 22 de enero de 2022

SINÓNIMOS ENGAÑOSOS

 Sinónimos engañosos

Por

 David Figueroa Díaz

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22/01/2022

La gama de impropiedades en los medios de comunicación, y por supuesto en el habla cotidiana, es amplísima, y por eso es prudente de cuando en cuando refrescar conocimientos en función de contribuir con disipar las dudas.

Es frecuente encontrar textos en los que es notoria la falta de tilde, uso inadecuado de signos de puntuación, empleo incorrecto de verbos en gerundio y palabras con significado diferente del que tienen, como el caso de sendos y su correspondiente femenino, que muchos redactores descuidados usan como si fuese sinónimo de algo grande, inmenso, extraordinario.

La palabra sendos nada tiene que ver con lo que generalmente se le atribuye, pues simplemente significa uno o una para cada cual de dos o más personas o cosas: «La profesora nos dio sendos libros de regalo». El ejemplo indica que la profesora dio libros a cada persona, y no hay asomo de que los libros sean grandes, inmensos o extraordinarios. También abundan los casos en los que por mala costumbre u otra razón, usuarios de las redes sociales le colocan inicial mayúscula a toda palabra, lo cual se ha convertido en una especie de plaga. 

Estas son, grosso modo, las impropiedades más frecuentes, de lo cual he escrito en muchas ocasiones. Hoy voy a hablarles de algunas palabras que se usan de manera inadecuada, con base en el hecho de que son sinónimas.

De entrada, es menester señalar que la sinonimia de las lenguas no es perfecta, y por eso hay vocablos que, aun cuando son sinónimos, no podrán emplearse en el mismo contexto. 

Hace algunos días leí una publicación sobre un evento deportivo (softbol) anual que se celebra en Guanarito estado Portuguesa, Venezuela, en el que se les rendiría homenaje pos mortem (sic) a unos jugadores. Me llamó la atención, pues la nombrada frase latina es aplicable en casos en los que el cadáver de las personas merecedoras de tal o cual reconocimiento, no ha sido inhumado. 

En las fuerzas militares, policiales, bomberiles y otras similares, se estila otorgar ascensos al grado inmediatamente superior, a aquellos de sus miembros que han perdido la vida en el cumplimiento del deber. Tal ceremonia se cumple en capilla ardiente, en otra forma o lugar, pero siempre en presencia del cuerpo, del o de los fallecidos. Caso contrario, sería un homenaje póstumo, que al igual que pos mortem, comporta algo después de muerto; pero por la imperfección de la sinónima, cada una tiene un uso específico. 

En el caso del evento de Guanarito, sin dudas es un homenaje póstumo, habida cuenta de que el tiempo del fallecimiento no es el mismo que el escogido para reconocerles sus méritos.

En cuanto a alimenticio y alimentario, también sinónimos engañosos, ha habido dudas, y por ende impropiedades. Es común leer u oír bono alimenticio, para referirse a las compensaciones monetarias que los Estados asignan a sus trabajadores. Aquí es prudente aclarar que lo correcto es bono alimentario, toda vez que el bono no alimenta, sino lo se puede adquirir con él, a menos que exista algo que lleve ese nombre y pueda ingerirse como sustento. Alimenticio es lo que alimenta, y alimentario alude a los alimentos o  a la alimentación.

En tiempos de elecciones se ponen de moda, como es lógico, términos propios de esa actividad. Es frecuente oír que, por ejemplo, «a los venezolanos en el exterior no se les permitirá sufragar el voto». Quienes incurren en ese desliz no se han percatado de que sufragar y votar son sinónimos. Estimo que ambos términos no son engañosos, dado que están muy bien definidos. Ocurre que a muchas personas, con la intención de mostrar sus «grandes» conocimientos lingüísticos y orales, les encanta sufragar el voto.

Debe quedar que claro que sufragar es sinónimo de votar, y también significa pagar, cancelar, costear, etc. En el caso de comicios, o se sufraga o se vota; pero no las dos cosas a la vez, a menos que alguien dé o reciba una contribución monetaria por el voto. Allí podría decirse que «Fulano sufragó el voto de Mengano».

De la misma naturaleza son electo y elegido, usados indistintamente, sin caer en la cuenta de que tienen un uso para cada ocasión. Electo se le dice a la persona que ha sido favorecida con el voto, pero aún no ha tomado posesión; en tanto que elegido es cuando ya ha asumido sus funciones. El mismo criterio es aplicable para el caso de alguien que haya sido favorecido en una reelección. 


domingo, 9 de enero de 2022

LA PLAZA DE BOLÍVAR

 La plaza de Bolívar

Por


 David Figueroa Díaz

08/01/2022

Siempre he recalcado que los medios de comunicación ejercen un inmenso poder inductivo, que hace que todo lo que en ellos se diga o se escriba, mal o bien, tienda a arraigarse en el vocabulario. Por tal razón esa bondad no debe usarse de manera muy a la ligera, pues el resultado pudiera ser igualmente provechoso que dañino.


Es encomiable que muchos usuarios habituales de la expresión escrita y oral se esmeren por usarla de la mejor manera, y en tal sentido, constantemente lo demuestren con un vocabulario que día a día se enriquece. Eso es satisfactorio, pues es su obligación moral; pero existen casos en los que la intención no es sino una forma de aparentar que son personas muy cultivadas, muy instruidas, y de manera frecuente apelan a palabras y frases que por lo general desconocen.

Hoy les hablaré de la frase que sirve título a este artículo, que si bien es cierto no es muy común en el léxico de los venezolanos, vale la pena analizarla en virtud de disipar las dudas. Con este comentario espero satisfacer la inquietud de varios amigos que en reiteradas ocasiones me han pedido que escriba algo al respecto.

Escribir o decir la plaza de Bolívar no constituye ninguna impropiedad, toda vez que desde el punto de vista gramatical es perfectamente válida. Lo que inquieta a muchas personas, entre las que me incluyo, es que algunos locutores y otros que simplemente son usurpadores del noble oficio del micrófono, se empeñen en decir plaza de Bolívar y no plaza Bolívar, como se usa en Venezuela desde tiempos inmemoriales.

Si a esas personas se les pidiera una explicación sobre el porqué de su preferencia por la referida frase, no mostrarían ningún argumento sólido. Se limitarían a decir que «así se dice en Colombia». Yo les preguntaría: ¿y?

Es cierto que en el país neogranadino es común la plaza de Bolívar; pero eso no implica que en el resto de los países de habla hispana, especialmente en los que libertó el Genio de América, se deba imitar a los vecinos. Es como si a alguien en Venezuela o en otro país de Sudamérica  se le ocurriera decir que la forma  de segunda persona del plural es vosotros, porque así se dice en España.

Me parece una necedad el hecho de que en las instituciones educativas sigan empeñados en enseñar la conjugación castellana con la forma vosotros, que no estaría mal; pero no es propia de la identidad de los nacidos en la América hispana. Si en Venezuela, país caracterizado por el humor a flor de labios de su gente, a alguien se le ocurriera decir vosotros sois, en vez de ustedes son, lo más probable es que lo tilden de loco u homosexual, y con toda seguridad más de uno podrá decir que no lo conoce por loco.

Y no es que se deba cuestionar la referida forma, sino que así no hablan los bolivianos, colombianos, los ecuatorianos, los panameños, los venezolanos, con contadas excepciones que se localizan en ciertos estratos sociales de esos países en los que por razones protocolares y de otra índole, apelan a la forma castiza.

Volviendo a la plaza de Bolívar, es necesario señalar que la preposición «DE» indica varias cosas, por lo que es fundamental conocer cada uno de sus usos. Se emplea para  mostrar pertenencia o posesión: «El libro de Juan»; «El sombrero de Luisa»; «El azul del cielo»; «El poder del Rey». Materia: «mesa de madera»; «casas de cartón»; «techos de cinc»; «tubos de acero». Asunto: «libro de historia»; «laboratorio de química», «ciencias de la comunicación social»; «estándares de calidad». Cualidad: «gallos de raza». Origen o procedencia: «Vengo de casa»; «El joven aspirante es de familia humilde». Modo: «De pies, por favor»: Tiempo: «De noche todos los gatos son pardos». Aposición: «Calle de Alcalá». Realce de una cualidad: «El ingenioso de Pedro». Condición: «De haber estado allí, lo hubiera visto».

La plaza de Bolívar es una frase en aposición, asunto que seguramente ignoran muchos de los que la usan frecuentemente. Sobre aposición no voy a ahondar por ahora, pues ese asunto no lo manejo con facilidad, y además no es el tema principal de esta entrega.

Lo fundamental es tener presente que la plaza de Bolívar o Bolívar son dos formas correctas, y cada quien podrá usarlas en razón gusto. Sin embargo, es importante tener presente que, so pretexto de que en otro lado utilizan la preposición «DE», no es razón suficiente para que quieran imponerla, y eso, el querer imponerla, sí es lamentable.    


sábado, 4 de diciembre de 2021

¡Buenos días, discúlpame

 

¡Buenos días, discúlpame!

By

 David Figueroa Díaz

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Hablar de lo que no se sabe tiene sus riesgos, y por eso nunca acostumbro ejercer el oficio de «toero», calificativo que se les da a las personas que hacen esfuerzos por mostrar su sabiduría y conocimientos en muchas áreas, a veces sin éxito.

Cuando alguien me pide la opinión sobre un tema, especialmente lingüístico, que es lo que manejo con relativa facilidad, trato de dar una respuesta que satisfaga la inquietud del peticionario. Si no conozco el tema, investigo e indago, para no incurrir en el feo pecado de hablar de lo que no sé.

A muchos ciudadanos, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, les gusta opinar sobre asuntos de los que no tienen ni siquiera nociones elementales. En materia de lenguaje oral y escrito hay una considerable cantidad de los que se preocupan por el buen decir, y de manera regular se esmeran por aclarar sus dudas y apercibirse de los elementos necesarios para una buena expresión oral y una excelente escritura; pero hay otros que, lamentablemente, su intención es aparentar erudición, y en virtud de lo cual son protagonistas de discusiones estériles que denuncian su incultura y desconocimiento. Actúan solo por llevar la contraria. 

Están los que dicen que no se puede hablar de buenos días (en plural), dado que es uno solo a la vez. Cuando se les inquiere sobre el porqué, sus alegatos están basados en caprichos y en otros elementos que no ofrecen ninguna solución. De esa misma gama son los que aseguran que las disculpas no se piden, sino se dan. Ambas expresiones son parte de una polémica que considero innecesaria, pues los estudiosos de idioma español lo han aclarado suficientemente. ¡Solo basta leer!

En primer término es prudente recalcar que buenos días y buen día son correctas y significan lo mismo. Ahora, una teoría señala que la forma buenos días puede deberse a la analogía con los plurales de otras salutaciones: saludos, recuerdos, gracias, felicidades, etc. Otra estima que el origen de ese fenómeno, exclusivo del español, está relacionado con la forma de división del tiempo en la Edad Media para señalar los lapsos de los rezos: maitines, laudes o vísperas (todas en plural). 

Una tercera teoría lo atribuye a una forma expresiva que no denota cantidad, sino intensidad, por su parentesco con gracias, condolencias, saludos, felicidades, etc.

La Real Academia Española, para curarse en salud, admite que ambas formas son aplicables; pero advierte que es mejor usar la plural, «por ser más tradicional y la que prevalece». Yo acoto que es una cuestión de gusto. Si alguien da los buenos días, está en lo correcto; pero si prefiere la forma singular, también habrá usado una expresión adecuada. 

Es menester señalar que buen día quizás sea un calco de otros idiomas, en los que el saludo matutino se expresa en singular: buongiorno, good morning, bonjuor, bom día, guten morgen (italiano, inglés, francés, portugués, alemán). El mismo criterio se aplica a buenas tardes y buenas noches, aunque las expresiones buena tarde o buena noche no son comunes y suenan un tanto afectadas, melindrosas. Pero también es cuestión de gusto, y como «entre gustos y colores no han escrito los autores», ustedes podrán formarse su propio criterio.  

Algo parecido sucede con las disculpas, que también son objeto de discusiones, muchas veces acaloradas. En el común de la gente se dice que las disculpas se dan, se piden; pero no hay ningún argumento que lo convalide. Quizás los que se inclinan por dar disculpas hayan oído o leído que hace algo más de doscientos años, supuestamente, el ilustre venezolano Andrés Bello dijo que las disculpas, al igual que los besos, no se piden, se dan. 

De eso no hay nada que lo confirme, y de allí el calificativo de supuesto. Si en verdad lo dijo, es posible que lo hiciera por caballerosidad, galantería, picardía o buen humor, esto último a lo que era muy dado. Bello era muy preciso en el uso del lenguaje, de lo cual sí hay evidencias irrefutables.

Cuando alguien dice, por ejemplo, discúlpame, está pidiendo, no dando ni ofreciendo. Pide que le quiten la culpa, de acuerdo con el significado del prefijo de negación dis. 

Si yo ofendo a una persona, lo cortés y lo valiente sería que le pidiera disculpas. En todo caso, quien debería dármelas es el ofendido. Ahora, las disculpas, viéndolo bien, son un camino de doble circulación en el que hay uno que las pide y otro que las da. ¡Así de sencillo

 

sábado, 27 de noviembre de 2021

Es hora de conjugar (y 5)


Es hora de conjugar (y 5)

Por 

 David Figueroa Díaz

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Concluye esta serie de cinco artículos dedicados a la conjugación de verbos, con la finalidad de satisfacer inquietudes de asiduos seguidores de este trabajo de divulgación periodística, que por cierto ya cumplió 27 años, primero en el diario Última Hora de Venezuela, y hoy día en Periodistas-es.com de España.

Estos aportes pudieran estimarse como una mini guía con la que, quienes se interesen en el tema, podrían disipar muchas dudas. Son conceptos y ejemplos tomados de una tabla Larousse, expuestos de forma sencilla.

La semana pasada les mostré, en el marco de la significación de los tiempos, el modo indicativo. Hoy concluyo con el subjuntivo y el imperativo. Agradezco los comentarios elogiosos de algunos lectores, a quienes están dedicadas  estas entregas que –según ellos-, les han sido sumamente útiles.

Como en el modo imperativo, en el subjuntivo también están las formas presente, pretérito imperfecto, pretérito perfecto, pretérito pluscuamperfecto, futuro y futuro perfecto, que a continuación se describen.

El presente es un tiempo relativo e imperfectivo que expresa indistintamente una acción presente o futura: «No creo que lo conozcas»; «Dudo que vengas antes de dos meses». Con esta forma también puede construirse oraciones simples dubitativas: «Tal vez venga mañana»; optativas: «Ojalá apruebe el examen»; exhortativas: « Marchemos francamente por la senda constitucional».

El pretérito imperfecto es también relativo e imperfectivo, usado para mostrar una acción pasada, presente o futura: «Me rogaron que cuidara las plantas».

Pretérito perfecto muestra una acción terminada en un tiempo pasado o futuro. Por lo general suele aparecer acompañado de otro verbo en presente o en futuro de indicativo: «Dudo que haya terminado»; «Me alegraré de que lo haya terminado».

Pretérito pluscuamperfecto expresa una acción realizada en una unidad de tiempo ya terminada: «Yo no sabía que hubieras terminado ya la carrera». Es una combinación de pluscuamperfecto de indicativo y del condicional compuesto.

Futuro y futuro perfecto son tiempos que sirven para mostrar una acción venidera posible. Según el enunciado de la tabla la Larousse de la conjugación, estos tiempos están desusados, y solo se conservan en el lenguaje jurídico. El primero fue sustituido (en el habla corriente) por los presentes de indicativo o de subjuntivo; en tanto que el segundo fue desplazado por los pretéritos perfectos de indicativo o de subjuntivo.

Cierra el capítulo de la conjugación el presente de modo imperativo, que es único y sirve para expresar un mandato: «Ve al mercado y compra fruta».  Tiene solo dos formas propias (la segunda del singular): «Acelera un poco el paso, por favor». La segunda proviene del plural: «Vengan todos a comer a las dos en punto». Las demás las toma del subjuntivo: «Tengan a bien presenciar el acto».

Para cada entrega, como siempre lo manifesté, en unas ocasiones fue necesario mostrar conceptos y ejemplos copiados textualmente, y en otras adaptados con palabras de este autor, con el deseo de facilitar la comprensión.

Y como es un asunto un tanto complicado, la recomendación es repasar los conceptos, en función de familiarizarse con el significado de los tiempos, el modo y con las personas gramaticales, que es a mi entender, es el escollo que debe superarse para manejarlo con relativa facilidad. Lo demás vendría por añadidura, no obstante lo cual, es necesario apercibirse de una buena tabla, como la Larousse, por ejemplo, que es muy práctica y sencilla

 

sábado, 20 de noviembre de 2021

Es hora de conjugar (4)


Es hora de conjugar (4)

 

Antes de entrar en materia acuso recibo de una inquietud del profesor José Vásquez Manzano, asiduo seguidor de este trabajo de divulgación periodística y preocupado por el buen decir, sobre la expresión «comicios electorales», que resurge en tiempos de procesos eleccionarios.

Mañana en Venezuela se escogerán gobernadores, legisladores (integrantes de los consejos legislativos estadales), alcaldes y concejales. Es frecuente que muchos redactores, profesionales y no profesionales, utilicen la referida frase, que a todas luces es una redundancia, dado que todo comicio es electoral.

De la misma naturaleza es «sufragar el voto», que también se ha convertido en un vicio, muy notorio en personas que utilizan el lenguaje oral y escrito como herramienta básica de trabajo, que no se han percatado de que sufragar y votar son sinónimos. ¡Así de sencillo!

Para hablar de la significación de los tiempos verbales es necesario recalcar que estos están enmarcados en modos que denotan la actitud del hablante con respecto a lo que dice: indicativo, subjuntivo e imperativo. En esta ocasión les mostraré la forma indicativa, y en la venidera entrega, la subjuntiva y la imperativa.

Como lo he hecho en las anteriores, seguiré mostrando ejemplos tomados de una tabla de conjugación Larousse, que muestra los conceptos elementales para entender el asunto, muchos de los cuales he copiado textualmente, y otros los he adaptado a la realidad venezolana.

Presente, como su nombre lo sugiere, es un tiempo que expresa coincidencia entre la acción y el momento en que se habla: «Juan lee la prensa». Existe además el presente habitual, «que se refiere a actos discontinuos pueden producirse o no en el momento de hablar, pero que han ocurrido antes y que lo harán después: Estudio medicina».

El presente histórico se usa para narrar hechos y hacer que el relato sea más atractivo y vigente, aunque estos estén muy separados en el tiempo: «El 29 de noviembre de 1781 nace en Caracas el más grande y célebre de los humanistas de Venezuela».

El presente con valor de futuro se emplea para mostrar seguridad de llevar a cabo una acción: «Mañana salgo temprano a votar». El presente de mandato es también una forma imperativa: «Mañana vas a la librería y compras un diccionario».

Pretérito imperfecto es un tiempo cuyo principio y fin no se toman en cuanta: «Cuando amanecía, los pájaros empezaban a cantar». También se emplea para suavizar una petición: «Quería pedirte un favor ».

Pretérito perfecto simple y pretérito perfecto compuesto son formas que difieren uno del otro en el tiempo que se toma como referencia. El primero de ellos se refiere a una unidad de tiempo ya concluida para el hablante: «Ayer vi a Juan»; en cambio, el compuesto expresa una acción terminada en un período que todavía es presente: «Este año ha llovido mucho».

Pretérito pluscuamperfecto es un tiempo que muestra la anterioridad de un hecho pasado con respecto a otro también pasado: «Cuando llegué ya habían cerrado el abasto». Por su nombre pareciera difícil; pero como habrán podido notar, es muy fácil de identificar y de entender.

Pretérito anterior es igual de fácil. Expresa una acción inmediatamente anterior a otra: «Apenas hubo sanado el disparo, cuando llegó la policía». Se debe tomar en cuenta que este tiempo siempre va acompañado de adverbios de tiempo: apenasdespués quetan prontoen cuanto quecuando, etc.

El futuro imperfecto, por supuesto, expresa una acción venidera: «Volveré mañana». El futuro perfecto muestra una acción venidera y terminada anterior a otra también futura: «Cuando vengas a verle ya habrá terminado el trabajo». Existe también el futuro de probabilidad: «Supongo que ya habrá concluido el lapso».

El condicional simple es un tiempo que expresa una acción futura en relación con el pasado: «Anunció que llegaría tarde». El condicional perfecto muestra una acción futura en relación con un pasado que se considera punto de partida: «Me dijo que cuando yo viniera ya habría terminado completamente el trabajo».

El venidero sábado, Dios mediante, concluirá esta serie de artículos dedicados a la conjugación, con los modos subjuntivo e imperativo.

La semana pasada, por motivos ajenos a mi voluntad, no pude escribir y menos aun enviar el correspondiente artículo, por lo que una vez más pido disculpas. Ratifico mi compromiso de hacer lo posible y necesario para no faltar.

sábado, 6 de noviembre de 2021

ES HORA DE CONJUGAR (3)

 Es hora de conjugar (3) 



By


 David Figueroa Díaz


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 06/11/2021


Continúa esta serie de artículos contentivos de los elementos básicos de la conjugación, mostrados con la intención de contribuir a la disipación de muchas dudas e impropiedades.

Sobre este asunto hay mucho más de lo que hasta ahora les he expuesto; pero me he limitado a lo más sencillo. Es un tema un tanto complicado; pero si se le presta la debida atención, no habrá problemas para que los usuarios habituales del lenguaje oral y escrito lo consigan en la práctica.

Es por eso que, a manera de repaso, les mostraré varios puntos tratados en los dos artículos anteriores, y seguiré mostrando los aspectos fundamentales, con el deseo de que las dudas tiendan a desaparecer.

Antes de entrar en materia, acuso recibo de varias inquietudes sobre pedir o dar disculpas. En varias ocasiones he escrito sobre este tema, y en cada una de ellas he tratado de mostrar ejemplos claros y sencillos; pero aún quedan dudas, y en tal sentido, es necesario volver sobre él.


Otro aspecto que a veces se torna polémico, es el de buenos días y buen día. Lo más común es buenos días; pero hay quienes, basados en supuestos conocimientos lingüísticos, sostienen que debe ser buen día; pero no muestran un argumento convincente. Les anuncio que al concluir la serie sobre la conjugación, les hablaré de las disculpas y de la forma de saludar en horas antes del mediodía.

De acuerdo con mi manera de ver las cosas, quienes deseen manejar la conjugación con relativa facilidad, deberán tener claro que la voz de un verbo indica si el sujeto es el que realiza la acción o la recibe: «La mamá de Juan preparó un hervido de res (voz activa)»; «Un hervido de res fue preparado por la mamá de Juan (voz pasiva)».

El modo denota la actitud del hablante, y está dividido en indicativo: «Carlos estudia en Caracas»; subjuntivo: «Quiero que reflexiones»; y potencial: «El proceso de envasado sería más provechoso si no hubiera tantas interrupciones en la energía eléctrica».

El tiempo, como habrá de intuirse, indica el momento en que se desarrollan las acciones: presente, pasado o futuro.

El número es «la propiedad gramatical que tienen las palabras de significar singularidad o pluralidad». Cualquier ser humano con nociones elementales de gramática, estaría en capacidad de saber si el sustantivo está en singular o plural.

En cuanto a la persona gramatical, es necesario recalcar que existen tres para el singular y tres para el plural: yo, tú, él (o ella) para el singular; y nosotros, ustedes (vosotros), ellos (o ellas) para el plural. En cuanto a vosotros, vale recalcar que esa forma se usa en España, y muy poco en América. Yo prefiero hablar de ustedes que de vosotros; pero como «entre gustos y colores no han escrito los autores», que cada quien use el que mejor le parezca.

Las formas no personales del verbo son tres: infinitivo, gerundio y participio. El infinitivo es un verbo no conjugado: amar, bailar, cantar, descansar. El gerundio, sin entrar en honduras gramaticales, se verifica en palabras terminadas en «ando» y «iendo»: arrasando, besando, corriendo, despeinando, estudiando, festejando, gateando, haciendo, instando, etc. Lo más sencillo que se puede decir del participio, es que se forma añadiendo ado o ido: amado, temido, partido (participo regular). También está el irregular: abierto, dicho, escrito, etc. Sobre el gerundio y el participio hay más; pero esto es lo más manejable.

Y como les anuncié la semana pasada, de nuevo les digo que los verbos según su conjugación son: regulares, irregulares, defectivos, unipersonales y auxiliares. De estos, los más complicados son los regulares y los irregulares, por lo que es recomendable familiarizarse con su significado.

Pero, en mi opinión, el meollo de la conjugación está en los accidentes gramaticales (voz, modo y tiempo) y en el significado del último de los nombrados. Es necesario saber que en modo indicativo existen el presente, pretérito imperfecto, pretérito perfecto simple  y pretérito perfecto compuesto; pretérito pluscuamperfecto, pretérito anterior, futuro imperfecto, futuro perfecto, condicional y condicional perfecto. En modo subjuntivo están el presente, el pretérito imperfecto, el pretérito perfecto, futuro y futuro perfecto. En el modo imperativo está solo el presente.


¡No hay más que insistir!

Por   David Figueroa Díaz     16/08/2025 Luego de cuatro sábados ausente, hoy retomo este trabajo de divulgación periodística, destinado a a...