Médico de Cabecera y Santo Sanador

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sábado, 12 de octubre de 2024

Qué, cómo, cuándo, dónde y por qué.

Por

David Figueroa Díaz  


12/10/2024

Hace quince días mostré en este espacio un breve repaso de la acentuación de los monosílabos, en vista de que hay muchas personas que ignoran que existen unos que circunstancialmente deben llevar tilde y otros que no.

Lo lamentable de todo eso, y perdónenme la insistencia, es que la mayoría de los autores de esos casos son personas que por el rol que desempeñan ante la sociedad, están en la obligación moral de escribir bien y hablar de mejor manera, como comunicadores sociales. , educadores y otros profesionales cuya ocupación habitual les imponga la redacción de textos.

En el caso de los monosílabos, o dicho de otro modo, palabras de una sola sílaba, me llama la atención el hecho de que haya muchos redactores que le colocando la tilde a «sí» en todos los casos, dado que ignoran la existencia de las dos formas de esa partícula, que tiene funciones diferentes, de acuerdo con el sentido que deberá darle quien la escriba.

Llevará tilde cuando sea de afirmación: «El director le dio el sí a todas nuestras propuestas»; «Le costó mucho volver en sí (reflexivo)»; «Lo quiere para sí (pronombre personal)». No se tilda cuando es conjunción: «Si vas, me avisas»; «Pregunta si viene».

Quise hacer este repaso para, en primer lugar contribuir a disipar las dudas que hayan podido quedar; y en segundo, para introducir el tema de hoy, que también está relacionado con la colocación de la tilde. Algún diarista o alguien conocido con el argot periodístico podrá creer que voy a escribir sobre la estructura de una nota de prensa; pero no es así. ¡Ya verán!

Para facilitar el asunto, apelo a una especie de cartel que me envió por WhatsApp el profesor José Vásquez Manzano, quien es un educador ya retirado de esas lides, que maneja con gran facilidad el tema gramatical y lingüístico. Algunos enunciados y ejemplos los usaré textualmente; en tanto que otros los modificaré para adaptarlos a la realidad venezolana, es decir, al día a día de este país.

Como, sin tilde, puede ser un adverbio: «Hazlo como quieras». Una conjunción: «Marcos es tan fuerte como Julio». O una preposición: «Actuó como intermediario». Se le colocará tilde cuando es interrogativo o exclamativo: «¿Cómo hiciste para llegar?»; «¡Cómo me divertí el día de mi cumpleaños!»

De otro aporte de Vásquez Manzano extraigo más casos de colocación y no colocación de la tilde, que son igual de importantes que los anteriores, en cuyo torno hay muchas dudas y situaciones viciadas. De esas formas he hablado muchas veces; pero nunca estarán los demás volver de cuando en cuando.

Aun lleva tilde cuando equivale a todavía: «Aún (todavía) no ha llegado el supervisor». No la llevará cuando sea sinónimo de incluso, hasta, incluso con negación, en la secuencia aun cuando y otras formas parecidas: «Aun (incluso, hasta) los sordos habrán de oírme». Hay otros casos en los que la frase aun cuando, aun podrá llevar tilde; pero eso es harina de otro costal, que por ahora no voy a alzar.

Está el caso de haz, del verbo hacer: «Haz el artículo como te lo indiqué». Se escribe has cuando se refiere a la segunda persona del presente del modo indicativo del verbo haber: «Tú has recordado todo»; «Siempre me ha gustado». Es prudente recalcar que haz es también sustantivo: haz de luz, haz de leña.

Más llevará tilde cuando sea adverbio de cantidad o comparativo: «No quiero más problemas», «Carlos es el más alto del salón de clases». No la llevará cuando sea conjunción adversativa: «Llegó retardado, mas no dio explicaciones».

Como recomendación para adquirir facilidad en el manejo del uso adecuado de la tilde, es imprescindible que se pueda captar la diferencia entre acento y tilde. Parecieran una misma cosa; pero no lo hijo.

Acento se refiere a la entonación con la que se destaca una sílaba sobre las demás, es decir, la sílaba tónica; en tanto que tilde es un signo gráfico con el que se marca esa mayor entonación de voz.

Desde ese punto de vista, todas las palabras tienen acento; ahora, que a unas se les señalen ya otras no, es algo diferente, que podrá ser dilucido con un repaso a las palabras por la índole de la entonación.

Lo digo una vez más: los monosílabos, por lo general no llevan tilde; pero quedan exceptuados los que cumplen más de una función, para diferenciarlos de sus parientes: tú, tu; él, el; sí, sí; dé, de; té, te, etc.


sábado, 5 de octubre de 2024

Sobre las homófonas a ver, haber y otros casos

Por

David Figueroa Díaz 


05/10/2024

La semana pasada le pedí a mi amigo Rafael Ángel Parra que sugiriera un tema para publicarlo en este espacio, y a él le pareció prudente que me refiriera a las palabras que tienen el mismo sonido, pero no igual significado, es decir, las homófonas.

Mi petición obedeció a que estaba en el tope del tiempo del que dispongo para enviar el artículo para que sea publicado. Pensé hacerlo, con el entendido de que es un tema que lo he comentado varias veces, por diversas razones, entre esas, solicitudes de asiduos lectores que son aficionados del buen decir.

Eso es una muestra de que, a pesar de la aparición frecuente de impropiedades, tanto en los medios de comunicación, como en el habla cotidiana, hay gente que quiere librarse de ellas. Finalmente, escribí sobre los monosílabos, luego de lo cual, aunque es un tema mostrado muchas veces en este espacio de divulgación periodística, hubo personas que me expresaron su satisfacción y agradecimiento por el aporte. ¡El agradecimiento es recíproco!

De Rafael Ángel he dicho que es columnista de temas cristianos; maneja con gran facilidad el tema gramatical y lingüístico. A él le confío la revisión antes de enviar el material que posteriormente será publicado en la sección de El español en los medios de Periodistas en Español.

Para satisfacer su inquietud, busqué y encontré un contenido que habla del asunto, del que mostraré algunos casos que son fuente inagotable de dudas y equívocos. Lo extraje de Google y le hice algunas modificaciones, en función de que pueda ser asimilado por todo aquel tenga dudas al respecto.

Muchos redactores, incluidos periodistas y educadores confunden «a ver» con «haber». La primera es la preposición a más el infinitivo ver, y la otra es el verbo haber. Ambas tienen un parecido fonético engañoso; pero son dos formas diferentes. Haber es un verbo auxiliar (haber ido) o un sustantivo que se refiere a los bienes de una persona». En el caso de «a ver», se utiliza para llamar la atención del interlocutor antes de preguntarle, pedirle u ordenarle algo: «A ver, ¿cuál es la duda?».

Hay, ay y ahí

Sobre este caso y de los que irán a continuación, he perdido la cuenta de las veces que los he comentado, tanto en este trabajo de divulgación periodística, como en talleres y charlas que me ha tocado dirigir. Son errores casi indesarraigables, y lo peor es que quienes incurren en esas faltas, son personas a las por su oficio u ocupación, sería impensable encontrarles un error de esa naturaleza.

La solución será fácil si se toma en cuenta que hay es una forma del verbo haber: «En la biblioteca hay suficientes libros para realizar la investigación». Ay es una interjección para indicar miedo, dolor, asombro u otra reacción: «¡Ay, qué susto!»; «¡Ay, qué miedo!»; «¡Ay, sí, tú qué dijiste!». Ahí es un adverbio de lugar: «¡Siéntate ahí y espera que yo vuelva!».

Hecho y echo

La primera es el participio del verbo hacer y la segunda es una forma verbal de echar, que puede formar parte de las locuciones verbales «echar de menos» y «echar a perder», del mismo modo que la perífrasis echar, más la preposición a, más un infinitivo: «Me eché a reír» o «se echó a reír».

Halla, haya y aya

Estos últimos son quizás los que más causan confusiones e impropiedades; pero la solución es más sencilla de lo que pudiera imaginarse. Halla es la forma de la tercera persona del singular del presente de indicativo, o la segunda persona (tú) del singular del imperativo, del verbo hallar (se), que significa encontrar (se): «Halla (encuentra) la respuesta a este problema», «El Pico Bolívar se halla en Mérida». Haya puede ser un verbo (la primera o tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo haber: «Espero que lo haya visto», y también es un árbol: «A los bosques de hayas se les llama hayedos o hayales».

Por su parte, aya es un sustantivo, originalmente femenino, que significa «persona (mujer u hombre) encargada en una casa del cuidado y educación de los niños o jóvenes».

Sino y si no

Cierro esta entrega con un caso en el que muchos redactores incurren en situaciones impropias, pues a lo mejor piensan que sino y si no son la misma cosa. Sino es sinónimo de fatalidad o destino: «Este es mi sino». También es conjunción adversativa: «No lo hizo él, sino ella». Si no, es la combinación de la conjunción condicional si y el adverbio de negación no: «Si no lo quiere, puede dejarlo en el plato»; «Que lo haga Ana y, si no, María».

Aquí cabe acotar que la partícula si no lleva tilde, pues solo se le colocará cuando sea una forma afirmativa: «Yo sí estuve en el lugar», a diferencia de «si me dejas que te explique, podrás entender el problema».


sábado, 28 de septiembre de 2024

¡Un sobrevuelo sobre algunos monosílabos!

Por

David Figueroa Díaz 


28/09/2024

En los días más recientes he recibido, además de comentarios elogiosos, inquietudes muy interesantes, pues muchos lectores se han sentido identificados y han aprovechado para disipar sus dudas en cuanto a algunas situaciones de lenguaje, comunes para el escrito y para el hablado.

Me han solicitado que me refiera a los números en la escritura, que amplíe el aporte sobre los signos de puntuación, sobre todo de la coma y de su pariente el punto y coma; de los nombres de las dinámicas de grupo y de otros aspectos relacionados con el tema.

Los peticionarios son personas que escriben con regularidad en redes sociales, entre esas, periodistas y educadores, que han entendido que nunca se termina de aprender. ¡Esa debe ser la actitud!

Esas frecuentes solicitudes que recibo por diversas vías, me facilitan la selección del tema por publicar cada sábado, muchos de los cuales ya han sido tratados; pero como quiera que la intención es aportar elementos para que los interesados ​​disipen sus dudas y puedan adquirir la soltura necesaria para escribir y hablar bien, con gusto vuelvo sobre lo ya comentado.

He repetido hasta el cansancio, que para lograr eso, no es necesario hacer profundos estudios gramaticales y lingüísticos, sino poner en práctica lo básico, que se adquiere en la educación primaria, en la secundaria y se refuerza en la universitaria, a lo que debe. sumarsele un poquito de sentido común.

Lo otro indispensable es darle importancia a lo que se escribe, sobre todo si se hace para el público, pues el éxito deseado dependerá en gran manera de la redacción, del uso adecuado de los signos de puntuación y de otros elementos sin los cuales lo expresado. Carecería de sentido, a menos que la intención sea humorística.

Hay a quienes les encanta escribir, lo cual no es cuestionable; pero lo intolerable es que esas personas se ufanan de tener una excelente manera de escribir; pero cuando lo hacen, incurren en impropiedades que no le serán tachadas ni a un niño de quinto grado de primaria.

Cuando hago ese cuestionamiento, comienzan las justificaciones, atribuidas al teléfono, a la falta de tiempo oa cualquier cosa que por lo general, nada tiene que ver con el asunto. El teléfono no tiene la culpa de que usted no sepa que antes de «b» o «p» debe ir una «m», o que ignora que la coma va pegada a la palabra que la precede. Son cosas elementales que desdicen de la erudición que en materia de gramática y ortografía intentan exhibir algunos. ¡Triste por ellos!

Bueno, luego de estos párrafos introductorios, les hablaré una vez más de los casos frecuentes de uso inadecuado de los monosílabos, que como su nombre lo sugiere, son palabras de una sola sílaba.

La regla general para la colocación de la tilde, establece que los monosílabos no deberán llevarla; pero exceptúa de ella a los que cumplen más de una función dentro de la oración, de donde surge la tilde diacrítica, en aras de evitar confusiones. Con la finalidad de abreviar el asunto, solo mostraré algunos enunciados y ejemplos.

• Existe él (pronombre personal) y el (artículo determinante masculino): «No tengo dudas de que él es responsable de todo este lío que se ha formado»; «Todavía no ha llegado el director».

• Tú (pronombre personal). Tu (determinante posesivo): «Solo importas tú»; «Nos vemos mañana en tu casa».

• Mí (pronombre personal) y mi (determinante posesivo): «A mí que me cuestionen»; «Mi casa está a dos cuadras del Coliseo».

• Té (bebida-infusión) y te (pronombre personal): «Es la hora del té»; «Muy claro te lo dije y no me hiciste caso».

• Dé (del verbo dar) y de (preposición): «No importa cuánto nos dé»; «De esa manera es imposible triunfar».

• Más (adverbio de cantidad o comparativo) y más (conjunción adversativa): «No quiero más quejas»; «Todos se rieron, mas yo (pero yo) me mantuve en silencio».

• Sé (de saber) y se (pronombre personal): «Yo solo sé que no sé nada»; «Se cansaron de tanto esperar».

• Sí (de afirmación) y si (conjunción condicional o interrogativa): «Me dijo que sí»; «Si lo hubiera sabido no vengo»; «No sabía si iba a venir a la fiesta».

• Para finalizar esta entrega, que podría tener una continuación la venidera semana, les recuerdo que la palabra «aun» no lleva tilde cuando equivale a incluso, hasta, también o (ni) siquiera.

Lleva tilde cuando se refiere a todavía: «Aun los mismos ángeles no saben la hora en que vendrá el Maestro»; «Es tarde, y aún (todavía) queda mucho por hacer».


sábado, 21 de septiembre de 2024

¡Quórum, curul y el suscrito prefecto, otra vez!

Por

David Figueroa Díaz 


21/09/2024

El artículo de la semana pasada, surgió de una inquietud de mi amigo Raimond Gutiérrez relacionada con la diferencia entre el día y la fecha, despertó un gran interés y generó comentarios elogiosos, los cuales agradezco grandemente, pues como he dicho en reiteradas ocasiones, son un estímulo para continuar aportando elementos en función de un mejor uso del lenguaje escrito y oral. Es un reconocimiento a mis esfuerzos y dedicación por casi treinta años en estos menesteres. ¡Gracias otra vez!

Varias personas expresaron su agradecimiento por haberlas orientado en ese tema, y ​​fueron honestas al señalar que no lo conocían. Hubo otras a las que les sirvió de repaso. También despertó dudas el hecho de que varias veces apareció la palabra setiembre (sin la p), y muchos creyeron que me había equivocado; otros pensaron que había sido ex profeso para cazar a lectores descuidados. Ninguna de las dos; dado que la escribí así porque es una palabra de doble ortografía, que la empleo desde que supe (en 2010) que puede usarse de las dos maneras, sin riesgo de equivocación.

Y si les digo que también puede escribirse otubre en lugar octubre, el grito de asombro se oiría allende los yeguas. Con el mes en que nací, por ahora no voy a meterme en honduras; pero es necesario que sepan que puede suprimirse la «c», sin temor a que algún sabidillo del idioma español pretenda dictarnos cátedra.

Les dije la semana pasada que hoy les mostraría otros casos que son inquietudes que se han convertido en el quebradero de cabeza de personas cuya ocupación habitual es la redacción de textos y que de una u otra forma están ligadas con la educación y los medios de comunicación. social, entre esos «quórum reglamentario», «un curul» o «una curul» y «el suscrito prefecto». Se han convertido en vicios casi indesarraigables, ante lo cual conviene decir algo, para que los interesados ​​puedan disipar sus dudas y llamar las cosas por su nombre. De esos temas he hablado muchas veces, y hoy vuelvo sobre ellos.

Es frecuente que en los cuerpos colegiados, como la Asamblea Nacional, consejos legislativos estadales, concejos municipales y en corporaciones, bien en el ámbito gubernamental, como el sector privado en Venezuela, la persona que funge de presidente o de director de debate, le pida. a la que oficia de secretario (a) que verifique el quórum reglamentario, lo cual es inadecuado, pues sugeriría la existencia de otro no reglamentario.

Quórum es la proporción de votos favorables para que haya acuerdo, que se dará por mayoría simple, mayoría calificada u otra modalidad que establezca el reglamento o estatuto que lo contempla. Debe sobrentenderse que está en un reglamento o en un estatuto, pues de lo contrario no tendría razón de ser. Con decir quórum, bastaría.

En el caso del vocablo curul, la solución es sencilla, dado que solo basta con saber que es una palabra que podrá ser usada, tanto en masculino, como en femenino, según la Fundéu, con el aval de la RAE. Quizás esa posibilidad del doble uso esté favorecida por el hecho de que es sinónimo de asiento y escaño, que son vocablos masculinos; pero también de silla, que es palabra femenina. Entonces, (supongo) para no encajonarlo en un solo género, podrá hablarse de un curul o una curul, sin incurrir en impropiedad. ¡Esto sería interesante que lo entendieran aquellas personas que se dedican a buscar errores en donde no los hay!

En las altas esferas de la sociedad venezolana, por lo que he leído y oído, se emplea mayormente la forma femenina (la curul), y por eso es frecuente que cuando alguien habla de un curul, muchos son los que se escandalizan, luego de lo cual se complacen en mostrar «sus grandes conocimientos gramaticales y lingüísticos», y con aires de suficiencia, corrigen: «es una curul, no un curul». Pues fíjense que eso no tiene validez, y quien insista, simplemente está fuera de foco y expuesto a quedar mal con su supuesta sabiduría.

En relación con la frase «el suscrito prefecto», como aparece en las antiguas partidas de nacimiento (así se les llama en Venezuela), alguien se percató de la impropiedad y fue sustituida por «quien suscribe», que es la forma correcta, además de elegante. Suscrito es el participio pasado del verbo suscribir, y no se hable más.


sábado, 14 de septiembre de 2024

¡Otra inquietud de Raimond!

Por:

David Figueroa Díaz 


14/09/2024

He dicho siempre, que para mí es altamente provechoso tomar en cuenta las dudas y propuestas de los lectores que son seguidores de este trabajo de divulgación periodística, así como como también la de los ocasionales, pues por un lado demuestran que mi esfuerzo no ha sido en vano; y por el otro, me facilitan la selección del tema por publicar.


Muchos han sido los artículos que han surgido por esa vía, con los cuales las dudas en cada caso han disminuido. Eso ha sido satisfactorio y estimulante, además de que me impone la obligación moral de continuar indagando para aportar elementos que pudieran abrir el camino hacia un mejor uso de la expresión escrita y oral.

A la luz de las observaciones vertidas en esta publicación sabatina, muchos han adquirido soltura en eso de escribir y hablar bien. Ese es el mejor reconocimiento que he podido recibir por los casi treinta años dedicado a escribir sobre las impropiedades más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana.

El profesor José Vásquez Manzano, el articulista Telmo Trabiezo (así está asentado en su documento de identidad) y el abogado Raimond Gutiérrez, además de ser mis amigos, son los lectores con los que más comparto impresiones sobre esta materia.

Me gusta intercambiar opiniones con ellos porque sé de la seriedad y la sapiencia con que lo hacen, y porque cada intercambio es una forma de aprender, y como yo estoy convencido de que nunca se termina de aprender, no desperdicio esas oportunidades.

Precisamente, el tema de hoy surgió de otra inquietud de Raimond, y con gusto trataré de darle una respuesta que disipe su duda y la de cualquier otra persona interesada en el asunto. Vásquez Manzano, Telmo y Raimond manejan con relativa facilidad el tema gramatical y lingüístico. Y cuando hablo de relativa facilidad, me baso en el hecho de que en estos menesteres el manejo nunca es absoluto.

En opinión de Raimond es una mala costumbre, una mala maña u otra actitud viciada, confundir los días con las fechas. ¿Cómo así? ¡Bueno, que los días son de lunes a domingo; mientras que las fechas son el conteo de la cantidad de días de cada mes.

Como abogado que es, según su testimonio, se ha topado en infinidad de oportunidades con textos de sentencias del máximo tribunal de Venezuela; con escritos cuyos autores son abogados de prestigio; con actas u otros contenidos publicados por universidades y corporaciones en las que hay profesionales a los que difícilmente podría tachárseles una impropiedad de esa naturaleza; pero incurren, y de ahí la prudencia de hacer un comentario al respeto, con el deseo que no siga propagándose el vicio.

Raimond no se atreve a asegurar que en otros países de habla hispana ocurra algo similar; pero de lo que no tiene dudas, es de que en Venezuela se ha arraigado de tal modo, que pareciera que su uso fuese adrede.

Confieso que no me había percatado de la existencia de esa impropiedad, pues de buenas a primeras no es fácil captarla.

Si alguien escribe «El día 14 de setiembre está de cumpleaños nuestro director general», hay algo inadecuado que a lo mejor nadie podrá notar, por las razones que les mencioné en el sexto párrafo de este escrito. El día de hoy no es 14; es sábado, de fecha 14, y eso es otra cosa. Es bueno recordarles que los días son de lunes a domingos, y las fechas, desde el primer día hasta el último de cada mes.

Si se quiere ser más específico y preciso, habría que escribir o decir: «El día de hoy sábado, de fecha 14 de setiembre…». O: «El día de hoy sábado, correspondiente a la fecha 14 de setiembre…».

Algunos dirán que es una expresión muy larga y que además es utilizada con criterio purista y muy rebuscada; pero no se trata de purismo ni de rebuscamiento, sino de llamar las cosas por su nombre. Lo cierto es que esa frase puede construirse de otras formas, sin caer en error; lo importante es no confundir el día con la fecha.

Aparte de la inquietud de Raimond Gutiérrez, tenía previsto abordar otros casos del mismo tenor; pero prefiero dejarlos para otra ocasión, que pudiera ser el día sábado 21 de setiembre de 2024. O lo que es lo mismo: «El día sábado, correspondiente a la fecha 21 de setiembre de 2024».



domingo, 8 de septiembre de 2024

¡Cuidado con la a!

Por

David Figueroa Díaz 

09/07/2024

El 12 de noviembre de este año cumpliré treinta de haberme dedicado a escribir sobre temas gramaticales y lingüísticos. Durante ese tiempo he abordado los vicios más comunes en los medios de comunicación y en la habla cotidiana, siempre con la intención de aportar elementos que puedan contribuir a la disipación de las dudas y la disminución de esas situaciones en las que, por desconocimiento o descuido. . , se incurre al escribir o al hablar.

Siempre he tenido el cuidado de acotar que no soy experto en la materia, sino un preocupado por escribir y hablar bien, que no está exento de incurrir en impropiedades.

También he sido reiterativo en afirmar que para expresarse bien de forma escrita u oral, solo basta con aplicar los conocimientos que se adquieren en las diferentes etapas de la educación formal. Y si alguien cree que tiene facilidades para expresarse por ambas modalidades, entonces debería ocuparse de aprovechar esa bondad.

En ocasiones he sido duro en las críticas, al punto de que algunas personas se han visto retratadas en mis artículos, aunque la intención no ha sido ofenderlas ni humillarlas, sino hacerles entender la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera.

Por esa razón, siempre llamo la atención de periodistas, locutores, publicistas, abogados y demás profesionales que de una u otra forma están ligados con la escritura. ¡No deben tener errores de ortografía elemental; pero los hay, y bastante!

He dicho, sin temor a equivocarme, ya veces con dureza, que un periodista es un educador a distancia. Siempre que puedo, reitero que no podrá educar mientras su formación sea deficiente, como ocurre actualmente con aquellos que no conocen lo básico de ortografía básica; pero no admite su deficiencia. Lo peor es que les molestan que les hagan observaciones, además de que se ufanan de haber estudiado en las mejores universidades del país o fuera de él.

El primer artículo que escribí hace ya casi treinta años, estuvo relacionado con una serie de palabras y expresiones viciadas y de algunos usos inadecuados de la preposición «a».

Hoy, una vez más, les mostraré la definición de la preposición como parte de la oración; les señalaré el uso adecuado de la preposición mencionada y les hablaré de los errores que se comentan por omisión de la misma.

La preposición «es una parte invariable de la oración, o sea, que no sufre cambios o accidentes gramaticales y su finalidad es la de introducir un término, bien sea un grupo nominal o una oración, con los que conforman un conjunto ordenado de palabras» : a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, durante, en, entre, hacia, hasta, mediante, para, por, según, sin, so, sobre, versus y vías.

Las preposiciones «cabe» y «so» están en desuso, aunque eso no implica que no deban usar, siempre que se sepa hacerlo. Como la lista es larga, solo les mostraré algunos usos adecuados de la «a», para luego referirme a los errores por omisión de la misma, caso que se ha hecho frecuente en personas cuya ocupación habitual es la redacción de textos, lo cual es lamentable, por las razones que se exponen en el cuarto párrafo de este artículo.

La «a» indica dirección o el motivo del desplazamiento: «Voy a Madrid, a visitar a unos amigos»; «Esa carta va dirigida a tu mamá»; «Va al supermercado a comprar unas verduras». Puede oficiar de exhortación u orden: «¡A bañarse!»; «¡Todos a la cama!»; «¡A hacer la tarea!». Indica lugar o tiempo: «Lo contactaron a la entrada de su casa»; «Llamaré a la tarde»; «Trajeron la perra a la finca». Situación de algo o alguien: «Está sentado a la diestra del Dios Padre»; «A su derecha estaba el jefe»; «Había personas a ambos lados de la vía».

También indica el término de un intervalo de lugar o tiempo que media entre dos cosas: «Solo servían el almuerzo de doce a una»; «Acostumbraban hablar de acera a acera»; «Se les veía pasar de calle a calle». Modo: «Les gusta montar a caballo»; «Balones cosidos a mano»; «Todo lo arreglaba a golpes». Designación del precio de las cosas: «Encontré zapatos a veinte dólares».

Existen otros usos que por ahora no voy a mencionar, pues debo cerrar esta entrega con un breve comentario sobre la mala costumbre que se ha puesto de moda, de omitir la preposición «a» junto con los verbos abrir, acostarse, adelantar, hacer, haber, etc. «En la perífrasis verbal ir a + infinitivo, no debe omitirse la preposición a, aunque el verbo auxiliado comienza por a: voy a hacer, voy a abrir, va a haber».


¡Cuidado con la a!

Por

David Figueroa Díaz  


09/07/2024

El 12 de noviembre de este año cumpliré treinta de haberme dedicado a escribir sobre temas gramaticales y lingüísticos. Durante ese tiempo he abordado los vicios más comunes en los medios de comunicación y en la habla cotidiana, siempre con la intención de aportar elementos que puedan contribuir a la disipación de las dudas y la disminución de esas situaciones en las que, por desconocimiento o descuido. , se incurre al escribir o al hablar.

Siempre he tenido el cuidado de acotar que no soy experto en la materia, sino un preocupado por escribir y hablar bien, que no está exento de incurrir en impropiedades.

También he sido reiterativo en afirmar que para expresarse bien de for⁹ma escrita u oral, solo basta con aplicar los conocimientos que se adquieren en las diferentes etapas de la educación formal. Y si alguien cree que tiene facilidades para expresarse por ambas modalidades, entonces debería ocuparse de aprovechar esa bondad.

En ocasiones he sido duro en las críticas, al punto de que algunas personas se han visto retratadas en mis artículos, aunque la intención no ha sido ofenderlas ni humillarlas, sino hacerles entender la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera.

Por esa razón, siempre llamo la atención de periodistas, locutores, publicistas, abogados y demás profesionales que de una u otra forma están ligados con la escritura. ¡No deben tener errores de ortografía elemental; pero los hay, y bastante!

He dicho, sin temor a equivocarme, ya veces con dureza, que un periodista es un educador a distancia. Siempre que puedo, reitero que no podrá educar mientras su formación sea deficiente, como ocurre actualmente con aquellos que no conocen lo básico de ortografía básica; pero no admite su deficiencia. Lo peor es que les molestan que les hagan observaciones, además de que se ufanan de haber estudiado en las mejores universidades del país o fuera de él.

El primer artículo que escribí hace ya casi treinta años, estuvo relacionado con una serie de palabras y expresiones viciadas y de algunos usos inadecuados de la preposición «a».

Hoy, una vez más, les mostraré la definición de la preposición como parte de la oración; les señalaré el uso adecuado de la preposición mencionada y les hablaré de los errores que se comentan por omisión de la misma.

La preposición «es una parte invariable de la oración, o sea, que no sufre cambios o accidentes gramaticales y su finalidad es la de introducir un término, bien sea un grupo nominal o una oración, con los que conforman un conjunto ordenado de palabras» : a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, durante, en, entre, hacia, hasta, mediante, para, por, según, sin, so, sobre, versus y vías.

Las preposiciones «cabe» y «so» están en desuso, aunque eso no implica que no deban usar, siempre que se sepa hacerlo. Como la lista es larga, solo les mostraré algunos usos adecuados de la «a», para luego referirme a los errores por omisión de la misma, caso que se ha hecho frecuente en personas cuya ocupación habitual es la redacción de textos, lo cual es lamentable, por las razones que se exponen en el cuarto párrafo de este artículo.

La «a» indica dirección o el motivo del desplazamiento: «Voy a Madrid, a visitar a unos amigos»; «Esa carta va dirigida a tu mamá»; «Va al supermercado a comprar unas verduras». Puede oficiar de exhortación u orden: «¡A bañarse!»; «¡Todos a la cama!»; «¡A hacer la tarea!». Indica lugar o tiempo: «Lo contactaron a la entrada de su casa»; «Llamaré a la tarde»; «Trajeron la perra a la finca». Situación de algo o alguien: «Está sentado a la diestra del Dios Padre»; «A su derecha estaba el jefe»; «Había personas a ambos lados de la vía».

También indica el término de un intervalo de lugar o tiempo que media entre dos cosas: «Solo servían el almuerzo de doce a una»; «Acostumbraban hablar de acera a acera»; «Se les veía pasar de calle a calle». Modo: «Les gusta montar a caballo»; «Balones cosidos a mano»; «Todo lo arreglaba a golpes». Designación del precio de las cosas: «Encontré zapatos a veinte dólares».

Existen otros usos que por ahora no voy a mencionar, pues debo cerrar esta entrega con un breve comentario sobre la mala costumbre que se ha puesto de moda, de omitir la preposición «a» junto con los verbos abrir, acostarse, adelantar, hacer, haber, etc. «En la perífrasis verbal ir a + infinitivo, no debe omitirse la preposición a, aunque el verbo auxiliado comience por a: voy a hacer, voy a abrir, va a haber».


¡No hay más que insistir!

Por   David Figueroa Díaz     16/08/2025 Luego de cuatro sábados ausente, hoy retomo este trabajo de divulgación periodística, destinado a a...