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sábado, 8 de octubre de 2022

¡Dos verbos, un problema!

David Figueroa Díaz


 08/10/2022

Luego de tres sábados consecutivos ausente, hoy reaparezco con el deseo de dar continuidad a este trabajo de divulgación periodística, que muchos estiman como una guía práctica y oportuna para disipar dudas y adquirir soltura en la redacción profesional y aficionada.

Lo deduzco con base en las frecuentes consultas y comentarios elogiosos que recibo por diversas vías. No me sonrojo al expresar que hay quienes se han autocalificado como «asiduos lectores». Eso me complace, y por tal razón, aquí me tienen de nuevo.

El lamentable abandono y deterioro en el que se encuentra el sistema eléctrico de Venezuela, reflejado en apagones constantes y prolongados; severas fluctuaciones de voltaje y daños a las comunicaciones por Internet y por otros canales, no permite que puedan tomarse las previsiones para hacer a tiempo las labores cotidianas, que en mi caso son el diarismo y la publicación semanal de artículos en este importante medio de divulgación masiva, sobre las impropiedades más frecuentes en el lenguaje utilizado en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana.

Mi computadora (ordenador la llaman en otros lados) estuvo averiada por varios días, tiempo en el cual estuve «batallando» para recuperarla, hasta que feliz y finalmente lo logré. Pido disculpas al cuerpo editor de este diario, extensivas a los lectores, razón de ser de quienes se ocupan de escribir con la finalidad de aportar algo que sea de interés colectivo. ¡Ese es el objetivo!

Sobre los verbos mal utilizados he escrito muchas veces, y en cada ocasión he mostrado enfoques diferentes, con la intención de facilitar la comprensión. Me complace saber que a luz de las observaciones mostradas, muchos usuarios habituales de la comunicación escrita y oral, profesionales y no profesionales, han disipado sus dudas.

Hay dos verbos que en mi opinión son los que más se usan en el diarismo venezolano, de manera inadecuada y aun cansona. El primero de ellos es aseverar, que se ha convertido en una especie de comodín de muchos periodistas, sobre todo aquellos que cubren la fuente política. Para ellos todo es aseverar, como si no existieran otros verbos con los que se pudiera cumplir el cometido. Lo emplean como sinónimo de asegurar, afirmar, y de hecho lo son; pero ocurre que entre aseverar y sus similares hay una sutil diferencia que conviene conocer en función de usarlos adecuadamente.

Aseverar es por definición: «Decir que una cosa es tal y como se expresa o sucede y no solo posible, deseada, etc.». Es en esencia, afirmar con convencimiento; en tanto que afirmar o asegurar son menos enfáticos. Alguien podría afirmar o asegurar algo, basado en un rumor, en una mentira, con temor, inclusive. Eso no sería una aseveración.

Para decir que mañana será domingo y que pasado será lunes; que el Mundial de Fútbol de 2022 se celebrará en Catar, no es ni sería necesario aseverarlo. ¡He ahí la sutil diferencia a la que me referí en el párrafo anterior!

Hay casos de verbos terminados en «ducir», como por ejemplo conducir, producir, reducir y traducir, que muchas personas, al desconocer los verbos por la índole de su conjugación, pudieran conjugar como «conducí», «produció», «reducieron» y «tradució», en lugar de conduje, produjo, redujeron y tradujo. Existe otro, como bendecir, cuya conjugación en la tercera persona del singular en pasado simple, es bendijo y no «bendició», como algunos escriben y pronuncian. Del mismo tenor es seducir.

El otro verbo es degustar, al que algunos profesionales del micrófono y «creativos» publicitarios emplean de forma inadecuada, como en el caso de un comercial de radio en el que el anunciador invitaba a degustar el paladar. Degustar el paladar sería algo así como comerse el paladar, cosa que nadie en su sano juicio se atrevería siquiera a intentarlo.

Pero el asunto con degustar va más allá, y es que, por lo menos en Venezuela, se ha vuelto una mala costumbre utilizarlo acompañado de la preposición «de»: «Venga y deguste de los mejores cortes de carne en un ambiente netamente familiar…».

El ejemplo mostrado no es arbitrario ni exagerado, pues en muchos comerciales de radio y televisión abunda esa forma anómala de usar el referido verbo, que es transitivo, y por tal motivo, la nombrada preposición está de sobra, además de que suena chocante al oído de quienes tienen nociones elementales de gramática y lingüística.

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