Médico de Cabecera y Santo Sanador

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domingo, 8 de septiembre de 2024

¡Cuidado con la a!

Por

David Figueroa Díaz  


09/07/2024

El 12 de noviembre de este año cumpliré treinta de haberme dedicado a escribir sobre temas gramaticales y lingüísticos. Durante ese tiempo he abordado los vicios más comunes en los medios de comunicación y en la habla cotidiana, siempre con la intención de aportar elementos que puedan contribuir a la disipación de las dudas y la disminución de esas situaciones en las que, por desconocimiento o descuido. , se incurre al escribir o al hablar.

Siempre he tenido el cuidado de acotar que no soy experto en la materia, sino un preocupado por escribir y hablar bien, que no está exento de incurrir en impropiedades.

También he sido reiterativo en afirmar que para expresarse bien de for⁹ma escrita u oral, solo basta con aplicar los conocimientos que se adquieren en las diferentes etapas de la educación formal. Y si alguien cree que tiene facilidades para expresarse por ambas modalidades, entonces debería ocuparse de aprovechar esa bondad.

En ocasiones he sido duro en las críticas, al punto de que algunas personas se han visto retratadas en mis artículos, aunque la intención no ha sido ofenderlas ni humillarlas, sino hacerles entender la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera.

Por esa razón, siempre llamo la atención de periodistas, locutores, publicistas, abogados y demás profesionales que de una u otra forma están ligados con la escritura. ¡No deben tener errores de ortografía elemental; pero los hay, y bastante!

He dicho, sin temor a equivocarme, ya veces con dureza, que un periodista es un educador a distancia. Siempre que puedo, reitero que no podrá educar mientras su formación sea deficiente, como ocurre actualmente con aquellos que no conocen lo básico de ortografía básica; pero no admite su deficiencia. Lo peor es que les molestan que les hagan observaciones, además de que se ufanan de haber estudiado en las mejores universidades del país o fuera de él.

El primer artículo que escribí hace ya casi treinta años, estuvo relacionado con una serie de palabras y expresiones viciadas y de algunos usos inadecuados de la preposición «a».

Hoy, una vez más, les mostraré la definición de la preposición como parte de la oración; les señalaré el uso adecuado de la preposición mencionada y les hablaré de los errores que se comentan por omisión de la misma.

La preposición «es una parte invariable de la oración, o sea, que no sufre cambios o accidentes gramaticales y su finalidad es la de introducir un término, bien sea un grupo nominal o una oración, con los que conforman un conjunto ordenado de palabras» : a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, durante, en, entre, hacia, hasta, mediante, para, por, según, sin, so, sobre, versus y vías.

Las preposiciones «cabe» y «so» están en desuso, aunque eso no implica que no deban usar, siempre que se sepa hacerlo. Como la lista es larga, solo les mostraré algunos usos adecuados de la «a», para luego referirme a los errores por omisión de la misma, caso que se ha hecho frecuente en personas cuya ocupación habitual es la redacción de textos, lo cual es lamentable, por las razones que se exponen en el cuarto párrafo de este artículo.

La «a» indica dirección o el motivo del desplazamiento: «Voy a Madrid, a visitar a unos amigos»; «Esa carta va dirigida a tu mamá»; «Va al supermercado a comprar unas verduras». Puede oficiar de exhortación u orden: «¡A bañarse!»; «¡Todos a la cama!»; «¡A hacer la tarea!». Indica lugar o tiempo: «Lo contactaron a la entrada de su casa»; «Llamaré a la tarde»; «Trajeron la perra a la finca». Situación de algo o alguien: «Está sentado a la diestra del Dios Padre»; «A su derecha estaba el jefe»; «Había personas a ambos lados de la vía».

También indica el término de un intervalo de lugar o tiempo que media entre dos cosas: «Solo servían el almuerzo de doce a una»; «Acostumbraban hablar de acera a acera»; «Se les veía pasar de calle a calle». Modo: «Les gusta montar a caballo»; «Balones cosidos a mano»; «Todo lo arreglaba a golpes». Designación del precio de las cosas: «Encontré zapatos a veinte dólares».

Existen otros usos que por ahora no voy a mencionar, pues debo cerrar esta entrega con un breve comentario sobre la mala costumbre que se ha puesto de moda, de omitir la preposición «a» junto con los verbos abrir, acostarse, adelantar, hacer, haber, etc. «En la perífrasis verbal ir a + infinitivo, no debe omitirse la preposición a, aunque el verbo auxiliado comience por a: voy a hacer, voy a abrir, va a haber».


sábado, 31 de agosto de 2024

¡Por favor, no te comas la coma!

Por

David Figueroa Díaz   

31/08/2024

Tengo muchos amigos a los que les gusta el tema gramatical y lingüístico, y de cuando en cuando me sugiere que escriba sobre casos en los que tienen dudas, pues su ocupación habitual les impone la obligación de escribir bien y hablar de mejor manera, para lo cual, lo he dicho en reiteradas oportunidades, no es necesario ser miembro de la Real Academia Española.

Solo basta con poner en práctica los conocimientos que en materia de lenguaje se adquieren en las diferentes etapas de la educación formal. Lo demás llegaría por añadidura, siempre que se le dé la importancia necesaria.

Y al hablar de amigos, debo referirme a Raimond Gutiérrez, quien me envió por WhatsApp un contenido sobre uno de los tantos usos de la coma, que me llamó la atención, pues en los innumerables artículos que he dedicado a ese importante signo de puntuación, aunque sé que existe, no lo había tocado.

Raimond, además de ser abogado con una larga y admirable trayectoria, maneja con gran facilidad y elegancia el tema gramatical y lingüístico, lo cual le ha permitido incursionar con éxitos en el periodismo de opinión, como articulista y columnista de importantes medios de comunicación de Venezuela. y de otros países. Otra virtud que lo distingue, es que es fiel cultivador de la amistad popular.

Solemos intercambiar impresiones sobre las impropiedades más comunes, tanto en los medios de divulgación masiva, como en la habla cotidiana. A veces le consulta sobre temas jurídicos y políticos, para lo cual siempre tiene la respuesta adecuada.

Gracias a su aporte, hoy volveré a hablarles sobre la coma, que es –a mi entender y el de otras personas que se dedican a estos temas-, el más difícil de usar correctamente.

Por esa razón, cada vez que escribo sobre este asunto, procuro ser lo más explícito posible, en función de contribuir a disipar las dudas e infundirles seguridad a quienes se preocupan por el buen decir, escrito u oral. Lo paradójico es que los casos en los que más se incurren en impropiedades, son los más fáciles de manejar.

Alrededor de la coma se ha escrito mucho, con la finalidad de derrumbar las barreras que impiden que haya un manejo relativo del asunto. Es frecuente toparse con anuncios sobre los cinco, los diez, los veinte o los cincuenta usos de la coma. Cada autor se basa en los criterios que al respecto aplica la Real Academia Española; pero al final tratan de imponer el de ellos.

Sandro Cohen, en su libro «Redacción sin dolor», muestra lo que él considera los diez usos de la coma. Quienes deseen profundizar sobre esto, deben leerlo.

Cuando hablo de la coma, me centro en mostrar los casos en los que más se incurre en situaciones viciadas. Hay redactores (y redactoras también), que colocando coma donde no debe ir, y la omiten cuando es necesario. Existen otros que no la usan en ningún caso, lo que hace que solo por adivinación pueda entenderse lo que escriben.

La coma, entre otras cosas, se usa para separar elementos de una enumeración: «Compré papas, lechuga, tomate y cebolla».

Para marcar el inicio y el fin de un inciso. Un inciso es una frase que brinda información adicional: «El Libertador Simón Bolívar, Genio de América, nació en Caracas el 24 de julio de 1783»; «Mi hermano, que es historiador, aclaró nuestras dudas sobre la Gesta Emancipadora de Venezuela».

Hay otros usos, pero estimo que la coma elíptica, la coma vocativa y la combinación que se hace con el punto y coma para separar el nombre del cargo, y este del nombre, son los casos en los que frecuentemente se incurre en error. Lo lamentable es que quienes más cometen esas faltas, son personas que por el rol que desempeñan ante la sociedad, deben ser ejemplos del buen decir.

La coma elíptica es la que permite la omisión de algo que es sobrentendido, y por tanto no se dificulta la comprensión del texto: «Su hijo mayor es rubio, el menor, moreno»; «Los que no tengan invitación, por aquella puerta».

La coma vocativa o coma del vocativo, es la que se emplea para separar el vocativo del resto del texto. Entiéndase por vocativo la persona o cosa personificada a la que nombra o se alude en la oración: «Buenos días, muchachos»; «Puedes venir a buscarme, papá»; «Levántate, Lázaro».

Cierro con la combinación de la coma y el punto y coma en casos de personas con relación a su cargo u oficio: «Carlos Mendoza, director; Luis Parra, secretario general; María Rodríguez, asesora jurídica». Si solo se coloca una coma, sería difícil saber quién desempeña tal o cual cargo.


sábado, 17 de agosto de 2024

Espaldarazo y subsanar

Por

David Figueroa Díaz


17/08/2024

Es digno de elogio, además de un ejemplo por seguir, el hecho de que muchas personas, sobre todo aquellas que están compenetradas con los medios, (también hay educadores), se preocupan por enriquecer su vocabulario, por mejorar su expresión escrita y oral.

Pero cuando esa preocupación se transforma en exhibicionismo, es bastante lamentable, tanto para ellos, para los que tienen por costumbre y necesidad leer publicaciones en medios digitales y en redes sociales, que aunque estas últimas son muy útiles, están plagadas de cosas inadecuadas, ante lo cual hay que estar alerta para que no se multipliquen.

Insisto en que es lamentable para ellos (los audidos en el párrafo anterior), porque en su afán de andar buscando errores en donde no los hay, corren el riesgo de que el menos pensó les desinfle el globo del ego de creerse maestros del buen decir ; además de que se exponen a la burla silenciosa oa veces estruendosa.

En mi caso, siempre he sostenido que solo soy un aficionado del buen decir, alguien que ha entendido perfectamente, que nunca se termina de aprender.

El artículo de la semana pasada, titulado «La expresividad del venezolano», produjo comentarios elogiosos, además de que en varios de ellos estaba implícita la petición de unir a la lista de expresiones y palabras que mostré, otras que no mencioné. Cuando se dispone de un espacio como este, aunado a la falta de tiempo, es difícil abarcar más; pero pueden estar seguros de que en cualquier momento volverá sobre este interesante tema.

Quiero destacar un mensaje que recibí del colega locutor, periodista, gaitero y de paso guairista, Arnoldo Fréitez, quien aparte de identificarse con lo expresado por mí el sábado pasado, me comentó que en una ocasión oyó una conversación de personas que forman parte de lo que hoy llaman el poder comunal organizado, y que el meollo del asunto era un rechazo contundente a alguien que, para los efectos de este artículo, su nombre es irrelevante.

Lo cierto es que (en versión de Arnoldo), hablaban del rechazo; pero a la vez dijeron que le habían dado un espaldarazo, lo que permite colegir que no saben lo que significa la palabra mencionada.

El otro caso tiene que ver con el verbo subsanar, ya que muchas personas, para mostrar su «erudición» en materia de lenguaje escrito y oral, usan términos con significado diferente del que registran los diccionarios. Arnoldo asegura haber leído frases como: «Hay que subsanar las heridas», lo cual a él, que ha valorado la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera, le parece impropio, y sin duda lo es. Trataré entonces de satisfacer su inquietud y la de otras personas que tengan dudas al respecto.

Espaldarazo, de acuerdo con las definiciones de la Real Academia Española, es: «Reconocimiento de la competencia o habilidad suficiente a que ha llegado alguien en una profesión o actividad». Fuera del rigor académico, significa apoyar, respaldar una idea, una propuesta, una decisión, etc. La confusión está en el hecho de que el vocablo espaldarazo tiene una fuerte carga expresiva que hace que se lo confunda con «dar la espalda», que es la frase que se emplea para indicar rechazo, repulsión, negación, abandono u otra actitud o acción de ese tipo: «Todos los presentes le dieron la espalda».

Eso, claro está, es en sentido figurado; pero en el ámbito militar (lo he visto en películas), cuando alguien comete una falta gravísima que amerita expulsión, colocando al individuo enfrente de la tropa, ya la voz de mando del superior, esta da media vuelta y le da la espalda. Hasta donde me lo permiten mis supinos conocimientos de gramática y lingüística, además de sentido común, eso no es un espaldarazo.

Lo de subsanar está relacionado con el desconocimiento de que la sinonimia de las lenguas no es perfecta, por lo que lo que hay palabras que, aun cuando son sinónimas, no podrán emplearse en el mismo contexto, como por ejemplo iniciar y comenzar, que no se construyen de la misma manera, aunque son hermanas. De eso he hablado en infinidad de veces, y como cosa curiosa, ha aumentado el uso inadecuado del primero de los nombrados.

Por ahora baste con decir que se subsana, se repara, se soluciona un problema. Las heridas se sanan, no se subsanan.


domingo, 21 de julio de 2024

 


Nombres y apellidos

Por

David Figueroa Díaz  


20/07/2024

Luego de que me di cuenta de poder manejar con relativa facilidad el aspecto gramatical y lingüístico, me he dedicado por casi treinta años a escribir sobre este asunto, con la convicción de que solo soy un aficionado del buen decir y que el tiempo de aprender nunca. terminal.

Eso me ha permitido mostrar y analizar la amplia gama de impropiedades que existen en los medios de comunicación social y en la habla cotidiana, con la finalidad y el deseo de arrojar luces para que los interesados ​​puedan disipar sus dudas y adquieran solución en eso de escribir. bien y hablar de mejor manera. ¡Para eso es este aporte!

Durante ese tiempo una cantidad considerable de personas han asimilado la enseñanza, lo cual me ha hecho sentir la satisfacción del deber cumplido, lo que evidencia que mis esfuerzos y mi trabajo no han sido en vano. ¡Gracias a Dios!

Esa experiencia me ha servido para hacer una clasificación de los casos más frecuentes y sus causas. Casi nunca hablo de errores, pues prefiero decir impropiedades, dado que la palabra error contiene cierta carga expresiva que a muchos pudiera intimidar.

No es lo mismo decirle a alguien: «ha incurrido en error», que: «escribiste algo impropio». A la mayoría de los seres humanos no les agrada que les digan que tienen errores, menos si son ortográficos. A veces no son errores, sino horrores. ¡Pero bueno…!

En el «catálogo» de impropiedades están la falta de la tilde o su uso inadecuado; mal empleo de los signos de puntuación, de las mayúsculas y minúsculas, así como otros vicios, muchos de los cuales parecieran indesarraigables. Les hablaré de un tema al que desde hacía mucho tiempo quería referirme; hoy es el día.

No sé si en otro país de Hispanoamérica ocurre algo similar; pero en Venezuela los nombres y los apellidos en el documento de identidad (cédula) aparecen en mayúscula sostenida, es decir, con todas sus letras en mayúscula: PEREZ GONZALEZ JOSE RAMON. El motivo lo desconozco; pero creo que se deba al desconocimiento de las palabras por la índole de la entonación: agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas).

En redes sociales y en grupos de WhatsApp abundan los contenidos de este tipo, y sus autores se justifican en que lo hacen de esa manera para ahorrar tiempo. Sería interesante saber qué hacen con el tiempo que ahorran.

Es por eso que muchas personas, entre esas, periodistas, educadores, abogados, médicos, ingenieros y otros profesionales, no saben que sus nombres y apellidos llevan tilde. Es el caso de: Raúl, Naúl, Paúl, José, Josué, Jonás, Iván, Simón, Alí, Tomás, María, Elías, Josías, Héctor, Álvaro, Cándido, Teófilo.

Apellidos como: Álvarez, Guédez, Gómez, López, Sepúlveda, Cárdenas, Díaz, Meléndez, Jiménez, Rodríguez, Bermúdez, Domínguez, Hernández, Fernández, Narváez, Peláez, etc., a menos que en el registro de nacimiento haya habido un error de transcripción, como ocurre con Colmenares (con «s») y Colmenarez (con «z»). No sé cuál es el original; pero lo cierto que en el caso del mencionado apellido, hay hijos del mismo padre: unos son Colmenares y otros Colmenárez. Cabe destacar que esa palabra representa un sonido grave. Cuando aparezca con «z» llevará tilde, y no cuando termine en «s».

Se debe tener presente que los nombres de pila y apellidos deben llevar tilde, independientemente de si se escriben con mayúscula. El mismo criterio se aplica a cualquier palabra escrita con todas sus letras en mayúscula, que por las reglas deba llevar tilde. Es fundamental distinguir entre tilde y acento, para evitar confusiones e impropiedades.

Como habrán podido notar, el tema no es complicado; solo basta tomar en cuenta la importancia de escribir, sobre todo si se hace para el público. Algunos usuarios de las redes sociales y grupos de WhatsApp tienen la mala costumbre de escribir todo en mayúscula y sin comas.

Si supieran que eso, aparte de que repugna a los lectores, es una evidencia de desconocimiento, de falta de cuidado y de otros recursos que deben ponerse en práctica para lograr la meta trazada.

Tantas letras mayúsculas juntas no motivan la lectura, pues llevan implícita la noción de cansancio visual.

Claro está, hay casos en los que por muchas razones es necesario colocar palabras y frases en mayúscula extendida; pero todo el texto sería una sopa de letras poco apetitosa.


sábado, 6 de julio de 2024

¡Tiempo de repasar!

Por

David Figueroa Díaz 


06/07/2024

En este tipo de trabajo, dedicado a ofrecer las herramientas que permitan aclarar dudas gramaticales y lingüísticas, es necesario volver sobre temas ya tratados, con el deseo de refrescar conocimientos y lograr que los interesados puedan adquirir soltura en eso de escribir bien y hablar de mejor manera, sobre todo aquellos cuya ocupación habitual es la redacción de textos y la expresión oral, vale decir periodistas, locutores y educadores, entre otros.

Me ha tocado hacerlo muchas veces, y en cada una de ellas he procurado mostrar un enfoque diferente, sencillo y ameno, para que dé los frutos deseados. Me satisface saber que esa reiteración no ha sido en vano, y lo sé porque por diversas vías he recibido expresiones de agradecimientos por el aporte.

Ese gesto espontáneo es lo que me impulsa a mantener este trabajo de divulgación periodística que, y no me sonrojo al decirlo, ha servido de guía para resolver muchas situaciones relacionadas con el lenguaje oral y escrito.

El domingo 30 del recién finalizado mes de junio, estuve en Guanare, capital del estado Portuguesa, Venezuela, para conducir un conversatorio sobre los vicios de lenguaje más comunes en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana.

La invitación me la hizo el licenciado Iván Colmenares, exgobernador de Portuguesa, colega periodista de larga trayectoria y gran conocedor del tema gramatical y lingüístico (lo maneja con relativa y admirable facilidad).

Mi participación fue parte de una serie de orientaciones destinadas a dirigentes de la organización Voluntad Popular, que ha ideado un plan de mejoramiento en lenguaje, redes sociales y otros aspectos fundamentales en el quehacer político y social.

Confieso que me encantó la intervención de la también colega Bianile Rivas, quien dio una extraordinaria clase magistral sobre lo que es periodismo. ¡Bravo!

Como lo mío era un conversatorio, mostré un compendio de lo que –a mi juicio-, son las impropiedades más frecuentes, además de otras que afloraron sobre la marcha.

Hablé del mal uso de la primera persona de plural del imperfecto indicativo de los verbos, que no es otra cosa que «estabanos», «ibanos», «venianos», «cantabanos», «comianos», etc. Recalqué que en Venezuela no existe la figura de gobierno regional, como se puede deducir del contenido del artículo 136 de la Constitución de este país. Mostré la diferencia entre estadal y estatal; Estado y estado. Les aclaré a los presentes, que no es «tragiversar», sino tergiversar. Coloqué ejemplos de uso de «ha» y «a»; «halla», «haya», «aya» y «allá»; «haiga»; «hay», «ahí» y «ay»; «Habemos» y «hubieron». Cerré con ejemplos de mal empleo de algunas palabras colectivas, como maquinaria, problemática y vialidad.

Todos esos casos son muy fáciles de resolver, pues basta un poco de sentido común.

En cuanto al primero, se debe tener presente que lo correcto es estábamos, íbamos, veníamos, cantábamos, comíamos, etc. Lo de Gobierno Regional con saber que en Venezuela no existe esa figura, y para corroborarlo, bastaría con leer el artículo que les mencioné en el párrafo anterior. Existen gobiernos estadales, no regionales.

Estadal es todo lo que alude a estado como división territorial; en tanto que estatal es lo que proviene del país como entidad de derecho público: «Dirección Estadal de Salud»; «Gobierno Estadal»; maestros estadales»; «empresas estatales», «disposiciones estatales».

Estado deberá escribirse con inicial mayúscula cuando la intención sea nombrar al país: Jefe del Estado, cuerpos de seguridad del Estado, golpe de Estado. Se escribirá con minúscula cuando, como lo dije antes, sea división del territorio y en otros casos: «El estado Portuguesa tiene un inmenso potencial agrícola y pecuario», «El mal estado de las vías agrícolas son una muestra de la negligencia gubernamental».

Tergiversar es una palabra que muchas personas, incluidos periodistas y educadores, han cambiado por «tragiversar», y eso es lamentable, toda vez que los comunicadores sociales y los docentes deben ser ejemplos del buen decir. Tergiversar es cambiar el giro a las versiones, ni más ni menos.

Cuando haya dudas sobre si debe ser «ha» o «a», deberá tenerse presente que se escribe con «h» cuando delante de esa partícula haya una palabra terminada en ado o en ido: «Lo ha intentado varias veces», «No ha recibido la respuesta»; ¡Ha ocurrido algo inesperado»; «Él ha sido el más consecuente», «Ha ocurrido un cambio radical», «Ha desistido de la idea», etc. El mismo criterio se aplica a «he»: Yo he sido quien más te ha querido». Se escribe «a» cuando va acompañada de un verbo en infinitivo,

En relación con «halla», «haya», «aya» y «allá»; «haiga»; «hay», «ahí» y «ay», es necesario que sepa que halla es de hallar (se) o de encontrar (se); haya es del verbo haber, aya es la cuidadora o cuidador de niños o adolescentes, además de que es una fruta. Haiga es una deformación de haya, y quien se precie de tener una buena expresión escrita y oral, debería, evitarla. Hay es de existencia, ahí es un adverbio de lugar, y ay es una interjección que indica dolor, queja, asombro o cualquier reacción humana. Siempre deberá ir entre signos de admiración.

Habemos no tiene nada que ver con existencia, por lo cual es incorrecto decir «habemos personas». La forma apropiada es estamos, somos o hay, dependiendo de la ubicación de quien habla.

Para evitar equívocos con la palabra hubieron, «debe conjugarse a la tercera persona del singular, aun cuando vaya acompañado de cosas o personas». Es incorrecto decir que «no hubieron problemas para entrar al recital», «Hubieron disturbios», «Hubieron muchas personas». La forma adecuada es hubo, independientemente si fue uno o miles de millones.

domingo, 30 de junio de 2024

«¡Mano tengo fe!»

Por

David Figueroa Díaz 


29/06/2024

En Europa la Eurocopa, y en América, la Copa América, dos eventos que en los momentos actuales mantienen cautiva la atención de millones de personas, especialmente de los aficionados al balompié, entre los que cuento y me encuentro.

Es inevitable hablar de ambas competencias, dada su importancia, pues acude, por lo menos en el papel, lo más granado del fútbol del viejo continente y el de esta parte del planeta.

Sobre cuál es más importante, es algo que siempre ha sido tema de controversias y aun de discordias; pero lo que sí es indudable es que la Copa América es el torneo de selecciones más antiguo del mundo.

En esta edición, que se juega en Estados Unidos, a la fecha de hoy, está por concluir la fase de grupos, con la selección Vinotinto clasificada a cuartos de final, aún con un partido por disputar, lo que sin dudas ha sido una excelente participación que inspira a los jugadores, al cuerpo técnico ya a los seguidores.

Pero de fútbol no es de lo que quiero hablarles, sino de una frase que nació en 2020, «cuando la Vinotinto comenzaba su camino clasificatorio para la fase final del Mundial Qatar 2022, y resurgió con mayor fuerza cuando empató a un gol con Brasil en casa de la selección pentacampeona del mundo.

Desde ese entonces se ha convertido en un símbolo de la afición, usado para expresar la confianza en que la Vinotinto se convertirá en una selección mundialista, como lo han estimado muchos entendidos en la materia, que han asegurado que en la fase final del venidero mundial. de fútbol hará el debut. ¡Yo tengo fe!

Es inevitable que en las publicaciones en redes sociales, en tertulias futboleras, en transmisiones televisas y radiales se mencione la frase «Mano tengo fe», que como se dice en la actualidad, se ha vuelto viral.

Para escribir este artículo estuve indagando sobre la célebre expresión, con el deseo de saber si es propia o adoptada y si hay alguien a quien pueda ser atribuida; pero la información que existe es muy escueta. Esto no quiere decir que no haya un autor o autores; pero yo no los encontré.

Ahora, desde el punto de vista lingüístico y gramatical, que es lo que manejo con relativa facilidad y de lo que me atrevo a escribir sin ningún temor, debo decir que se la está usando de una manera incorrecta, inclusive en los medios de comunicación social. , y eso es lamentable, pues no están consustanciados con su obligación de educar, entretener e informar.

Es aceptable que una persona cuyo nivel de preparación sea bajo, la use (la frase) de manera inadecuada; pero que eso ocurra en la televisión, en la radio o en medios digitales, en los que debe tener un nivel de conocimiento superior al del común de los mortales, es lamentable. Muchos podrían preguntar: ¿cuál es el problema? La respuesta es: hace falta la coma del vocativo.

Para que se entienda bien el asunto, es menester que se sepa que el vocativo es la persona o cosa personificada que tiene función apelativa en la oración. Puede estar al principio, en medio de la frase o al final de esta: «Abuela, en un rato salimos a hacer los mandados»; «Hola, Loli, ¡qué bien te ves!»; «Y esto ha sido todo por hoy, chicos». En el primer ejemplo el vocativo es «abuela», en el segundo, «Loli»; y en el tercero, «chicos».

La coma vocativa o del vocativo, como quieran llamarla, es uno de los usos de la coma en los que más se incurre en impropiedad. A diario aparecen en los grupos de WhatsApp, redes sociales y medios digitales frases y expresiones que solo por adivinación podrán ser entendidas, por la ausencia de la coma vocativa.

En el caso de la frase a la que aludió y mencionó en este artículo, no existe el riesgo de que alguien no pueda entenderla, pues es una expresión breve, cargada de optimismo, puesta en boga por alguien que está confiado en que la Vinotinto. , que es el nombre con el que se conoce a la selección de fútbol de mayores de Venezuela, se convierte en mundialista. La aclaración en cuanto al nombre del combinado futbolístico de mi país, la hago por el hecho de que es posible que en otros lugares a los que pudiera llegar esta publicación, no lo sepan.

La manera adecuada de escribir la pegajosa frase es, «Mano, tengo fe», aunque en la forma oral casi no se sienta la pausa que impone la coma. Es un ejemplo para aquellos que tengan interés en familiarizarse con la coma del vocativo y otros usos. ¡Manos a la obra!


domingo, 23 de junio de 2024

¡Que no valga la redundancia!

Por                                


David Figueroa Díaz   

22/06/2024                   

En el tiempo que llevo escribiendo sobre temas de lenguaje escrito y oral (casi treinta años, que se cumplirán el 12 de noviembre de 2024) he mostrado muchas situaciones viciadas, que son frecuentes en los medios de comunicación social y por supuesto en el habla cotidiana. , a la que llegan por el inmenso poder inductivo de estos.

Lo del poder inductivo de los medios se verifica en el hecho de que, todo lo que en ellos se escriba o se exprese oralmente, mal o bien, tenderá a arraigarse en el vocabulario del común del hablante.

Es por eso que ese gran poder no debería usarse de forma muy libérrima, pues podría ser igualmente provechoso que dañino. Es preferible que sea lo primero, en virtud de que se cumpla la misión de los medios de difusión masiva, sobre la base de educar, entretener e informar.

El origen de las impropiedades de lenguaje se halla en la escasa formación en educación básica de las personas cuya ocupación habitual es la radio, la televisión o los medios escritos (físicos y digitales), con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente.

Arrastran deficiencias desde la educación primaria, que por descubierto no fueron superadas y forman parte de su día a día. Lo lamentable y cuestionable es que son esas personas las que más figuran, pues ocupan los espacios estelares, sin que existe la forma de que puedan mejorar.

Durante este largo peregrinaje por los caminos del lenguaje escrito y oral he mostrado muchos casos de usos inadecuados, para lo cual me he valido de ejemplos sencillos, modificados y adaptados a la realidad actual, aunque a veces los he usado de forma textual, lo cual , como es obvio siempre aparecen entre comillas.

Muy pocas han sido las veces que he hablado de la redundancia, y cuando lo he hecho, ha sido de forma muy volandera. En esta ocasión trataré de aportar más elementos, con el deseo de que las dudas que aún puedan quedar, sean disipadas.

Hace pocos días mi amigo Rafael Ángel Parra, que es quien revisa y corrige este material de divulgación antes de que periodistas-es.com lo difunda, me mostró un cuadro en digital con frases redundantes frecuentes, que conviene conocer en función de evadirlas.

Es necesario que se sepa que hay redundancia consciente y redundancia inconsciente. La primera es la que se hace adrede, quizás con la intención de darle fuerza a la expresión, para lo cual muchos apelan a la frase «Valga la redundancia», utilizada para advertir que el uso es ex profeso, aunque muchas veces no hay tal redundancia, sino deseos de adornar la prosa. La otra, por supuesto, ocurre sin que el que escribe o el que capaz lo sepa.

Entre las frases redundantes mostradas por mi amigo Rafa, «están cadáver sin vida», «embajada extranjera», «veredicto final», «mi opinión personal», «gritar alto», «llenar por completo», «hija mujer», « repetir otra vez», «lapso de tiempo», «hace un tiempo atrás», «conclusiones finales», «acceso de entrada» y «par de gemelos», entre otras. Todas o casi todas no necesitan explicación; pero en la lista también están «barrer con la escoba» y «palo de madera».

Por lo general se barre con la escoba; pero en Venezuela y tal vez en otra nación de habla hispana existe el cepillo, llamado así para diferenciarlo de la escoba tradicional. No solo, en ese sentido, también se puede barrer sin escoba y sin cepillo.

Son diferentes en muchos aspectos, dado que en la escoba lo que barre es de fibra; en tanto que en el cepillo es de un material sintético, y además es rectangular ya veces curvado; mientras que la escoba tiene formas variadas que no sé definir. Lo cierto es que en muchas regiones de mi país un cepillo es una cosa; y una escoba, otra.

En cuanto a «palo de madera» no hay redundancia, pues no solo puede ser de madera, sino de hierro u otro material, como lo confirma el hecho de que en el fútbol, ​​a los componentes de la portería, meta o arquería, como quiera llamársele, se les nombra palos (el horizontal o larguero y los verticales). También a las astas de bandera ya los verticales que sostienen las velas de las embarcaciones de esa modalidad, aun cuando no fuesen de madera, se les llama palos. Lo de palo no es por el material en que están construidos, sino por su forma.

De modo pues que, es preferible que la redundancia no valga.

¡No hay más que insistir!

Por   David Figueroa Díaz     16/08/2025 Luego de cuatro sábados ausente, hoy retomo este trabajo de divulgación periodística, destinado a a...