Por
David Figueroa Díaz
20/12/2025
Con material tomado de las redes sociales y con algunos aportes de asiduos seguidores de este trabajo de divulgación periodística, he recopilado las que, en mi opinión, son las impropiedades en las que más incurren muchas personas que escriben frecuentemente para el público. El inmenso poder inductivo de los medios de comunicación ha hecho que esas situaciones se hayan tornado en vicios casi indesarraigables.
Algunas personas han tomado en cuenta la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera; pero hay otras que lamentablemente no lo han hecho, pues para ellas lo importante es que se entienda lo que expresan. Lo malo de todo esto es que muchos, por su rol que desempeñan ante la sociedad en la que se desenvuelven, deben ser ejemplos del buen decir; no obstante lo cual, se conforman con lo que sean entendidos, sin importar los disparates que empleen, por vía escrita u oral; les da igual.
Siempre he dicho que hay un creciente interés por aclarar dudas y adquirir soltura en esto de escribir bien y hablar de la mejor manera, sin pretensiones de eruditos; pero también subsisten focos en los que están aquellos a los que lo único que les importa es escribir o expresarse de cualquier manera, entre los que hay periodistas, locutores, publicistas, influencers, educadores y otros profesionales.
Existen casos de locutores, muchos de los cuales se jactan de que su certificado se lo otorgó la UCV, con graves defectos de pronunciación; periodistas y educadores cuya redacción ronda la pobreza crítica; pero como a ellos (ya ellas también) solo los alienta el deseo de ser entendidos, dirán que eso de escribir bien y expresarse de mejor manera, en esta era moderna no es necesario. ¡Válgame de Dios! Para aquellos que han ponderado la importancia de hacerlo bien, con mucho cariño y respeto es este trabajo de divulgación periodística.
Las patas de gato
Cuando alguien pretende involucrase en algo que no es de su incumbencia o, que en el peor de los casos correría un gran riesgo, es frecuente que alguien le sugiera: «no les busques las cinco patas al gato», lo cual es un error, y ya verán por qué. Primero, no es al gato, sino a la palabra gato. Se habla de tres, cuatro, cinco, seis y hasta siete patas, porque creen que esa expresión alude al animal como tal.
Resulta que antiguamente, a las sílabas de los vocablos se les llamaba pie o pata. Entonces, como la palabra gato tiene solo dos sílabas (es decir, dos patas), no hay para buscarle más. De modo tal que, no le busque las tres patas a gato. Esto de las patas a gato lo aprendí de mi amigo Manuel Castillo Rivero, quien aparte de fútbol, maneja con facilidad el lenguaje que emplea.
Escapulario ajeno
Hay quienes, con la pretensión de mostrar su «gran nivel de preparación» y su «elocuente prosa», les cambian la composición a algunas frases. Una de esas es la que alude a las personas que tienen la mala y aborrecible costumbre de arrogarse el producto del esfuerzo de otros.
Por eso existe la expresión «ganar indulgencia con escapulario ajeno», que es la forma que se conoce desde siempre, cuyo origen lo desconozco.
En la dinámica actual se lee o se oye: «Hacer gracia con escapulario ajeno», lo cual no compagina con la original. ¡No tiene sentido hacer gracia con escapulario ajeno; es ganar indulgencia!
¿Al final o a la final?
Los cazadores de gazapos siempre están a la espera de que alguien incurra en un despropósito, para que ellos, con la «gran sabiduría» que los caracteriza, le observen que no se dice así, sino así. Eso de andar corrigiendo a los demás sin argumentos, tiene sus riesgos, los cuales yo no corro. Cuando no sé algo, lo admito y ya.
En el caso de al final ya la final, debe saberse que hay unos aspectos que han de tomarse en cuenta, para no pasar de corrector a corregido. La frase al final es sinónimo de «finalmente» o «a fin de cuentas». Es la más recomendada; pero también existe a la final, que es una variante usada muy frecuentemente en Colombia, Venezuela y Ecuador. Con esa masificación del uso, aunque sea en el ámbito coloquial e informal de esos países, no hay razón para cuestionarla. Además, para indicar la instancia final de un evento, es la adecuada: «El equipo no pudo llegar a la final.
No y nos
Un vicio que también es frecuente encontrar en las redes sociales, es la confusión del adverbio de negación no y el pronombre nos. Por esa razón, a mi amigo Jesús Silva Hernández, otro apasionado por el buen decir, le provocó «estragos» una frase que apareció en una red social, en la que debía ir nos y apareció no, lo cual desvirtuó la intención original: «…el béisbol no los quitaron

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