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lunes, 22 de julio de 2019

"CON MOTIVO A" Y OTROS MOTIVOS


En el primer artículo que escribí sobre asuntos lingüísticos, hace más de veinte años, hablé de la preposición “a”, que a veces se torna impertinente y es la causa de muchas dudas que, por lo general, desembocan en impropiedades.
Y es que las preposiciones son un tanto complicadas, y por eso, la mayoría de los errores en el lenguaje oral y escrito tienen su origen en el mal uso de estas. Hoy voy a referirme a la frase entrecomillada que sirve de título a este artículo, habida cuenta de su mal uso en los medios de comunicación y por supuesto en el habla cotidiana, amén de que comentaré algo de otras palabras y otras frases usadas de forma incorrecta, que guardan relación directa con el tema de hoy.
Es muy frecuente leer u oír que “Con motivo a la celebración de octogésimo segundo aniversario de la institución, habrá una parada militar en la sede del destacamento”, o que “En el desfile con motivo a los 208 años de la Independencia de Venezuela participarán delegaciones de otros países”. En ambos casos la preposición “a” está mal empleada, pues el sentido común debe indicarnos que las cosas son con motivo “de” y no con motivo “a”, como escriben algunos periodistas y lo recitan algunos locutores y maestros de ceremonia descuidados.
También en notas luctuosas, tanto en medios impresos, como en radio y muy poco en televisión, se habla de con motivo a, lo cual indica que el uso inadecuado de la malhadada frase se ha convertido en un mal que ha hecho metástasis en muchas áreas, ante lo cual es necesario que comunicadores sociales, educadores y todos aquellos profesionales cuya herramienta básica de trabajo sea el lenguaje, tomen consciencia de la importancia de escribir bien y hablar de la mejor manera. Los medios de comunicación, lo digo una vez más, ejercen un inmenso poder inductivo, lo que implica que todo lo que en ellos se diga o se escriba, mal o bien, se arraigará en el vocabulario del común de la gente. Es preferible que ese poder incuantificable sea aprovechado de la mejor manera.

Atril o púlpito

Muchos encargados de organizar y de desarrollar actos protocolares no tienen muy claro lo que es el púlpito y lo que es un atril, y por eso emplean ambas palabras como si fuesen sinónimas. Aquí cabe acotar que el púlpito es “palabra proveniente del latín pulpitum, es la plataforma elevada en las iglesias desde la que se predica”. En tanto que el atril es un mueble que sirve de sostén a una partitura, un cuaderno u otro tipo de documento para que la persona pueda leer con mayor comodidad.
Como habrán podido notar, el púlpito es un espacio físico, mientras que el atril es una pieza que puede ser usada incluso en el púlpito, y cuando digo que puede ser usada, lo hago para destacar que su uso no es exclusivamente eclesiástico, pues en cuerpos legislativos u otros organismos se lo usa para colocar el material de lectura.
Con maestro de ceremonia y orador de orden ocurre algo parecido a lo del púlpito y el atril. Muchas personas no saben qué es uno y qué es otro. Por eso es frecuente que al maestro de ceremonia se le llame orador de orden, y al orador de orden se le diga maestro de ceremonia, lo cual vale la pena aclarar en función de que los encargados de tales actividades y el común de la gente puedan llamar las cosas por su nombre. Orador de orden es otra cosa.
En los cuerpos colegiados (congresos, asambleas nacionales, consejos estadales y concejos municipales) es muy frecuente que el que preside la sesión le ordene a la persona encargada de conducirla, que verifique el quórum reglamentario. “Ciudadano secretario, sírvase verificar el quórum reglamentario”, se le oye decir. Aquí cabe preguntar: ¿Será que hay uno que es irreglamentario?
El quórum “es ​ la proporción o el número de asistentes que se requieren para que una sesión de un cuerpo colegiado, en especial parlamentario, pueda comenzar o adoptar una decisión formalmente válida”. Visto de esa manera, es una condición sine qua non y no una dualidad de posibilidades. Lo correcto es que se pida que se verifique el quórum, sin otras añadiduras.

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