Médico de Cabecera y Santo Sanador

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sábado, 24 de mayo de 2025

¿Es sino o si no?

 Por

David Figueroa Díaz  


24/05/2025

El tema de hoy ya lo he publicado varias veces en este trabajo de divulgación periodística, destinado a aclarar dudas y permitir que aquellas personas que se preocupan por escribir bien y hablar de mejor manera y cuya ocupación habitual sea la redacción y la expresión oral, puedan adquirir soltura.

A la luz de estos aportes semanales, muchas han sido las que lo han logrado. Eso me satisface, pues me demuestra que el trabajo no ha sido en vano. ¡Gracias!

Periodistas, educadores y otros profesionales, a quienes les agradezco la autocalificación de asiduos lectores, les agradezco la confianza, al tiempo que les ratifico el compromiso de hacer lo que esté a mi alcance para brindarles los elementos con los que, si se lo proponen, podrán deshacerse de las dudas y convertirse en multiplicadores del buen uso del lenguaje escrito y oral.

Entre esas personas a las que mi trabajo les sirve de guía en eso de escribir bien y hablar de mejor manera, está la educadora Liliana Gudiño, a quien no conozco personalmente; pero por lo que deduzco, ha entendido la importancia del buen uso del idioma español. De manera frecuente me envía interesantes inquietudes, que con gusto y con mucho respeto las he convertido en un material que no solo le sirva a ella, sino a los que están convencidos de que nunca se termina de aprender.

La inquietud de Liliana y quizás de otras personas, es saber cuándo se escribe sino y cuándo si no. A algunos les podrá parecer complicado; pero si se le presta la debida atención, se notará que es más fácil de lo que algunos piensan.

Las dudas son razonables, pues las redes sociales, sin desmerecer su importancia y utilidad, están plagadas de impropiedades lingüísticas, ante las que es fundamental tener cuidado, para no convertirse en multiplicadores de lo incorrecto.

En el caso de sino y si no, ocurre que se las utiliza de manera indiferente. Lo cuestionable en esto es que quienes más incurren en esos deslices, son personas que, de buenas a primeras, se las consideran como poseedoras de un alto nivel de preparación, que puede que lo tengan; pero al escribir o hablar, demuestra lo contrario.

El caso de sino forma parte de aquellas palabras que tienen el mismo sonido; pero se escriben diferente y significan otra cosa (homófonas), como el hay de haber y la interjección ay y el adverbio de lugar ahí; el haya del verbo haber, el halla de encontrar y el aya (persona encargada de cuidar y educar a los niños en un hogar). También esa labor en muchos casos la desempeñan varones, por lo que el nombre debe corresponder con su sexo.

Y ya que les he mencionado la palabra sexo, me permito aclararles que lo que define si un ser vivo es hembra o varón, es el sexo y no el género. El sexo es una categoría biológica; en tanto que el género es un término que se refiere a los roles, comportamientos, características y oportunidades en un área determinada.

Los seres vivos, lo digo una vez más, tienen sexo; mientras que género tienen las palabras y las cosas inanimadas. De eso último habló muchas veces; pero por ahora confórmese con esta breve reseña.

Se escribe sino el nombre con el significado de fatalidad o destino: «Este es mi sino», y cuando oficia de conjunción adversativa: «No lo hizo él, sino ella».

Se escribe la forma si no, conformada por la combinación de la conjunción condicional si y el adverbio de negación no: «Si no lo quiere, puede dejarlo en el plato»; «Que lo haga Ana y, si no, María».

Podría llenar este espacio con más ejemplos; pero estimo que esos dos son suficientes para que pueda ser captada la correcta utilización de cada una de esas palabras, que son el quebradero de cabeza de muchas personas que de manera regular escriben para el público.

Como habrán podido notar, el tema no es nada complicado. Solo basta poner interés y persuadirse de la importancia de darle el mejor uso al lenguaje, tanto escrito, como oral.

En eso están comprometidos moralmente los periodistas y los educadores, pues podrán tener una larga experiencia; pero si no saben distinguir entre el hay de haber y la interjección ay y el adverbio de lugar ahí; el haya del verbo haber, el hallar de encontrar y el aya (niñera o niñero), tendrán serias limitaciones, además de que corren el riesgo de que alguien sin su larga experiencia los haga quedar mal con una corrección, o incorreción, según sea el caso.

domingo, 18 de mayo de 2025

¡Es cuestión de reglas y costumbre!

Por:
17/05/2025 

Es plausible que muchas personas, sobre todo periodistas y educadores, se preocupen por escribir bien y hablar de mejor manera, pues esa es su obligación moral; pero cuando esa preocupación se basa en el desconocimiento, es bastante lamentable.

A diario aparecen en la redes sociales contenidos destinados a aportar conocimientos sobre cómo se debe escribir y hablar, lo cual es provechoso; pero hay que tener cuidado, dado que una que otra de esas publicaciones están sustentadas en un purismo exagerado, y al mismo tiempo contienen elementos que, en vez de aclarar, oscurecen.

Es por eso que no todo lo que en ellas aparezca podrá considerarse como correcto. ¡Hay que aplicar el sentido común, que es un gran aliado en estos menesteres.

No quiero que se me tilde de detractor de esas publicaciones; por el contrario, son muy útiles. Pero es indispensable que no se usen a la ligera, dado que se corre el riesgo de difundir contenidos inapropiados. Es preferible sacarles el mayor provecho.

Purismo, para los que dicho vocablo es desconocido, «es una tendencia a defender el mantenimiento de una doctrina, una práctica, una costumbre, en toda su pureza y sin admitir cambios ni concesiones». Ese criterio no es aconsejable en el ámbito de la escritura y el habla, pues la lengua no es algo que pueda permanecer petrificado, sino que, por contrario, evoluciona continuamente.

Hay palabras que, de acuerdo con el país, cambian de entonación, aunque se escriben de la misma manera. De esas voy a hablarles, con la finalidad de aclarar dudas y dejar claro que en eso no cabe criterio de incorrección.

Conozco personas que tienen un admirable nivel de conocimientos en muchas áreas del saber; pero en materia gramatical y lingüística tienen notorias dificultades, que se hacen aún más evidentes cuando se proponen hallar errores en donde no los hay, y por lo general quedan muy mal paradas en su afán de «corregir» al equivocado.

Palabras como Omar, que es un nombre propio; Araujo (apellido), frijoles, video y gripe, han sido y son objeto de polémicas en cuanto a cómo debe ser la pronunciación. En Colombia y quizás algún otro país de Sudamérica, esos vocablos tienen diferente entonación en relación con Venezuela.

En la hermana república, por lo que he podido apreciar en los noticieros, en las series policíacas, comedias y novelas, OMAR, que para los venezolanos tiene entonación aguda «Omár», para los colombianos es ÓMAR, es decir palabra aguda.

En el primer caso no lleva tilde porque no termina en vocal ni en consonante «N» o «S» , y se la coloqué para poder marcar la diferencia entre pronunciaciones.

El segundo caso es una palabra grave terminada en consonante diferente de la «N» y de la «S», por lo que deberá colocársele tilde en la penúltima sílaba.

Ahora, Omar, común en las culturas árabes y musulmanas, es predominantemente de entonación aguda, por lo que creo que la entonación grave obedece más a la fuerza de la costumbre, que a normas gramaticales.

Algo parecido sucede con Araujo y Araújo. La pronunciación venezolana es grave; en tanto que la colombiana utiliza la tilde para evitar que se forme diptongo en «au». Nosotros no podemos pedirles a los neogranadinos que digan Araujo, ni ellos, que digamos Araújo. Es cuestión de costumbre, aunque según lo que he podido entender, ambas formas son válidas.

En Venezuela se habla de frijoles (grave), y en Colombia y creo que también México, de fríjoles (esdrújula). De las dos formas es válido.

En cuanto a video, algunos sabidillos del idioma español, sin argumento sólido, producto de su falta de conocimientos, aseguran que lo correcto es vídeo (palabra esdrújula), y no video (palabra grave), como se acostumbra en Venezuela y en muchos otros países de habla hispana.

Esa disputa entre uno y otro es favorecida por la aparición de contenidos de origen español y por la influencia de voces logradas con inteligencia artificial, en las que aparece la forma española. A fin de cuentas, ambas son válidas.

En relación con gripe (usada en Venezuela), y gripa (en Colombia), se aplica el mismo criterio, solo que en el habla de los venezolanos, lo usual es gripe, y nada más. De modo pues que, lo cuestionable es que si algún nativo de la patria de Bolívar se pone a imitar a los colombianos, se expone a cuestionamientos y a burlas, en el peor de los casos, ¡y si no lo cree, haga la prueba!

sábado, 10 de mayo de 2025

¡Mesasilla y León XIV!

Por

David Figueroa Díaz  


10/05/2025

De manera regular, lo he dicho muchas veces, recibiendo por diversas vías inquietudes, sugerencias y recomendaciones sobre el tema gramatical y lingüístico, que es a lo que me he dedicado desde 1994, sin dejar de lado mi labor de comunicador al servicio de entes gubernamentales, en los que ejerzo el periodismo institucional.

Cada inquietud, por muy modesta que sea, es una demostración de que el mensaje ha llegado, además de que me impone la obligación moral de dar una respuesta satisfactoria.

Muchos de los comentarios que he vertido en este espacio semanal, han surgido de interesantes consultas, con las cuales se me ha hecho fácil seleccionar el tema por publicar. No llevo la cuenta de todos los textos publicados a lo largo de los más de cuarenta años dedicados al periodismo de opinión; pero en este importante medio de comunicación, con el de hoy son 298 temas, cantidad que es poca en relación con los años que llevo siendo parte de la plantilla de autores (colaboradores se les llama en Venezuela). Para mí es un gran honor y un compromiso que se renueva cada vez.

La semana pasada, por razones ajenas a mi voluntad, no pude transcribir ni aun enviar el acostumbrado aporte sabatino, por lo que una vez más pido disculpas, siempre con la intención y el deseo de vencer las dificultades para no fallar a la cita.

A pesar de que la gama de impropiedades gramaticales y lingüísticas es amplia, también lo es el interés por deshacerse de ellas, por parte de personas que han entendido la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera, para lo cual no es necesario tener grandes conocimientos, sino un poco de sentido común y poner en práctica lo aprendido en las diferentes etapas de la educación formal. ¡Lo demás llegaría por añadidura.

Una demostración de que muchos de mis artículos de este tipo tienen su origen en las inquietudes de los lectores, es la que me hizo llegar el periodista Héctor González Burgos, excompañero de estudios en la siempre recordada Universidad Católica Cecilio Acosta de Maracaibo, Venezuela, de la que egresé hace ochos años. La inquietud de «Nuno», aunque es un caso específico, por extensión podría ser la misma de muchas personas, de ahí la prudencia de ofrecer una explicación clara, sencilla y convincente. ¡Eso trataré!

Mi amigo y condiscípulo en la mencionada casa de estudios superiores, se relaciona con el nombre del mueble que se utiliza en instituciones educativas y en otras relacionadas, que cumple la doble función de mesa y silla. La consulta en concreto fue: ¿es mesasilla o mesa silla?

Mi respuesta, sin vacilaciones y con plena seguridad, fue y es mesasilla. ¿Por qué? ¡Porque es un elemento de dos componentes que por separado tienen usos distintos, que al unirlos forman uno, es decir, forman el sustantivo mesasilla. Ahora, que el DLE (Diccionario de lengua Española) no lo registra como tal, eso es otra cosa que la explicaré en el siguiente párrafo.

El hecho de que una palabra no esté registrada, no es impedimento para usarla, por las razones que también en varias ocasiones mencionó: La Real Academia no es un ente que pueda decidir si un vocablo deba usarse o no. Su función es simplemente de registro. Es comprensible que por ahora no aparezca; pero si su uso se extiende, más temprano que tarde hará su ingreso triunfal en el registro léxico de la docta institución.

Es el mismo caso de sacapuntas, montacargas, cazatalentos, sabelotodo, saltamontes, brincacharcos, etc. Entonces, si es válido escribir y mencionar palabras, ¿por qué no mesasillas? ¡Todas son de la misma naturaleza! ¡Ah, que no está registrado! ¡Eso es lo que menos importa, sin menospreciar la labor de la Real Academia Española!

León XIV

Sin dudas, el acontecimiento que ha centrado la atención del mundo, de creyentes y no creyentes, ha sido la elección del sucesor del papa Francisco, que como se sabe es Robert Francis Prevost Martínez, quien adoptó el nombre de León XIV.

Se han generado dudas sobre si se debe decir León catorce o décimo cuarto. Me acojo a lo que recomienda la Fundéu (Fundación del Español Urgente). La referida fundación recomienda, con base en las reglas ortográficas y la verificación de la RAE, que debe escribir en números romanos.

Hasta el número diez se leerían con un ordinal: Gregorio tercero, Paulo sexto, Juan Pablo segundo. Después del diez se utiliza la forma cardinal: Juan veintitrés, Pío doce, Benedicto dieciséis, etc.

Recalca que siempre deberá escribirse la numeración romana. En el número diez podrá admitir ambas formas: diez o décimo. ¡Y no hay más!

Las dudas de Liliana

  Por David Figueroa Díaz   18/10/2025 He estado ausente por varios sábados; pero no me he desconectado del ámbito comunicacional: redes soc...